El mayor conglomerado mediático de Argentina decidió echar a más de 56 empleados y lo llevó adelante con apoyo de la policía y seguridad privada. En una asamblea de urgencia, empleados y empleadas decidieron hacer paro y exigir una mesa de negociación.
El autor de esta foto es el fotorreportero Rubén Digilio.
Fue despedido hoy de Clarín. pic.twitter.com/SoEGn8alsn— Fernando Soriano (@ferosoriano) April 17, 2019
Es una crónica de despidos anunciados. Algunos se enteraron por email: no tenían más trabajo. Otros tuvieron que llegar hasta la redacción, en el centro de la Capital Federal, acercarse a un insólito vallado policial y dar su nombre a un señor que -lista en mano- les decía si podían o no acceder a la empresa. Así fue la mañana del miércoles de los trabajadores y trabajadoras de Clarín.
El rumor sobre que algo estaba a punto de suceder había empezado unas horas antes, con la circulación por redes sociales de una imagen del inusual operativo policial alrededor de las instalaciones del grupo mediático más concentrado y que más publicidad oficial recibió durante los últimos años.
“Nos trataron como terroristas, incluso dentro de a empresa”, contó a RT el delegado Matías Cervilla, delegado de Clarín de la CGI de Sipreba (Sindicato de Prensa de Buenos Aires). También describió que en los alrededores del edificio había policías y en los pasillos interiores, una cantidad de empleados de seguridad privada que nunca antes habían visto. “Es impresionante: hay un guardia cada cinco metros, un operativo como si estuviese Donald Trump en la empresa”, agregó.
La cifra de despedidos todavía no está clara. Al principio la empresa informó sobre 56 trabajadores y trabajadoras de Clarín, Olé y sectores periodísticos de AGEA (Arte Gráfico Editorial Argentino, parte del mismo grupo) pero luego los delegados descubrieron que no estaban contabilizando a los trabajadores y trabajadoras del interior del país. Por ahora, según la Comisión Interna Gremial, la suma llega a 65 pero podrían ser más. “Son personas de cargos no jerárquicos: redactores, fotógrafos, editores. Se cargaron a la tropa más baja”, definió Cervilla.
Un empleado en un corral dice a otros trabajadores si perdieron su trabajo. El cerco de Clarin para informar despidos, un híbrido entre el panóptico del s. XXI y la aldea medieval. Un medio de comunicación que comunica así su práctica habitual como espejo. #DespedidosEnClarin pic.twitter.com/c49D0uj9a9
— emilianamiguelez (@emimiguelez1) April 18, 2019
El augurio data de un poco más atrás todavía: el propio diario Clarín publicó una nota el sábado 13 de abril informando con bombos y platillos el plan de rediseñar la redacción “para acelerar la transformación digital”. Nada en el texto (que incluso reconocía que tienen ‘más lectores que nunca’) explicitaba que para el nuevo proyecto prescindirían de más de 56 personas.
La interpretación sindical es que “quieren aumentar sus ganancias gastando menos” en vez de -como dice Clarín- ofrecer un producto de mejor calidad.
Casi todos recibieron un email en la mañana del miércoles: a los despedidos les avisaban y a los demás les comunicaban la reestructuración de la empresa por la ‘crisis de la industria’. La transición a lo digital y los cambios en el mercado los “obligan”-decía- a una reducción en el plantel. Lo firmaba el gerente general de la compañía, Héctor Aranda, que también aclaraba que se abrieron retiros voluntarios y se pagarán las indemnizaciones correspondientes. A los sectores no periodísticos del diario les pidieron que no fueran a trabajar y lo hicieran desde sus casas.
Pero tampoco la historia empieza ahí. Según un informe del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) Clarín comparte con La Nación el podio de las empresas que mayor cantidad de trabajadores y trabajadoras despidieron o pasaron a retiro en el último tiempo.
Tampoco es que estén solos: en el 75 por ciento de los medios que relevó la organización, hubo pérdida de puestos de trabajo. Son unos 1800 de puestos de trabajo en el rubro menos en los últimos dos y 3500 desde que empezó el gobierno de Mauricio Macri. El resto de las cifras del país tampoco ayudan: el desempleo es de 9,1 por ciento y un 32 por ciento vive en la pobreza.
Detrás de cada número hay cientos de historias. La de un fotoperiodista que trabaja hace 21 años, la de otro que acaba de ser papá, la de una que la noche anterior cerraba notas y la mañana siguiente tiene que preguntar si puede o no pasar, la de gente que acaba de sacar un crédito de vivienda y cientos de etcéteras más.
“Echaron gente de un nivel profesional tremendo: Rubén Digilio es uno de los mejores reporteros gráficos del país, con una sensibilidad única”, ejemplificó Cervilla.
Fuente: RT