En víspera del Día Mundial del Medio Ambiente, los distintos organismos de la ONU presentaron este jueves un panorama alarmante para el planeta y México, ya que a través de sus modelos productivos y de consumo insostenibles, los siete mil millones de seres humanos gastan anualmente los recursos equivalentes a una Tierra y media, situación que se agravará si la humanidad no reacciona de manera inmediata.
Por Mathieu Tourliere
Durante un largo encuentro que se llevó a cabo en la sede de la ONU en México, los representantes del organismo en el país demostraron, con apego a cifras, que los modelos de producción y de consumo actuales agotan y contaminan el agua, erosionan los suelos, extinguen los ecosistemas, envenenan el aire y generan desigualdades.
El titular de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura en México (FAO, por sus siglas en inglés), Fernando Soto, recordó que el incremento de la producción de alimentos se ha considerado de manera errónea como la mejor manera de reducir el hambre, ya que la producción actual de éstos es suficiente para nutrir a la humanidad y, sin embargo, unos 800 millones de personas sufren hambruna en el mundo.
Es más: estos 800 millones equivalen a una de cada nueve personas en el mundo. En contraste, dos de cada diez humanos se encuentra en sobrepeso y 30% de los alimentos terminan en la basura aunque sigan siendo comestibles.
En otras palabras, una tercera parte de las cosechas, o una tercera parte de la superficie agrícola mundial, se desperdicia, aunque bastaría para alimentar a quienes no tienen bocado para llevarse a la boca.
Además, el modelo de producción agrícola es responsable de 80% de la deforestación a escala mundial y con ello el principal factor de extinción de las especies.
Aunado a lo anterior, sólo 30% de los alimentos extraídos de la tierra se destinan al consumo humano. El resto es para consumo animal, los que terminan en los platos de los consumidores que pueden pagárselo.
Este patrón de consumo, según Soto, resulta “inadecuado”, y señaló la responsabilidad de las industrias procesadoras de alimentos. Asimismo, consideró que la pobreza es una de las “causas estructurales”, y estimó que el tema de la desigualdad “debe estar en el primer lugar” en la lucha para la conservación del medio ambiente.
La situación no resulta mejor respecto de los bienes de consumo: La representante del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en México, Dolores Barrientos, informó que 93% de los materiales utilizados en la elaboración de un bien no son vendidos en el producto final, mientras que 80% de los bienes ofertados se convierten en algún futuro en residuos, es decir en basura, sin ser reciclados.
En sólo dos décadas, el consumo de energía a nivel global se incrementó en 50%, agregó el representante de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Thomas Wissing, al recordar que el padrón de producción energética todavía se basa en materiales fósiles.
Y el modelo global de producción, el cual funciona con base en las ventajas competitivas de cada país, también gasta mucha energía y combustible, ya que las empresas trasnacionales elaboran sus productos con materiales provenientes de distintas partes del mundo para incrementar sus ganancias.
Luego distribuyen esos productos y alimentan un padrón de consumo también inadecuado: “El aquí y ahora, los empaquetados en los supermercados, que son muy bonitos pero terminan de inmediato en la basura, la comida rápida”, ejemplificó Wissing, al lamentar las prácticas de las empresas que empujan a sus clientes a consumir más allá de sus necesidades.
“Dos años después de comprar mi celular, la compañía telefónica me llama y me dice que mi aparato ya es obsoleto, que me ofrecen otro”, explicó.
Y recordó que las siete industrias más contaminantes, entre ellas la minería, petrolera y agrícola, expulsan 80% del dióxido de carbono y sólo emplean a 10% de los trabajadores a nivel mundial.
Al ritmo actual, la contaminación por los gases de efecto invernadero –78% generados por la actividad humana–, aumentará la temperatura global en 3 grados a finales del siglo, y con ello se agravarán los desastres naturales, así como el número de refugiados por impactos climáticos.
Allison Suitton, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), planteó que 22 millones de niños crecen en medio de afectaciones climáticas y que anualmente fallecen 500 mil de ellos por enfermedades respiratorias contraídas a raíz de la contaminación del aire.
En 2030, entre mil y tres mil millones de personas adicionales formarán parte de la clase media global, cuyo modelo de consumo –junto con el de la clase más adinerada– es precisamente el más desgastante para el planeta.
“No es un tema de población pobre”, resaltó Wissing al subrayar que “no se trata de que los pobres compren un carro, sino que los ricos usen el transporte público”.
De hecho, si bien la humanidad necesitó cuatro milenios para que la mitad de ella viviera en ciudades, en los próximos 30 años “se duplicará esta hazaña”, estimó Erick Vittrup, titular de ONU-Hábitat en México.
Así, para el año 2050 cerca de 70% de las personas tendrán a la ciudad como medio ambiente, por lo que de aquí en adelante es vital “desincentivar el uso del automóvil” en las urbes, advirtió.
“El modelo económico actual nos empuja de forma inexorable hacia los límites”, resumió Soto.
Tierra degradada
Según Gerardo Arroyo, representante en México del PNUD, el país ha logrado 80% de los Objetivos del Milenio establecidos en el año 2000 en Nueva York.
Sin embargo, precisó que entre los retos incumplidos se encuentra la protección al medio ambiente, ya que los sistemas productivos insostenibles permanecieron intocados.
En México, la sobreexplotación agrícola y ganadera degradó 45% de las tierras –la naturaleza necesita mil años para producir un centímetro de suelo–, mientras la actividad humana agota 19% de los mantos acuíferos. Asimismo, cada año se producen 39 mil millones de toneladas de residuos sólidos.
En diciembre pasado, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) reportó 82 agresiones contra activistas y ambientalistas opuestos a megaproyectos únicamente entre enero de 2013 y abril de 2014 y se alarmó ante “el incremento de los casos de agresiones dirigidas hacia defensores y defensoras ambientales”.
Dolores Barrientos aseguró que el PNUMA empezó, junto con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), a capacitar a funcionarios sobre el cambio climático y el capital natural, entre otros, y aseguró que el organismo a su cargo “coadyuvará para que se reduzcan estos incidentes”.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) envió al subsecretario de Fomento y Normatividad Ambiental, Cuauhtémoc Ochoa, como representante del gobierno en la reunión.
“México se ha comprometido, para la COP de Londres (en realidad se llevará a cabo en París), a disminuir en 25% sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030”, recordó el funcionario, al precisar que para lograr esta reducción el gobierno actuará en los ámbitos industrial, eléctrico, energético, o en el tema de la gestión de la basura a través de la regulación de los rellenos sanitarios a cielo abierto, entre otros.
Incapaz de enunciar los objetivos y las metas del gobierno para el Programa Especial de Cambio Climático –“te los hago pasar cuando quieras”, ofreció al reportero–, dijo que las nuevas normas implementadas por la administración federal, como la limitación de emisiones contaminantes en camiones y automóviles nuevos, ilustran el compromiso del gobierno con el medio ambiente.
Al preguntársele sobre el proceso de fracturación hidráulica, también llamado fracking, y las consecuencias nefastas para los mantos acuíferos de este método de extracción, Ochoa respondió que “todo desarrollo económico genera afectaciones al medio ambiente, pero estamos cuidando que la tecnología para el fracking sea sostenible”.
El funcionario federal abundó en que, para lograr los avances en materia ambiental, “tendrán que involucrarse los sectores productivos”.
Y precisó que la Semarnat exigirá “recibos de reciclaje” a la empresa que ganará la licitación para recuperar los millones de televisores analógicos que recolecta el gobierno en el marco del programa de transición digital terrestre.
“Empleos verdes y decentes”
Para revertir la tendencia al agotamiento del planeta, la ONU urge a los países a “desacoplar” sus sistemas productivos y dirigirse hacia un sistema de consumo y producción sostenibles (CPS), lo cual deberá plantearse durante la cumbre sobre cambio climático –la COP21– que se llevará a cabo en París en diciembre próximo.
En otras palabras, la ONU urge a las naciones a ser más productivas y consumir menos, gracias –entre otros– a las energías renovables –que ya representan 20% de la producción mundial– y en modelos de producción sostenibles más enfocados hacia lo local.
“Sí se necesita incrementar la producción y la productividad agrícola, pero de manera sostenible”, aseveró Soto, al resaltar que en el mundo como en México cerca de 80% de las explotaciones agrícolas son familiares y no miden más de dos hectáreas y media.
Por lo anterior, reiteró la importancia de respaldar a los pequeños productores con tecnologías destinadas a mejorar el uso de los suelos y del agua –reduciendo la utilización de agroquímicos–, así como incentivar el uso de las semillas criollas.
Arroyo, del PNUD, afirmó que la COP21 de París deberá fijar objetivos en cuánto a los servicios energéticos, la gobernanza del agua y la gestión responsable de los químicos y los aparatos electrónicos, e incluir a las mujeres en el proceso de transición hacia un modelo sostenible.
Thomas Wissing, de la OIT, aseveró que la generación de “empleos verdes y decentes”, y el mejoramiento de las prácticas sostenibles a nivel de las empresas, mediante el uso eficiente de las materias primas y de la energía, por ejemplo, tienen un alto potencial económico, aunque reconoció que “las industrias que viven del consumo rápido dejan al medio ambiente atrás”.
Fuente: Proceso