Enfrenta el proceso el abstencionismo cíclico de los comicios intermedios. Presentes, escándalos de corrupción y una clase política alejada de los reclamos ciudadanos
Por Claudia Herrera y Alonso Urrutia
El domingo 5 de abril arranca la campaña electoral para renovar la Cámara de Diputados. El proceso en puerta tiene un desafío central: el abstencionismo cíclico de los comicios intermedios, que podría acentuarse con el desánimo social frente a los escándalos de corrupción partidista, una clase política cada vez más alejada de los reclamos ciudadanos y los llamados en Guerrero a boicotear la realización de las elecciones.
‘‘Hemos pasado de la gran apuesta de la transición a la democracia hacia una precarización de la democracia’’, advierte Alvaro Arreola, integrante del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y ex consejero electoral en el estado de México.
Ello, porque ubica un gran desprecio de los partidos –encerrados en sus cápsulas burocráticas– hacia los ciudadanos, quienes no se sienten representados, o a veces los más empobrecidos sólo esperan la elección para obtener algún beneficio.
Además, sugiere que el escenario que se vislumbra en estos dos meses de campaña es ‘‘nebuloso’’, en el cual el factor de la inseguridad en estados como Michoacán o Guerrero refleja la debilidad institucional del sistema.
Para María Marván, ex consejera presidenta del desaparecido Instituto Federal Electoral, la campaña se inicia con un cansancio ciudadano por la simulación de los partidos, que no han respetado los periodos de precampaña e intercampaña. A ello se añade la postulación de candidatos impresentables, estrechamente ligados a escándalos de corrupción y que permea a todos los organismos políticos. ‘‘Hay un alto nivel de descrédito por esos escándalos, lo que va en detrimento de los propios partidos y de los incentivos de la sociedad para ir a votar’’.
Un escenario complejo
Históricamente, las elecciones intermedias han representado un reto en cuanto a los niveles de participación ciudadana. Cíclicamente, el abstencionismo ronda 60 por ciento en promedio, aunque a escala regional factores como la inseguridad suelen disparar esos índices, como sucedió en Ciudad Juárez, Chihuahua, en 2009, con 75 por ciento.
En Guerrero, en los distritos correspondientes a zonas de violencia, como Iguala y Acapulco, los porcentajes de abstención en 2009 oscilaron entre 70 y 74 por ciento; en Michoacán, los distritos de la Tierra Caliente también superaron 70 por ciento de abstención, muy por encima de 57 por ciento de la media nacional.
‘‘Veo con preocupación la situación de Guerrero, donde las condiciones económicas y sociales son peores que en la década de los 70, con la llamada guerra sucia: una pobreza desmedida, el narcotráfico ya presente, que disputa controles políticos y un escenario de debilidad institucional, donde el gobernador no existe’’, apunta Arreola.
En Michoacán hay otro escenario de confrontación que requeriría de políticos profesionales que entiendan que este panorama se puede deteriorar aún más. ‘‘No se puede hacer un proceso electoral con cordones de seguridad del Estado protegiendo candidatos; esto es pervertir una democracia’’, subraya el investigador.
En paralelo, otro signo del sexenio han sido los escándalos de corrupción, que han impactado incluso la figura presidencial, con las casas de Enrique Peña Nieto y de su círculo cercano, como el secretario de Hacienda, Luis Videgaray. Sin embargo, también ha involucrado a las principales fuerzas de oposición, con Guillermo Padrés, gobernador de Sonora, y su pretendida presa particular, o los denominadosmoches de la bancada panista en el Congreso.
La izquierda también ha sido sacudida por presuntos hechos de corrupción. La línea 12 del Metro, que involucró al ex jefe de Gobierno del Distrito Federal Marcelo Ebrard, y el caso Ayotzinapa, que repercutió no sólo a nivel municipal en Iguala, sino derivó en la caída del gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre.
Marván reconoce que esta cadena de sucesos ha desgastado a la sociedad e indudablemente a los partidos, que por añadidura pretenden que se vote por los mismos personajes involucrados en estas polémicas. Y cita a Ebrard y al ex delegado en Iztapalapa Jesús Valencia, en el caso del PRD. En el PRI, el ex dirigente capitalino Cuauhtémoc Gutiérrez logró colocar a su madre como candidata, y así se puede seguir en la indagatoria.
‘‘No sólo es el escándalo de corrupción, sino la convicción de los organismos políticos de que tenemos que optar por algunos para votar. En otras partes serían impresentables y esto debería tener una consecuencia para los partidos, pero paradójicamente éstos le apuestan a que vayamos a votar por la marca. Y eso lo muestra el que en ningún partido hubo procesos de selección democráticos, sino que fueron designaciones cupulares’’, refiere.
Los procesos de selección de candidatos son otro factor de desaliento porque reflejan, a decir de Arreola, el ‘‘desprecio de los partidos para con la sociedad. Por eso son capaces de postular payasos, actrices, futbolistas. A todas luces no les interesa la sociedad, lo que es reflejo de un sistema en donde el Poder Ejecutivo desconoce los procesos democráticos, un Poder Judicial que hace oídos sordos a todo lo que sucede y un Congreso que está en su parsimonia’’.
En el estado de Guerrero este hartazgo social estalló a partir de la desaparición de los 43 normalistas rurales. Los padres de estos jóvenes manifestaron hace unos días a Lorenzo Córdova, consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE): ‘‘Los gastos multimillonarios que se harán en las elecciones de 2015 ofenden e indignan, lo mismo que contrastan con la miseria, el hambre, el desempleo, la inseguridad, la falta de educación. No hay modo de ocultar a los más de 50 millones de mexicanos en pobreza, los más de 26 mil desaparecidos, según cifras oficiales’’.
Frente a esta realidad del país, Córdova ha dicho una y otra vez que ‘‘las elecciones no van a resolver los problemas que aquejan al país’’, y presume la aceitada maquinaria electoral en marcha, los ‘‘datos duros’’, como él llama al 42 por ciento de avance organizativo rumbo al 7 de junio. ¿Eso será suficiente para que la gente vaya a las urnas?
Fuente: La Jornada