“Democracia” mexicana, al estilo USA

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Por Adrián Salbuchi*

Las elecciones presidenciales de México del pasado 1 de julio fueron “oficialmente ganadas” con poco más del 38% de los votos por el acaudalado candidato Enrique Peña Nieto, con lo que su partido PRI –Partido Revolucionario Institucional– regresaría de nuevo al poder en ese país. Sin embargo, inmediatamente de conocidos los resultados electorales, surgieron fuertes acusaciones de fraude, notablemente de Andrés López Obrador, candidato del izquierdista PRD –Partido de la Revolución Democrática– que quedó en segundo lugar con el 31,5% de los votos.

La mejor “democracia” que el dinero puede comprar…

Es así que el pasado 12 de julio el PRD oficializó un pedido ante el IFE –Instituto Federal Electoral, el tribunal electoral de México- requiriendo un recuento de votos y acusando que hubo una amplia maniobra de compra de votos y un excesivo financiamiento de la campaña del PRI, el ganador oficial.
El presidente del PRD, Jesús Zambrano, también hizo entrega al IFE de más de 20 cajas conteniendo supuesta evidencia de la compra de votos por parte de funcionarios del PRI. Ahora, el IFE tiene hasta septiembre para definirse, en cuyo momento deberá validar las elecciones y anunciar quién será el próximo presidente de México a partir de diciembre de este año.

Claramente, el Sr López Obrador no se está dando por vencido y sigue “de campaña electoral”, anunciando que la semana entrante dará a conocer un “nuevo plan en defensa de la democracia y la dignidad mexicana”.

La agencia de noticias Associated Press a su vez informa sobre la distribución por el PRI de miles de tarjetas de regalo prepagas –denominadas ‘Monex’– a los votantes antes de las elecciones. López Obrador también dice que algunos funcionarios del PRI en las gobernaciones estatales aportaron fondos favoreciendo la campaña electoral de Peña Nieto.

Como parte del esfuerzo en acción psicológica realizado por los Dueños del Poder Global para favorecer al PRI, los mexicanos fueron expuestos al apoyo masivo de los grandes multimedios locales a favor de Peña Nieto. Ello incluyó las “conclusiones” de grandes encuestadoras que funcionaron como propaganda para confundir al público.

Previo a las elecciones, esas encuestadoras daban consistentemente a Peña Nieto como ganador, a menudo diciendo que lideraba por cifras de dos dígitos sobre López Obrador. Pero cuando se contaron los votos reales luego de las elecciones, el PRI sólo obtuvo una ventaja de seis puntos sobre López Obrador, quien manifestó que “en una elección libre la mayoría de los ciudadanos no hubiera votado por Enrique Peña Nieto”.

Incluso la ONG Alianza Cívica, financiada por la ONU para observar el buen desarrollo de las elecciones, dijo que la votación “no fue ni limpia ni justa”.

 

“Salgamos a mi patio trasero…”
La importancia de estas elecciones trasciende las fronteras de México, cobrando particular relevancia para los demás países americanos al sur del Río Bravo. Ahora que una nueva ola de imperialismo estadounidense sobre su “patio trasero” latinoamericano pareciera ponerse en marcha, la primera parada se encuentra en el umbral de su puerta al sur, esto es, en México, donde desde siempre la influencia estadounidense ha sido un factor determinante.

Cada vez que se lleva a cabo una elección presidencial en México, la presión estadounidense –usualmente ejercida a través del poder del dinero, sea por sus corporaciones, su Embajada o por un amplio conjunto de canalizadores de dinero de todo tipo– siempre logra asegurarse que los votantes mexicanos elijan al candidato favorito de los estadounidenses.

En verdad, México no es más que un ejemplo de alto perfil de lo que ha ocurrido, en algún momento u otro, en todos los países de Centro y Sud América a lo largo de los últimos cincuenta años. Como lo dijera la secretaria de estado Hilary Clinton en marzo 2011 con motivo de una visita a Egipto, se trata siempre de asegurar que en todos los países del mundo se imponga “el tipo de democracia que quiere EE.UU.”.

En rigor de verdad, esa no es una verdadera Democracia, sino una caricatura de la misma consistente en meros ejercicios de cuenta-votos, íntegramente controlados por el Poder del Dinero a través del financiamiento directo de campañas electorales, la cobertura subjetiva y arbitraria de poderosos multimedios de prensa, las falsas expectativas generadas por encuestadoras a sueldo, y -por supuesto- las mega-campañas políticas devenidas en shows circenses dónde los políticos actúan como sus payasos predilectos.

Tan bien han perfeccionado esto en México que el PRI pudo mantenerse en el poder ininterrumpidamente a lo largo de más de 71 años entre 1928 y el 2000, lo que aseguró que México marchara alineada a los dictados de sus Hermanos Mayores del Norte. Un reciente artículo publicado por la Americas Society dirigida por David Rockefeller y John Negroponte describe este fenómeno como “la dictadura perfecta del PRI”.

De ahí que no habrá de sorprender que ex presidentes mexicanos del PRI como Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, sean miembros de la Comisión Trilateral y del Consejo de Relaciones Exteriores que funcionan como centros de planeamiento geopolítico para promover los intereses geopolíticos globales del grupo Rockefeller-Rothschild y su amplio ejército de aliados y subordinados.
Cuando en el año 2000 el PRI debió aflojar su puño sobre el cuello de la “democracia” mexicana, cediendo el lugar al PAN –Partido de Acción Nacional– el presidente entrante también resultó ser un ‘ADEU’ (Amigo de Estados Unidos): Vicente Fox, ex-director ejecutivo/CEO de la Coca-Cola en México

El hoy presidente saliente del PAN Felipe Calderón, también mantuvo a su país muy, muy alineado a los intereses del EE.UU. Sin embargo la candidata del PAN Josefina Vázquez Mota, apenas logró el tercer lugar en esta contienda electoral, lo que refleja el gran descontento de los mexicanos con el PAN, ante su fracaso para controlar la extrema narcoviolencia que asola a México y que en los últimos cinco años ha dejando casi 60.000 muertos, y ni hablar de los millones de heridos, adictos y vidas destrozadas.

Así y todo, el presidente del PAN, Gustavo Madero, también lanzó serias acusaciones diciendo que Peña Nieto “ganó votos con engaños y a billetazos”.

 

Que Dios ayude a México…

 

Un dicho popular nacido en tiempos en que la Iglesia Católica se vio perseguida en México por gobiernos anticlericales, especialmente entre los años 1926 y 1934, se lamenta al decir: “Pobre México: tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.
Bien: 80 años de historia hoy nos indican que mientras que los conflictos con la Iglesia Católica se han aminorado, los graves problemas y conflictos ‘Made in USA’ siguen lloviendo sobre México con creciente fuerza, imponiéndole una mayor debilidad y creciente conmoción interna.

Un ejemplo entre tantos es el NAFTA –el bloque de libre comercio de América del Norte– impuesto bajo el régimen PRI en los años noventa que desató un “nuevo orden” al sur de la frontera estadounidense, centrado en la explotación del trabajo esclavo por parte de grandes corporaciones norteamericanas, dando como resultado mayores utilidades para las mismas y también mayor desempleo para los propios norteamericanos.

Pues, no nos engañemos, la ‘democracia Made in USA’ insiste en que las fronteras habrán de ser totalmente libres para sus corporaciones y bancos para que puedan entrar y salir de México a su placer, pero que todo ciudadano mexicano sepa que los guardias fronterizos de la ‘Gran Democracia del Norte’ abrirán fuego si osan cruzar la frontera sin su permiso.

Hoy, EE.UU. quiere profundizar el “libre comercio”, ya por razones de estrategia geopolítica y –una vez más– México habrá de servir como plataforma de lanzamiento hacia la región. Entre sus muchos objetivos: neutralizar a los bloques comerciales y políticos como el ALBA y el Mercosur. ¿Y quién mejor que el PRI para servir a estos cometidos?

De manera que cuando llegue septiembre, más vale que el IFE anuncie una decisión ‘correcta’; porque si llegara a tomar la decisión ‘equivocada’, entonces Estados Unidos tendrá muchísima dificultad en tolerar a un presidente socialista como López Obrador, ¡nada más y nada menos que en la puerta que da a su patio trasero!

Si eso llegara a ocurrir –¡Dios nos guarde!– pues entonces México seguramente recibirá una fuerte dosis de insurrección ingenierizada desde el norte… perdón, quise decir de “primavera latinoamericana”.

Claramente, el resultado de las elecciones mexicanas tiene enorme importancia, que va mucho más allá de los propios mexicanos.

 

*Adrian Salbuchi es analista político, autor, conferencista y comentador de radio y televisión en Argentina. www.asalbuchi.com.ar

 

Adrian Salbuchi para RT 

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