Fueron 100 minutos de toma y daca entre el presidente defensor, el socialista Pedro Sánchez, y los suspirantes de la derecha Pablo Casado, del Partido Popular, y Albert Rivera, el hombre que llevó a Ciudadanos del centro a la derecha. En medio, el único político de izquierda, Pablo Iglesias, líder omnipresente de Podemos, fue el único de los cuatro que eludió el lenguaje vitriólico de sus oponentes y además se amparó en la Constitución para defender sus propuestas.
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Este martes será el último round: dos debates seguidos que los partidos pretenden les sirvan para sacar la mayor tajada de los votos indecisos que, según el promedio de las encuestas, oscila entre 30 y 40 por ciento.
El gran ausente en ambos encuentros será el partido Vox, representante genuino del nacionalcatolicismo, es decir, la ultra derecha pura, dura y madura. Y no estarán en los debate porque así lo decidió, con la ley en la mano, el Colegio Nacional Electoral al esgrimir que Vox no tiene representación nacional, parlamentaria.
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Estaba previsto que en ese ring a cuatro dos de ellos, Casado y Rivera, centrarían sus golpes en el hígado de Sánchez, y así fue. La lluvia de golpes contra el socialista fue despiadada, sin cuartel, tanto que a ratos emergía desde la equina el podemita Iglesias para pasar la esponja por la golpeada cara de Sánchez.
Me siento orgulloso de #España, de nuestra pasión por la igualdad, de nuestra diversidad. Somos ejemplo de derechos, conquistas y libertades.
Trabajemos juntos para unir a España en su diversidad. #HazQuePase/ ❤ #ELDEBATEenRTVE pic.twitter.com/ZwSdShHZLh— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) April 22, 2019
Nadie se pone de acuerdo sobre en qué medida estos dos debates influirán en la decisión final del ejército de indecisos. Pero todas las encuestas, hasta las encargadas por los medios de la derecha, dan por hecho que Sánchez ganará las elecciones del próximo domingo pero sin los votos que le permitan formar un gobierno en solitario.
Una alianza con los populares es algo más que una quimera, y Rivera, en ese desaforado volantazo hacia la derecha, ya juró que con Sánchez no va ni a misa. Así las cosas al actual presidente no le queda otro camino que llegar a acuerdos con Podemos y con los nacionalismos catalán y vasco, auténticos demonios para Casado y Rivera.
Y ese fue uno de los caballitos de batalla que montaron populares y ciudadanos para enderezar sus diatribas contra el socialista. La tesis del bloque trifacha, integrado además por Vox, es que Sánchez se echó ya en los brazos de los independentismos catalán y vasco para poder gobernar los próximos cuatro años. A cambio, sostienen, el PSOE abrirá la puerta a la desintegración territorial de España.
A tenor de los hechos de dominio público no hay en la hemeroteca ninguna declaración de Sánchez en esa dirección. Hoy no se cansó de repetirlo durante el largo debate. Casado y Rivera hicieron pinza en ese delicado tema, aunque el líder de Ciudadanos también arremetió contra Casado por todos los casos de corrupción. Rivera se ha empeñado en desfondar al PP y por eso ha asumido un discurso claramente orientado a la derecha. El problema es que ese corrimiento que seguramente atraerá votos de los populares, seguramente provocarán que los votantes socialistas que abandonaron a su partido hace cuatro años para apoyar las tesis centristas de Ciudadanos, optarán este domingo por regresar al redil socialista.
Asustó a esos y a otros votantes sin partido -la mayoría- la llamada foto de Colón (por la madrileña plaza que lleva el apellido de marras). En esa foto están los que son cabezas de la derecha y ultraderecha española: Casado, Rivera y Abascal, líder de Vox. La instantánea entusiasmó a unos cuantos pero asustó a muchos más.
Más allá de esos detalles está claro que Vox será el partido que más desfonde a los populares, mientras se da por hecho que también dañará en menor medida a Ciudadanos, algunos de cuyos votantes optarán por dar su voto a un partido que habla sn complejos, sin esconder sus retógradas intenciones. Vox será, según los pronósticos, la gran revelación de la contienda electoral.
A este primer debate acudió el líder de Podemos como el patito feo de la carrera por la Moncloa. Nadie discute el declive de un partido que ilusionó a jóvenes y adultos con un discurso fresco por rompedor. Llegaron para asaltar los cielos y hoy están a un paso de los infiernos. Sus luchas cainitas en la cúpula erosionaron su credibilidad. A pesar de ello, Iglesias tuvo una participación en el debate muy propositiva al decidir no sumarse a la refriega de sus tres rivales de viaje.
Nombrar ganadores y perdedores no tiene mucho sentido, aunque la mayoría de los medios coinciden en apuntar que Casado fue el que peor parado salió del envite. Este martes toca el segundo y último rifirrafe.
Fuente: La Jornada