Por Jenaro Villamil
“Soy padre de seis hijos, el pequeño de ellos tiene… va a cumplir tres meses. Lo que no quiero para mis hijos, no quiero para los tuyos”, exclamó Fernando Castro Trenti, el candidato priista a la gubernatura de Baja California en el más reciente debate de la contienda estatal.
Todos pensaban que este personaje, mejor conocido como “El Diablo”, haría un alegato en contra de la falta de educación, de salud, de protección social en los infantes. No fue así. Castro Trenti recetó una de las más recientes muestras de la más rancia homofobia e ignorancia elemental sobre el derecho:
“Por esa razón, yo jamás quise aliarme… que en mi partido se aliara con el partido que lo va acompañando, señor Vega, que es que permite las bodas entre personas del mismo sexo, adopciones entre personas del mismo sexo con niños que van a tomar esa escuela”.
“Ojalá el candidato Vega defina y aclare esta ambigüedad de su alianza”, sentenció con la mirada perdida que lo caracteriza.
De golpe, al señor Castro Trenti se le olvidó que existe una corriente –soterrada, pero fuerte– dentro de su propio partido a favor de la diversidad sexual. Se le olvidó que en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, el PRI también votó a favor de los matrimonios del mismo sexo. Se le olvidó leer un poco más para entender que los hijos adoptados por parejas del mismo sexo no actúan “por imitación” sino por afecto. Se le olvidó, simplemente, que estamos en el siglo XXI y no en la era de los dinosaurios morales. Como él. Se le olvidó que las batallas más importantes ganadas por los colectivos lésbico-gays y transgéneros es en el terreno justo de los derechos sociales.
El revuelo armado en las redes sociales y en los medios de comunicación por la homofobia de Castro Trenti llevó a su equipo de campaña a aclarar en un comunicado que “El Diablo”, “respeta absolutamente la diversidad sexual y la libertad de todos los individuos sobre las decisiones de su vida”.
Demasiado tarde. Los dinosaurios morales, como él, sólo actúan cuando existe un daño colateral y electoral. Lo más impresionante es que la dirigencia nacional del PRI ni siquiera reconvino al hombre de las fortunas dudosas y la mapachería electoral.
¿Qué pensarán Castro Trenti y otros dinosaurios morales de la reciente decisión de la Corte de Estados Unidos que derogó el miércoles 26 de junio una ley que negaba los beneficios federales a las parejas del mismo sexo? Esa ley, conocida como Ley de Defensa del Matrimonio (DOMA), la cual definía el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, fue considerada “inconstitucional porque es una denegación del acceso a la libertad de las personas, protegida por la Constitución”.
El máximo tribunal de Estados Unidos consideró que la DOMA “mina el significado tanto público como privado del matrimonio del mismo sexo permitidos en los estados al decirle a esas parejas y a todo el mundo que sus uniones no merecen recibir un reconocimiento a nivel federal”.
En varios estados de la República, y en el Congreso federal, varios legisladores del PRI, del PAN y algunos del Partido Verde impulsan leyes similares a la DOMA. Quieren cumplir con el compromiso que un sector del peñismo ha hecho con la alta jerarquía católica para negar la vigencia de los derechos adquiridos por los matrimonios del mismo sexo.
Los dinosaurios morales se incuban en El Vaticano, pero también en buena parte de la élite política mexicana.
El problema es que ya perdieron buena parte del debate público. Lo “anormal” ahora no es defender el derecho a tener parejas del mismo sexo, a que adopten hijos y tengan los mismos derechos sociales. Lo anormal es la homofobia. Lo condenable es la intolerancia rampante de un sector de las buenas conciencias hundidas en los escándalos de pederastia y corrupción de sus otrora adalides morales como Marcial Maciel.
Tolerancia y derechos
Una encuesta telefónica, levantada el pasado 25 de junio por el portal www.kaleydoscopio.mx, revela actitudes, juicios y prejuicios muy claros de los 800 encuestados telefónicamente a nivel nacional frente a la homosexualidad.
El primer dato que salta a la vista es que sólo una minoría (3.7 por ciento) considera a la homosexualidad una enfermedad, pero el 48.3 por ciento la cataloga como un “defecto moral”, el 23 por ciento opina que es “una decisión que cada quien debe respetar” y el 8.9 por ciento la considera “una orientación sexual tan normal como la heterosexualidad”.
Una abrumadora mayoría, 76 por ciento, afirma que si tiene un familiar cercano homosexual lo respetaría, frente a sólo el 9 por ciento que lo trataría de cambiar, y el 77.1 por ciento afirmó que permitiría que viviera en su casa una persona con una preferencia sexual diferente. El 60 por ciento considera positivo que las personas homosexuales manifiesten su inclinación sexual.
Paradójicamente, el 62.4 por ciento considera que no se respetan los derechos de los homosexuales en México. El 49.5 por ciento está “muy de acuerdo” y “algo de acuerdo” en que se legalicen los matrimonios del mismo sexo, frente al 41.6 por ciento que están “algo en desacuerdo” y “muy en desacuerdo”.
Uno de los temas más delicados es el derecho de las parejas del mismo sexo a adoptar. Hace tan sólo un lustro una mayoría rechazaba esta posibilidad. Ahora, según este sondeo telefónico: 16.3 por ciento está “muy de acuerdo” y 33.5 por ciento “algo de acuerdo” (suman 49.8 por ciento), frente al 23.2 por ciento que está “algo en desacuerdo” y el 20.9 por ciento que está “muy en desacuerdo” (44.1 por ciento).
La percepción sobre la discriminación a los homosexuales sigue siendo alta: el 60.7 por ciento considera que hay mucha discriminación, frente a un 24.6 por ciento que opina que sólo algo y 10.5 por ciento que considera poca la discriminación. La mayor discriminación (37.3 por ciento) se da en la calle y el 22.9 por ciento en las escuelas, según el mismo sondeo.
La pregunta estelar de la encuesta es la siguiente: “¿Usted votaría por un político que se declarara abiertamente homosexual?”. El 60.4 por ciento responde que sí, el 31 por ciento que no y sólo 8.6 por ciento que no sabe o no contestó. El porcentaje del sí es más elevado entre mujeres (63.4 por ciento), frente al 57.1 por ciento de varones.
Ojalá y alguien le enviara esta encuesta a nuestro dinosaurios morales de hoy.
Fuente: www.homozapping.com.mx