De Chihuahua a Ipanema

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Por: Pineda Jaimes

Efectivamente, aunque usted no lo crea, ya es una costumbre que Chihuahua esté presente en los mejores eventos deportivos… así como anuncio de cervecería.

Es una tradición que en Juegos Olímpicos y en los Mundiales de Futbol, las televisoras en un partido sí y otro también, enfoquen lo que ya es un ícono de estos eventos: la bandera mexicana que portan algunos aficionados, con la inscripción: CHIHUAHUA, así con mayúsculas.

No importa que debido a ello, algunos de nuestros más famosos narcos hayan sido capturados por la policía internacional, pues al verlos gustosos exhibirse en la televisión, rápidamente son identificados y capturados. Así detuvieron a los famosos Tres de la Sierra, (pero que en realidad eran cuatro, pues ya sabe como somos en México), narcos que operaban en Chihuahua, pero que en el año 2000 decidieron ir a los Juegos Olímpicos de Sidney en Australia, donde se exhibieron en la tele muy alegres y ahí cayeron. Los primeros en ser capturados fueron Francisco Ríos Valderrama y Armando García Quiroz, identificados, gracias a las tomas de las cámaras de televisión, y más tarde fueron detenidos Rubén Valdez Carrasco en Hawai, mientras que Ismael Venegas fue detenido en Chihuahua. A este grupo delictivo se le acusó de introducir más de 60 toneladas de mariguana a los Estados Unidos.

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No sólo en esas lides nos distinguimos. Ya ni para qué le cuento de todo lo que ya sabe. Desde que, al punto borracho nos da por apagar la llama votiva del Arco del Triunfo, parar el Tren Bala en Corea, ponerle un sombrero, sarape y un tequila a una estatua de Nelson Mandela en Sudáfrica, o hasta lanzarnos de un barco para impresionar a una que otra dama, o bien, robarnos cervezas en un estadio de Brasil. Parece que el desmadre es parte de nuestro ADN. Pero los mexicanos en algo nos parecemos a los griegos. Vamos del desmadre a la tragedia en un abrir y cerrar de ojos. Que no nos toquen el Cielito Lindo cuando estamos en el extranjero, porque entonces sí viene la tragedia. El llanto, el “te quiero un chingo, hermano”, el ¡Viva México!, el ¡hermano del alma!, nos sale a flor de piel. No hay mexicano/a que no se hinche de orgullo patrio cuando escucha el Himno Nacional en el extranjero, y eso se puede entender, es parte de lo políticamente correcto.  ¡Ah! pero que no nos toquen el Cielito Lindo, porque entonces ahí la cosa cambia. Es como nuestro segundo himno, por supuesto, no oficial, pero por lo mismo, más arraigado en el alma de los mexicanos.

Así como el ya famoso ¡putoooo! amenaza con significar un distintivo de la afición mexicana que rápidamente se propaga en los estadios del mundo, de igual manera todo mundo identifica el Cielito Lindo como el cántico  “oficial” que representa  a la porra mexicana. En un estadio lo cantamos de orgullo porque vamos ganando y queremos apantallar al rival, o de decepción porque nos van goleando. Nada de medias tintas. Así somos los mexicanos. Y dicho sea de paso, mire que se escucha lindo.

Me imagino que en el resto del mundo les pasará lo mismo que a nosotros cuando escuchamos los cánticos de los aficionados ingleses, italianos o los franceses, a quienes no les entendemos nada, pero que podemos apreciar que se escucha bonito en cada estadio donde se interpretan.

Sin embargo, en el caso mexicano, pocos se detienen a pensar que el famoso Cielito Lindo no es de autor desconocido o anónimo, mucho menos de dominio popular, como la mayoría piensa. Su creador es el maestro de primaria Quirino Mendoza y Cortés, originario del barrio bravo de Tulyehualco, Xochimilco, en el Distrito Federal, quien lo compuso en 1882, inspirado en la que posteriormente sería su esposa, la también maestra Catalina Martínez, maestra y musa de esta hermosa canción, que dicho sea de paso, sus herederos son los dueños de los derechos de autor hasta 2057, “100 años después de la muerte del autor”, según nos revela Excélsior en su edición dominical del 22 de junio de 2014. Según este mismo diario, actualmente es Gloria Mendoza, la nieta del compositor, quien recibe las regalías de la obra de su abuelo a razón de cinco mil pesos cada cuatro meses, lo que parecería una bicoca, dada la grandeza del compositor mexicano. La canción está registrada con el número 45701, y para variar, antes de reconocer a su autor, un sinfín de personas y lugares se disputan –sin razón, claro está- el derecho de haberla compuesto.

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El tradicional:

Ay, ay, ay, ay/canta y no llores/porque cantando se alegran/cielito lindo/los corazones…

Lo mismo lo han cantado desde Pavarotti, hasta don Plácido Domingo, sin olvidar desde luego, a las figuras de la época de oro del cine mexicano: Tito Guízar, Pedro Infante, Pedro Vargas, pasando por cantantes actuales como Ana Gabriel y otros. Bueno, hasta Gardel la llegó a interpretar en su versión de tango.

No sólo eso, según Excélsior, varias ciudades del país llevan su nombre, y entre ellas, hay un Cielito Lindo en Ensenada, Baja California; otra en Maxcanú en Yucatán, y otras más en Hidalgotitlán, Veracruz, Ciudad Valles en San Luis Potosí y dos más en Catazajá en Chiapas, y en Nezahualcóyotl en el Estado de México.

Algo parecido le pasó a Brasil con su celebérrica “Chica de Ipanema”, compuesta en 1962 por Vinícius de Moraes, con música de Antonio Carlos Jobim. Sin duda, la canción más famosa del país sudamericano. Sólo basta escucharla para saber que se trata de Brasil. Su origen, como todo este tipo de éxitos, es parte de polémicas, pero hay cierto consenso en que inicialmente fue creada para la obra musical Dirigível (Dirigible) con el título de “Menina que passa”. Sin embargo a sus autores no les acabó de convencer y cuenta la leyenda que una calurosa tarde, de esas que abundan en Río, al calor de una cervezas  en el bar Veloso, Jobim y Vinícius vieron pasar una hermosa chica con cuerpo escultural que todas las tardes acostumbraba tomar el sol en la playa de Ipanema. Y ahí surgió la inspiración:

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Mira qué cosa más linda/más llena de gracia/ es esa muchacha/ que viene y que pasa/ con su balanceo/camino del mar…

Hoy sabemos que esa musa, identificada en la canción como la cosa más linda, en verdad existe, y se llama Heloísa Eneida Menezes, quien tiene una cadena de tiendas de ropa, especializada en la venta de bikinis, por supuesto, llamada la Gorota de Ipanema, que ha sido interpretada prácticamente por todas las figuras del mundo, desde Frank Sinatra, Samy Davis Jr,. Nat King Cole, y hasta figuras del pop como Cher o Herb Alpert and the Tijuana Brass, sin olvidar por supuesto a la canadiense Diana Krall, que popularizó la Chica de Ipanema con su ya ahora popular versión de “The boy from Ipanema”, con esa mezcla de jazz y bossa nova, por supuesto.

Pero volviendo al maestro Mendoza y Cortés, ¿qué tiene que ver esto con Chihuahua?, pues que el profesor, es el autor también de lo que viene a ser  algo así como una de las canciones consideradas un ícono de nuestra musicografía: La Jesusita en Chihuahua, que prácticamente no hay orquesta sinfónica de México que no la interprete, ni escuela primaria o secundaria o compañía de danza folklórica que se respete,  que no la tenga dentro de su repertorio de bailables.

No sobra decir que la emblemática polka fue compuesta por Mendoza en 1916, prácticamente en plena Revolución, y al poco tiempo se convirtió en la favorita de Pancho Villa, quien, según afirman algunos historiadores, ordenaba a su banda tocarla cuando iba a combate. Como todo éxito, esta popular polka se le conoce de diversas formas en el mundo. Según la Wikipedia, en Estados Unidos se le llega a conocer como “J.C. Polka”, “Jesse Polka” o “Jessie Polka”. El tema se popularizó, o como diríamos hoy en día, se convirtió en viral, cuando de la mano de René Cardona, Pedro Infante estelarizó la cinta  en 1942 con el mismo nombre: Jesusita en Chihuahua.

Al igual que La chica de Ipanema, Jesusita en Chihuahua, todo indica fue inspirada en una mujer, en este caso una soldadera de la Revolución, lo mismo que La Adelita o La Valentina, sin que haya certeza en estos datos, aunque las versiones más aceptadas indican que La Adelita fue inspirada en Adela Velarde Pérez, nacida en nuestra Ciudad Juárez en 1900 y que en la revolución fungió como enfermera del ejército revolucionario, y fuera la musa de Antonio del Río Armenta, sargento de las tropas de Pancho Villa, según consigna el musicólogo Jaime Almeida, en un texto escrito en Milenio, el 10 de noviembre de 2013. Para el mismo Almeida -una autoridad dentro de la música-, La Valentina fue inspirada por otra soldadera: Valentina Ramírez Avitia, originaria de Noratal, Durango. Según Almeida, el corridofue creado por un trovador sinaloense anónimo.

Sea como sea, don Quirino Mendoza, quien fuera además director de la banda de música de Puebla, no sólo es el autor de nuestro emblemático Cielito Lindo que cantamos en los estadios mundialistas, sino que también le compuso a Chihuahua uno de sus más bellos temas, después del famoso Corrido de Chihuahua, que ese sí, nos hace gritar henchidos de orgullo regional:

¡Viva Chihuahua, cabrones!

Hasta mañana. Buen día y buena suerte.

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