Davos, el eslogan de la plutocracia

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Dynamic resilience: ¿Dinámicamente resistente o resistentemente dinámica?

Por Andy Robinson/ La Vanguardia

Davos— Los 2.500 movers and shakers (cortadores del bacalao y del gasto publico) de la nueva plutocracia global atascaron el centro nevado de Davos de limusinas Audi y Mercedes (siempre alemanes , siempre negros) el martes, al inicio de su cumbre anual en los Alpes suizos. Resbalándose en las aceras heladas de Promenade y jadeando en el aire enrarecido de Schatzalp como aquellos tuberculosos del club de medio pulmón de Thomas Mann, los integrantes de la élite global -más ricos relativamente que nunca, más étnicamente diversos también, pero ( algo no cambia), casi todos hombres- buscaban el elusivo “dinamismo resistente” con la misma desesperación que suelen buscar la viagra en el cajón del penthouse en Los Angeles o Shanghai.

Dynamic resilience es la última consigna del Foro Económico Mundial (WEF), y como siempre, el eslogan se caracteriza por ser tan anodino y vacío de sentido que puede ser invertido sin perder nada de significado. “Resistencia dinámica”. Suena bien también, ¿no? Los eslóganes de Davos son objetos de burla en la sala de prensa que se sitúa a 10 minutos en carro de golf equipado para la nieve alpina del centro de convenciones.. Solo Arianna Huffington, la bloguera multi millonaria (ex esposa de naviero griego), admira las consignas de Davos. Ayer, se deshizo en elogios por el Foro Económico Mundial: “Es tan apropiado el eslogan de Davos este año…”, escribió. Claro, -al puro estilo del emprendedor social (social entrepreneur) tan apreciado en Davos- Arianna fundó el imperio del Huffington Post mediante la movilización de activistas dispuestos a escribir sin cobrar para un nuevo medio “socialmente comprometido” y luego lo vendió a AOL por 300 millones de dólares y posteriormente creó una edición española con el Grupo Prisa Ahora recibe un flujo constante de contenidos socialmente correctos de jóvenes blogueros con misión, todos a sueldo del WEF, como este de Abigail Noble .

Solo Juan Luis Cebrian, socio millonario de Arianna y otro incondicional de Davos, tras rentabilizar, a su propia manera, ser cabeza visible de un “diario progresista”, pudiera ser tan respetuoso con el departamento de propaganda e imagen de Davos. Nicholas Bergguren, inversor multimillonario y el verdadero cortador del bacalao (y de la plantilla) en el Grupo Prisa, numero 206 en la lista de Forbes de billionaires y un dedicated follower of Davos , tiene más dudas respecto al dinamismo del Foro Economico de Davos: “Es como speed dating; nadie tiene tiempo para hablar”, dijo a Bloomberg ayer . Bergguren, que recorre el mundo en un avión Gulfstream y vive en hoteles de cinco estrellas, cumple con el retrato robot de Davos Man, que necesita de altruismo y filantropía para complementar su insaciable afán de lucro. Este trotamundos billonario, en sus momentos compasivos, se convierte en emprendedor social . Se define como filántropo, impulsor del “impact investment”, según la frase de moda en Davos este año en la que la inversión del Davos man tiene grandes beneficios sociales y “redefine el significado del retorno sobre una inversión”, según escribe la mismísima Abigail Noble en Huffington Post. Claro, para la masacrada redacción de El País, el impacto de la inversión de Bergguren ha resultado algo más duro.

La cara oscura de Suiza se ha asomado en repetidas ocasiones en las últimas semanas ahora que los medios de comunicación se interesan finalmente por la grotesca evasión fiscal de la élite europea que coincide con los discursos moralizantes de austeridad de nuestros líderes, sean el tesorero del PP o el ministro de Finanzas griego, o Axel Weber, ex presidente del ortodoxísimo Bundesbank, ahora ejecutivo de UBS, cuyo papel como refugio secreto de evasores fiscales desde Nueva York, Atenas o Madrid, ya se conoce de sobra. Así mismo la noticia de que el banco Wegelin & Company , de sede en el municipio suizo de Saint Gallen y fundado en en 1741, tuvo que cerrar al trascender que había ayudado a miles de ricachones estadounidenses a evitar pasar bajo la mirada implacable del IRS (Hacienda de EEUU), ha dejado hecha añicos la reputación suiza de rigor, disciplina, orden , limpieza. Solo queda el chocolate.

Y aquí en Davos, el mancillamiento de la imagen de este pequeño país tan admirado por la clase dominante catalana por su paisaje alpino, sus cantones y referenda, por su plurilingüismo, su productiva industria de relojes, y su máxima discreción a la hora de buscarte una cuenta de elevados intereses para optimizar tu estrategia tributaria global, alcanzó otro nivel ayer. El conductor del autobús shuttle del Foro Económico Mundial desde el aeropuerto de Suiza a Davos se perdió dos veces en las escasas calles del centro de Davos, metiendo marcha atrás y efectuando complicados giros de 180 grados en callejones llenos de nieve gris. Pero eso no era todo. Al llegar a Davos y bajarse el equipaje del bus, trascendió que se habían perdido dos maletas. Increíblemente, la mía sí estaba. Pero la bolsa de mi compañero de viaje por los valles alpinos desde Zurich a Davos -el economista de Berkeley Barry Eichengreen- había desaparecido. Hubo un momento en el que el Foro Económico de Davos estuvo a punto de pasar por un escándalo quizás a la altura de la que ocurrió hace 15 años cuando el Wall Street Journal denunció negocios sucios del empresario suizo y fundador del Foro Klaus Schwab. Barry se puso delante del autobus como aquel manifestante de la Plaza de Tiananmen y se negó a moverse antes de que alguien llamase a la policía. ¿Sería posible que en Suiza no solo hay bandoleros bancarios, cómplices en el robo a los maltrechos contribuyentes europeos sino también quienes roban las maletas de viajeros inocentes? Afortunadamente, se encontraron las bolsas desaparecidas en el pueblo de Klosters donde el shuttle había parado anteriormente.

Es el quinto foro de Davos desde el inicio de la crisis y se palpa un tímido optimismo en el centro de convenciones Congress, rodeado de policías armados con francotiradores visibles ahi arriba a la altura de las agujas de hielo que cuelgan de los tejados. “Estados Unidos se encuentra en bastante buenas condiciones y Europa se ha estabilizado;”, dijo Jamie Dimon presidente de JP Morgan. “Hace un año en Davos estábamos tomando muy en serio la posibilidad de colapso total de la zona euro; sigue habiendo un problema de deuda muy importante, pero el riesgo extremo se ha esfumado”, añadió Zhu Minh, el director chino del Fondo Monetario Internacional.

Pero yo no me fiaría mucho. Todo forma parte del dinamismo resistente pactado este año en Davos. Y, para tener una idea de lo lejos que se sitúa Davos -la “montaña mágica” aislada en su decadencia fisica y moral, según Mann- del mundo real abajo en el valle, cabe reflexionar sobre una votación que se hizo ayer en una sesión sobre el sector financiero. “¡Levanten las manos todos los que piensan que hace falta más regulación en el sector bancario!”, anunció la periodista María Bartiromo. Solo dos personas levantaron la mano.. “Y ¿los que apoyan menos regulación?”. Cientos de manos, en el aire.. “¡Esto es Davos!”, exclamó sorprendido Zhu Minh, del FMI. Dimon de JP Morgan encantó al público al insistir en que los bancos han sido tratados como “chivos expiatorios” en la crisis. Esos banqueros de Davos y Wall Street son los más dinámicamente resistentes de todos.

Fuente: http://blogs.lavanguardia.com/diario-itinerante/?p=1500

 

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