El Comité Organizador del Premio Nacional Carlos Montemayor “reivindicó” a los participantes de las luchas armadas guerrilleras que se dieron en el país a partir de 1965 y hasta principios de los años 80 del siglo pasado, con la entrega de ese galardón a dos de los sobrevivientes del asalto al cuartel militar de Ciudad Madera, Chihuahua.
Florencio Lugo Hernández y Francisco Ornelas Gómez, fueron parte de los 13 combatientes del Grupo Popular Guerrillero (GPG) que el 23 de septiembre de 1965 intentaron infructuosamente tomar ese complejo militar, localizado en la sierra de Chihuahua. Como resultado del asalto, ocho guerrilleros perdieron la vida y cinco lograron escapar.
El premio también fue conferido a las llamadas Mujeres del Alba -que fueron las compañeras, madres, hermanas y demás de esos hombres- sin ellas ese ataque -considerado el precedente de la lucha guerrillera en México- no hubiera sido posible; así como al cantautor Francisco Madrigal, “uno de los pioneros de la canción comprometida con el pueblo”, compositor entro otras piezas como Jacinto Cenobio.
En la ceremonia de premiación, que se realizó simbólicamente en el Centro Cultural Los Pinos, “espacio desde el que seguramente salieron las órdenes para acallar a las voces disidentes”,los asistentes aseguraron que todos aquellos que participaron en las luchas guerrilleras del país “fueron valientes”.
Susana de la Garza, presidenta del Comité Organizador del Premio, indicó: “Tenemos la oportunidad de reivindicar justo en este espacio a los participantes de las luchas armadas de nuestro país, en esta edición del premio honramos la memoria de Carlos Montemayor, su obra y pensamiento, contribuyendo al rescate de la memoria colectiva, y que mejor manera de hacerla otorgándola a los sobrevivientes del asalto al cuartel de Ciudad Madera, Chihuahua”.
Indicó que ese movimiento guerrillero hermanó la lucha de estudiantes, maestros y campesinos y fue el precedente del inicio de las luchas guerrilleras en el país.
Florencio Lugo, uno de los sobrevivientes galardonados, enfatizó que desde las oligarquías, gubernamental y empresarial, se le restaba méritos a la lucha social y armada a fin de que no fueron ejemplo para las nuevas generaciones.
Se dijo en favor de los señalamientos que hizo el historiador Pedro Salmerón –quien en un escrito sobre el empresario regiomontano Eugenio Garza Sada, indicó que perdió la vida a manos de “valientes jóvenes” de la Liga Comunista 23 de septiembre. “Era una guerra, y en la guerra había dos bandos, debía haber bajas en ambos, no había más”, señaló en entrevista al finalizar el acto.
Su ex compañero Francisco Ornelas Gómez, también sobreviviente del ataque a aquel cuartel y premiado esta mañana, refirió: “Aquí estamos y seguiremos estando en lucha”.
Afirmó que esos movimientos mantuvieron al país en pie, por lo que también se pronunció a favor de las palabras de Salmerón, quien estaba al frente del Instituto NAcional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México y quien presentó su renuncia al presidente Andrés Manuel López Obrador tras el debate que su calificativo de “valientes jóvenes” generó en varios sectores políticos y empresariales.
Alma Gómez, en representación de las Mujeres del Alba, nombró a cada una de esas mujeres y la lucha que hicieron antes y después del asalto al cuartel de Ciudad MAderas. Cómo reclamaron los cuerpos de los caídos, el reconocimiento de ellos y la justicia para todos.
“La guerrilla es una forma de lucha política y social, y tiene como fin último la modificación de la forma de gobierno (…) A ellos (y otros) los descalificaron, los reprimieron y violentaron sus derechos humanos”, apuntó.
Durante todo el acto, en varias ocasiones, los asistentes lanzaron gritos y vivas para “los valientes que luchan”. Al finalizar el acto, se cantaron varias de las piezas de Francisco Madrigal y se proyectó la película Las Armas, basada en el libro del escritor, poeta y ensayista Carlos Montemayor -en honor de quien se otorga este premio-, Las armas del Alba, referente al asalto al cuartel de Ciudad Maderas, aquel 23 de septiembre de 1965.
Fuente: La Jornada