El pasado diciembre, los estudiantes de La Habana daban rienda suelta a su alegría tras el anuncio del acercamiento entre Cuba y Estados Unidos. Los dos países retomaron sus relaciones diplomáticas tras 50 años de antagonismo político.
En 1959, Al frente de una guerrilla de jóvenes barbudos, Castro sorprende al mundo derrocando a la dictadura del general Fulgencio Batista.
Abiertamente comunista y antiestadounidense, la isla se acerca cada vez más a la Unión Soviética de Nikita Kruschév. Las relaciones con Estados Unidos se deterioran aún más con las expropiaciones de empresas estadounidenses.
Hasta que Washington decide derrocar al régimen.
En 1961 tiene lugar el desastroso episodio de Bahía Cochinos. El 17 de abril, 1.500 exiliados cubanos opositores al régimen entrenados y pagados por la CIA, desembarcan en la isla.
Pero Castro se entera de los planes y en cuestión de horas neutraliza la operación, orquestada por Eisenhower. Mueren 118 personas y 1.200 son encarceladas.
La consecuencia inmediata es que Cuba y Estados Unidos se convierten en enemigos declarados.
En febrero de 1962, Kennedy impone el embargo que sigue actualmente en vigor. Posteriormente, a finales de ese mismo año, la crisis de los misiles pone a los dos países al borde de la guerra nuclear.
Estados Unidos descubre la existencia de misiles soviéticos en Cuba. En un contexto de tensión máxima, la Unión Soviética acepta retirarlos a cambio de la promesa de Washington de no atacar Cuba.
El divorcio se consuma. La Habana, más cerca que nunca de la URSS, es víctima colateral de su desintegración. Cuba se ve obligada a reconstruirse comercial y diplomáticamente sin su principal protector. Pero la crisis económica es profunda, y el nivel de vida cae en picado.
Cada vez más balseros se juegan la vida intentando llegar a las costas de Florida.
Un caso emblemático de este fenómeno y otra espina diplomática más entre los dos países, fue el de Elián González, cuya madre murió en noviembre del 99 en su tentativa de emigrar de la isla.
Esta imagen, en diciembre de 2013, con ocasión de los funerales de Nelson Mandela en Sudáfrica, simboliza el comienzo de una nueva era entre los dos antiguos enemigos.
Un acercamiento progresivo que se concretó un año después con el intercambio de prisioneros y el aligeramiento del embargo. El siguiente paso es la apertura de las respectivas embajadas “lo antes posible”.
Fuente: euronews