Crisis acaba con caballos en España

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La región española de Andalucía, famosa por el flamenco y sus castillos moros, es también la cuna de una legendaria raza de caballos, frecuentes obsequios para la nobleza acaudalada, conocidos históricamente por su presencia en la conquista de América y exhibidos en películas de Hollywood.

En su frondosa hacienda en el corazón de Andalucía, Francisco Mesa cría los ‘Pura Raza Española’ con un empeño forjado en años de atender esos animales, conocidos por su inteligencia y su afinidad con los seres humanos. Cuando entra en el lodoso corral, Mesa, de 73 años, es inmediatamente rodeado por potros y yeguas que lo acarician con sus hocicos, sin saber que les depara un triste final: el matadero.

A menos de que haya un perdón de último momento, los purasangre de Mesa serán reducidos a carne de caballo en cuestión de meses. Son víctimas de una grave crisis económica que ha devastado los ingresos de millones de españoles, ha desatado el desempleo y obligado a mucha gente a abandonar sus viviendas.

Los caballos Pura Raza Española siempre han sido populares en España, pero las adquisiciones se dispararon particularmente durante el auge económico de fines de los años noventa. Ya eran legendarios como caballos de guerra y como frecuente obsequio entre la nobleza europea, e incluso se han usado en películas de Hollywood como “Gladiator” y “Braveheart”.

El aumento de la demanda generó un inusitado interés por criar a estos animales y la cantidad de caballos en España aumentó en cientos de miles, casi la mitad de ellos Pura Raza Española. Los nuevos ricos de España manifestaban una demanda insaciable.

Hasta que llegó la crisis económica del 2008. Decayó la demanda por los caballos y ahora, al agravarse la crisis, ha surgido un nuevo dilema: los propietarios ya no pueden pagar por el mantenimiento de los animales, y ello implica que irán al matadero si no se halla a alguien que pueda cuidarlos. Hasta el año pasado, la ley española incluso disponía que los caballos que nadie deseaba debían ser convertidos en carne para comer. Eso ya no se cumple, pero la mayoría de las bestias van al matadero de todas maneras, pues no hay alternativa. Si alguien simplemente abandona un caballo, tiene que pagar fuertes multas.

La cifra de caballos enviados al matadero en España alcanzó los 70.000 el año pasado, comparado con 30.000 en el 2008, según el Ministerio de Agricultura.

Mesa se crió en una granja donde los caballos hacían todas las tareas que luego harían las máquinas, y ha estado activo en el sector desde 1991. En otra época vendía los caballos por decenas de miles de euros cada uno, y ahora está tratando desesperadamente de deshacerse de los 25 que le quedan, a cualquier precio, o incluso regalados, para salvarlos. Le aterra pensar que serán convertidos en una comida que pocos españoles consumen y que mayormente es usada para exportación.

En estos tiempos de austeridad, Mesa no puede gastar más del dinero que percibe de su pensión pública, a la que le agrega el alquiler que su hijo recibe de otra granja, para pagar por el mantenimiento de los caballos. Por ello se ha impuesto un plazo para venderlos. Si no lo logra, el individuo que vende los animales a los mataderos le pagará unos 150 euros (200 dólares) por animal y enviará un camión para recogerlos. Los caballos quedarán confinados en un corral hasta que salgan de la lista de espera para ser sacrificados.

“Quisiéramos que vivan y estamos tratando de ver si recuperamos algo del dinero que gastamos por ellos”, declaró Mesa. “Y si no, me temo que como último recurso, con todo el dolor de mi corazón, tendremos que llevarlos al matadero. Pero estoy pidiendo ayuda, no es que yo quiera hacer dinero de esto”.

Mesa no cree que retornará la prosperidad que caracterizó el mercado de los caballos en España durante años. Es una opinión compartida por expertos en la cría de animales y funcionarios del gobierno.

“Tener caballos era antes un símbolo de estatus, la gente los compraba, aprendía a montarlos y la industria de criaderos prosperaba”, explicó Carlos Buxade, profesor de cría de animales y jefe del departamento de producción animal de la Universidad Politécnica de Madrid. “Lo que está pasando ahora es que cuesta entre 350 y 400 euros (entre 455 y 520 dólares) al mes mantener a un caballo y hay mucha gente que no lo puede pagar”.

España está en “una crisis por todo lo que sea lujo, y los caballos son un lujo”, agregó Buxade.

El censo de caballos realizado por el Ministerio de Agricultura arrojó que hay 660.889 caballos en España, comparado con 748.622 en el 2011, pero en el 2007, antes de la crisis económica, la cifra era de 435.598. Los expertos en esa área advierten que la matanza de caballos en España podría continuar durante años. El gobierno dice que está al tanto de la situación, pero no ha tomado medidas al respecto.

En resumen, todo se trata de simple economía: Un caballo tiene en promedio una vida útil de entre 10 y 12 años, y muchos de los que hoy viven nacieron para un mercado próspero que ya no existe. Muchos criadores han caído en la bancarrota y los que todavía trabajan tienen muchos menos caballos, declaró Leopoldo Fernández, presidente de la Asociación de Criadores de Caballos.

“Cada vez hay menos inventarios y menos criaderos”, declaró Fernández, fundador de la cadena de restaurantes Telepizza y quien administra caballos pura raza en Segovia, aproximadamente a una hora de Madrid.

“Hay criadores de caballos que tiran la toalla o que crían menos caballos. Los caballos se venden a muy bajo precio o se envían al matadero y ni sabemos cuánta gente está cavando sus propios huecos para meter allí sus caballos muertos”.

Fernández añadió que ha visto que algunos propietarios de caballos les dan menos alimentos a los animales debido a la falta de recursos. Activistas defensores de los derechos de los animales sostienen que la crisis ha desatado un aumento en la cantidad de caballos que son abandonados.

Pero Buxade opina que el matadero es el destino más común para los animales. ¿La razón? La mayoría de los dueños de caballos en España han cumplido con una orden del gobierno que les requiere implantar microchips en las bestias con los datos del propietario. Por lo tanto, el propietario que abandone a su animal puede ser identificado y obligado a pagar cuantiosas multas.

“Para el dueño del caballo que no puede pagar más para mantenerlo, es mejor enviarlo al matadero para evitar que el gobierno te busque, pero el dueño no hace dinero con eso porque el caballo cuesta mucho más que la carne”, señaló. “Enviarlos al matadero solo te ahorra los gastos cotidianos”.

Otro criador de caballos, José Rodríguez, ha regalado dos de sus caballos purasangre en meses recientes y no tiene intenciones de mantener la yegua que hace pocos años engendraba crías que valían entre 4.000 y 12.000 euros, pues si la yegua vuelve a dar luz, los costos subirán.

El negocio equino que Rodríguez fundó en la zona de Almonte, aparte de su negocio de venta de frutas, se convirtió “en un pasatiempo, una diversión”.

“Si no te alcanza el dinero ni siquiera para comer, mucho menos alcanzará para alimentar al caballo”, dijo Rodríguez. “Yo no quiero enviar a mis caballos al matadero pero si me quedo sin trabajo tendré que hacerlo. Antes era un negocio, ahora está todo arruinado”.

A pocos kilómetros de distancia en su hacienda, Mesa está tratando de vender un potro por 4.000 euros, aunque hace apenas unos años hubiera recibido 20.000 o 30.000. Está dispuesto a regalar el animal si no puede venderlo pronto.

Mesa espera poder venderlo antes del peregrinaje católico a la ermita de la Virgen de El Rocío. A la procesión asisten aproximadamente un millón de personas, muchas a caballo o carrozas.

Mesa dice que aprovechará el evento para publicitar sus caballos, ante gente que los apreciaría y que comprendería su deseo de evitar que vayan al matadero.

“Soy amante de los caballos, estoy haciendo todo lo que puedo para salvarles la vida”, declaró.

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