El deseo del ser humano de imitar a la naturaleza y crear un ser inteligente que ejecute sus propias acciones conscientes genera el temor de la llegada de un ‘apocalipsis tecnológico’. ¿Lo lograremos algún día?
Observar a una máquina que derrota al campeón del mundo de uno de los juegos de estrategia más difíciles del planeta ya no es una novedad. Aplicaciones que deciden por nosotros, robots que nos asisten en las tareas de la vida diaria o máquinas de combate que pueden organizarse y atacar por sí solas, son algunos ejemplos del avance que el ser humano ha conseguido en el campo de la inteligencia artificial.
Solo son matemáticas
La inteligencia artificial es una rama de la ciencia computacional que se define como la aptitud de las computadoras de imitar las capacidades cognitivas (mentales) de un ser vivo, que les permite resolver problemas reales y aprender de sus experiencias anteriores.
Redes neuronales, robótica, algoritmos genéticos, sistemas expertos y agentes inteligentes, son algunos de los conceptos extraordinarios que impresionan por lo desconocido y peligroso que nos puedan parecer.
Los algoritmos de inteligencia artificial son procesos automáticos y fórmulas matemáticas que calculan las máquinas siguiendo ‘reglas’ específicas definidas por el programador, tan simples como: si es mayor a 2, súmale 3 a la salida. El producto final de estos algoritmos, reglas, fórmulas y procesos ejecutados por las computadoras resultan en aplicaciones reales como la entrega por parte del buscador de Google de los resultados que buscamos en Internet, o que un programa de seguridad identifique a una persona por su rostro.
La capacidad de las máquinas contra las del cerebro humano
A pesar de que las computadoras solo están programadas para ejecutar comandos, lo hacen de manera mucho más rápida que el ser humano y muy pocas veces se equivocan como nosotros. Un ejemplo de ello sería una ‘simple’ multiplicación, por ejemplo, 567 por 397 (intente ejecutarla). La máquina daría el resultado exacto antes de que un humano siquiera se acerque a la solución. De hecho, la computadora más rápida del planeta, la Sunway TaihuLight china, podría realizar unas 90.000 billones de estas operaciones en un segundo.
Sin embargo, según destaca el profesor de Inteligencia Artificial de la Universidad Técnica Estatal Bauman de Moscú (BMSTU), Valeri I. Térejov, en una entrevista exclusiva a RT, cuando se habla de inteligencia lo importante no es la rapidez de procesamiento, sino el “paralelismo” de las acciones o cuántas operaciones simultáneas puede ejecutar un procesador, y es aquí donde el ser humano no tiene competencia.
Aunque los procesos eléctrico-químicos del cerebro para la transmisión de la información son bastante lentos, las más de 1.000 billones de conexiones que mantienen sus neuronas lo han convertido en una de las creaciones de la naturaleza más impresionantes y efectivas para la supervivencia.
Imitar a la naturaleza en beneficio de la humanidad
Como ya lo destaca Stephen Hawking, uno de los seres humanos más inteligentes de la historia, un ser artificial con capacidades superiores a las nuestras podría convertirse en algo muy beneficioso para el ser humano, pues las máquinas podrían resolver problemas para los que no tenemos soluciones, como la cura contra el cáncer.
Durante las últimas décadas, el ser humano ha obtenido buenos resultados en su intento de reproducir algunas partes de las principales funcionalidades de esta ‘máquina natural’. A partir de algoritmos de última generación como las redes neuronales convolucionales (ConvNet), se ha logrado imitar funcionalidades como la vista o el oído “con más del 90 % de efectividad” en tareas de reconocimiento de las imágenes o separación de los sonidos emitidos por varios instrumentos, afirma Térejov.
“La desventaja de crear un ser muy parecido al humano es que herede nuestras capacidades emocionales y simplemente se niegue a ejecutar las tareas que se le asignen”.
Valeri I. Térejov, profesor de la Universidad Técnica Estatal Bauman de Moscú.
¿A qué le tememos?
Más allá de las múltiples ventajas de estos sistemas, muchos se plantean una posibilidad real de que se repita un escenario parecido al de películas como ‘Terminator’ o ‘Matrix’, con un final apocalíptico en el que la raza humana es dominada por seres con una inteligencia superior que nosotros mismos hemos creado.
El especialista de la BMSTU explica que existe la creencia de que a medida que enseñemos y ampliemos las capacidades de las redes neuronales artificiales, podría llegar un momento en que estas “comiencen a pensar por sí solas”. Incluso actuamente existen desarrollos tan avanzados que ejecutan procesos en capas que los científicos “no logran interpretar”, destaca.
Es precisamente este desconocimiento lo que causa un temor de que una hipotética capacidad evolutiva de las máquinas se convierta en un verdadero problema para nuestra especie, cuando el ser humano sea ‘una molestia’ para su desarrollo. Hawking advierte que ningún ser humano desearía encontrarse en una situación en la que nuestras acciones vayan en contra de estos seres más evolucionados, pues no tardarían en destruirnos al igual que nosotros lo haríamos —sin pensarlo ni un segundo— con una colonia de hormigas que se interponga en la construcción de una central hidroeléctrica.
“Existe la creencia de que si incrementamos la potencialidad de las redes neuronales artificiales, llegará un momento en que estas estructuras adquieran su propia conciencia”.
Valeri I. Térejov, profesor de la Universidad Técnica Estatal Bauman de Moscú.
El temor de convertirse en esclavos de unos seres que por ahora solo nos hacen la vida más fácil se hace eco en las mentes más destacadas. Se trata de una preocupación que ha hecho que grandes personalidades del sector tecnológico como Bill Gates (Microsoft), Elon Musk (Tesla), Steve Wozniak (Apple) hayan reunido esfuerzos e incluso invertido millones de dólares en el desarrollo de tecnologías que aseguren que en el futuro las máquinas se comporten de manera ‘amigable’ con el hombre.
De cualquier manera, la posibilidad de crear una inteligencia artificial ideal está muy lejos de hacerse realidad. A pesar de que el ser humano vive en una época crucial en el desarrollo tecnológico, tal vez estemos a décadas o siglos de crear un ser ‘superinteligente’. O quizás ese día nunca llegue.
Fuente: RT/ Juan Carlos González Gusev