La película satírica de Luis Estrada La Dictadura Perfecta llega a los cines de México el 16 de octubre como contrapunto de ficción al drama real de la violencia patrocinada por el Estado y la corrupción que tantos titulares generan sobre el salvaje estado de Guerrero.
Cuando un corrupto gobernador mexicano, Carmelo Vargas, es captado por una cámara mientras recibe un maletín lleno de dólares de parte de un capo de la droga, parece que su carrera se irá a la ruina.
Sin embargo, contrata a la estación de televisión más importante para reparar su imagen. Muy pronto queda en el olvido su inclinación a ajustar cuentas con la pistola que guarda en el escritorio de su oficina, junto con la corrupción arraigada de su estado. El gobernador se catapulta a la presidencia.
La película satírica de Luis Estrada ‘La Dictadura Perfecta’, llega a los cines mexicanos el 16 de octubre como contrapunto de ficción al drama real de la violencia patrocinada por el Estado y la corrupción que tantos titulares generan sobre el salvaje oeste que es el occidental estado de Guerrero.
Allí los sucesos se han agravado hasta convertirse en la crisis más grave de derechos humanos del primer mandato de Enrique Peña Nieto. Dichos sucesos han convertido a los mismos siete pecados capitales que la película muestra como los eternos defectos del país – crisis, violencia, manipulación, ineptitud, corrupción, impunidad, cinismo – en una prioridad para el presidente.
El miércoles, Human Rights Watch (HRW) criticó al gobierno por su escaso progreso en la lucha contra las desapariciones y los secuestros. Los esfuerzos de la administración habían “estado plagados de demoras inexplicables y declaraciones públicas contradictorias, y las medidas tomadas han producido resultados muy limitados”, escribió José Miguel Vivanco, director ejecutivo de HRW para las Américas.
Peña Nieto se ha ganado el reconocimiento internacional por promover 11 audaces reformas, diseñadas para atraer la inversión a un nuevo y dinámico México. Pero después de haber prometido acabar con la cultura de la impunidad oficial de México, algunos se cuestionan su capacidad para limpiar la casa.
“Esto afecta al presidente también – no es sólo un problema de Guerrero”, dice Alejandro Hope, experto en seguridad. “Esto socava la narrativa de que las cosas estaban mejorando”.
La película muestra un México exagerado pero familiar, donde reina el clientelismo. Los sucesos reales en Guerrero, uno de los estados más volátiles de México, parecen casi tan sospechosos como los que se muestran en pantalla, con personajes que parecen sacados directamente del elenco de actores.
El alcalde de la ciudad de Iguala, donde se sospecha que sicarios de la mafia y policías corruptos secuestraron y asesinaron a 43 estudiantes el 26 de septiembre, ha sido acusado en informes de los medios de comunicación de tener vínculos con un importante cártel de la droga, de recibir de la mafia 2 millones de pesos (150 mil dólares) al mes por su silencio e incluso de haber estado involucrado en asesinatos. Se están investigando estas acusaciones. Las autoridades de Guerrero dicen que el alcalde no respondió a una citación para prestar declaración.
Jesús Murillo Karam, fiscal general de México, dijo que los integrantes de la policía de Iguala parecen haber sido “sicarios” del cártel de Guerreros Unidos, principal fuente de la heroína y la marihuana en las calles de Chicago. Videos muestran a los estudiantes detenidos en vehículos de la policía. Los miembros del cártel han admitido haber matado a 17 de los estudiantes, mientras que se han encontrado hasta ahora media docena de fosas comunes y los restos carbonizados de 28 cadáveres no identificados.
Mientras tanto, en Tlatlaya, en el Estado de México, se alega que en junio el ejército mató a 22 personas en un almacén y que intentó silenciar la masacre hasta que las investigaciones realizadas por medios de comunicación extranjeros forzaron a una investigación que ha dado lugar a ocho detenciones en el ejército y a que tres soldados ahora enfrenten cargos de asesinato.
Estas y otras tragedias, como una ola de secuestros en Valle de Bravo, que usualmente es un apacible refugio de fin de semana para los ricos de la capital, y la violencia en los estados de Michoacán y Tamaulipas – muestran cómo los viejos estereotipos de la delincuencia, la corrupción y el amiguismo de México son tan válidos como siempre.
La narco-política que florece en los feudos de las tierras baldías más allá de la ciudad de México es un retroceso hacia el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) de antaño. Los excesos del PRI en 71 años en el poder le valieron el apodo del novelista peruano Mario Vargas Llosa que da título a la película.
El gobierno federal de México está lleno de peces gordos, jóvenes e inteligentes. Sin embargo, dice Raúl Benítez, un analista político, “en estados como Guerrero, que son retrógrados y violentos, desgarrados por la corrupción y gobernados por caciques, aún sigue siendo el viejo PRI”.
El Presidente ha abordado algunos intereses creados – la jefa del poderoso sindicato de maestros fue encarcelada por corrupción – y ha promovido cambios sin precedentes que obligarán al magnate de las telecomunicaciones Carlos Slim a reducir su cuota de mercado dominante. También ha capturado a importantes capos de las drogas.
Pero ha sido criticado en los medios sociales por excusar la corrupción como un rasgo “casi humano”. Televisa, la televisora dominante en México, y a la que ampliamente se le acredita haberle ofrecido un invaluable apoyo al telegénico Peña Nieto en su campaña por la presidencia, parece tan poderosa como siempre. Mientras tanto, los mexicanos no están convencidos de que las reformas los beneficiarán a ellos.
“Esto no es una democracia, es una autocracia”, suspira Juanita Pérez, una profesora jubilada.
Tanto el gobierno como Televisa – que planeaba distribuir la película, pero que luego la descartó – han evitado hacer comentarios sobre lo que podría ser una experiencia vergonzosa.
Fuente: The Financial Times