Gerardo Ruiz Esparza, el inamovible secretario de Comunicaciones y Transportes, tiene añejos vínculos con la clase política del Estado de México –incluido el propio presidente Peña Nieto– y con consorcios inmersos en varios escándalos. Los dislates del funcionario ante el accidente de la semana antepasada en el Paso Exprés de Cuernavaca, reavivaron las voces de quienes exigen su remoción. Unos lo llaman “esteta de la corrupción”, pero el titular del SAT, Aristóteles Núñez, lanzó un tuit más contundente: “Secretario Gerardo Ruiz Esparza, no es un socavón, no es la lluvia. Es negligencia y corrupción…”
Por Jenaro Villamil/ Proceso
A Gerardo Ruiz Esparza, hombre de los grandes negocios con el corporativo español OHL, Grupo Higa, la familia San Román y las empresas Aldesa, Gutsa, Altán y Alstom, nadie lo mueve.
Pese a sus errores, los escandalosos sobreprecios en decenas de licitaciones que ha organizado, las evidencias de presunta corrupción en su trayectoria profesional, sus declaraciones ante los accidentes trágicos como el del miércoles 12 en el Paso Exprés de Cuernavaca, sigue al frente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) –a la cual llegó el 1 de diciembre de 2012–, apoyado por el presidente Enrique Peña Nieto.
El 16 de mayo de 2015, cuando se le desintegró en la atmósfera el satélite mexicano Centenario, cuyo costo ascendió a 300 millones de dólares, la dependencia que dirige responsabilizó a las empresas International Launch Services y Boeing Satellite Systems.
Meses antes, el 3 de noviembre de 2014, en el Senado se acusó a Ruiz Esparza de favorecer los intereses del empresario Juan Armando Hinojosa, cabeza del Grupo Higa y amigo de Peña Nieto, en la licitación del tren México-Querétaro, que se suspendió ante el escándalo de la Casa Blanca, revelado por Proceso y el portal Aristegui Noticias el 8 de noviembre de ese año.
“No es un tema de amistades, es un tema de negocios”, respondió Ruiz Esparza a los senadores que lo cuestionaron: Javier Corral, del PAN; Manuel Bartlett, del PT, y Fidel Demédicis, del PRD.
Por decisión unilateral, el funcionario decidió adquirir poco más de 10 millones de televisores digitales para repartir en la política del “apagón analógico” a un sobreprecio escandaloso: de los 18 mil 760 millones de pesos originalmente presupuestados, terminó costando 28 mil 446 millones de pesos más.
Un informe del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) reveló que 54.88% de los aparatos fueron mal repartidos y la Auditoría Superior de la Federación detectó casi 400 mil unidades “perdidas”.
Ante la indignación de Televisa y TV Azteca, afectadas con la política del “apagón analógico” y las evidentes fallas en el reparto de los televisores durante el año electoral 2015, Ruiz Esparza se defendió ante el Senado señalando que el documento del IFT “no tiene sentido legal ni práctico claro” y se autoelogió: “La culminación exitosa del apagón analógico permitió que el 93% de los hogares de México tengan acceso a los beneficios de la televisión digital”.
En realidad, las grandes beneficiarias de las compras multimillonarias de televisores digitales fueron dos consorcios desconocidos hasta entonces: Diamond Electronics en sociedad con Comercializadora Milenio, que terminó acaparando 63% de todas los aparatos licitados (6.5 millones), por un monto superior a los 19 mil millones de pesos; la segunda fue la cadena de supermercados Soriana –involucrada en los escándalos de las tarjetas de apoyo a Peña Nieto en 2012– que obtuvo mil 927 millones de pesos por la compra de 781 mil televisores.
El caso de Diamond Electronics llegó hasta el escándalo reciente de la empresa Tecnoradio, que licitó por 37 frecuencias de radio. Uno de los ejecutivos de Tecnoradio era Alí Eduardo Bañuelos, director general de Polaroid en la empresa Diamond Electronics (Proceso 2117). La SCT de Ruiz Esparza se volvió a lavar las manos afirmando que a esa dependencia “no le corresponde revisar el cumplimiento de los requisitos que establecen las bases de licitación del IFT”.
LARGA VINCULACIÓN OHL-RUIZ ESPARZA
El 7 de septiembre de 2015, la voz de Ruiz Esparza se escuchó en uno de los audios divulgados sobre el escándalo de OHL. El titular de la SCT le comentó a Pablo Wallentin, entonces directivo de la constructora española, que la empresa Infraiber “no tiene cómo defenderse porque no tiene ni acción legal contra el gobierno del estado (de México), porque no hay nada que le haya dado derecho a Infraiber, porque no se firmó ni se ha firmado nada, entiendo, con ningún concesionario”.
También se escucha a Ruiz Esparza refiriéndose al abogado Paulo Díez Gargari, de Infraiber, que no ha quitado el dedo del renglón, documentando las irregularidades de OHL y la SCT: “Ahora, ¿qué hacemos para que este hijo de puta pare de chingar? Pues es otro pedo. ¿Me explico? Pues ahí sí, no tenemos forma. Nosotros tratamos de hablar con él para ver qué chingados quería” (Proceso 2042).
En un comunicado, la SCT calificó esas grabaciones como “ilegales, editadas y manipuladas” y sostuvo que “pretenden desorientar a la opinión pública”, pero no negó que fuera la voz de Ruiz Esparza.
El vínculo de Ruiz Esparza con OHL es innegable. En febrero de 2003, la constructora española de Juan Miguel Villa Mir obtuvo del gobierno de Arturo Montiel la licitación para construir, diseñar, financiar y operar el Circuito Exterior Mexiquense (CEM) –obra que continuó durante el gobierno de Peña Nieto en el Estado de México– cuya extensión fue de 110 kilómetros y representa 50.1% de los ingresos totales del consorcio español en México.
Junto con el CEM, el gobierno estatal de Peña Nieto, a través de Ruiz Esparza, le concesionó a OHL el Viaducto Bicentenario, a un costo de 10 mil 71 millones de pesos.
La verdadera bonanza de OHL se produjo en la administración federal que inició en 2012, con Peña Nieto como presidente y su viejo aliado y conocido Ruiz Esparza como titular de la SCT.
Sólo en los dos primeros años de su gestión, la SCT le otorgó a OHL al menos siete contratos importantes: 64% de la autopista Atizapán-Atlacomulco, por 9 mil 500 millones de pesos; el tramo 1 del Tren Interurbano México-Toluca, por 10 mil millones, en sociedad con Grupo Hermes, de Carlos Hank Rhon; el segundo piso de la autopista México-Puebla, con una inversión de más de 10 mil millones; la Línea 3 del Tren Eléctrico de Guadalajara, por 7 mil 418 millones, en sociedad con la francesa Alstom.
Mientras en ese lapso a OHL le entregaron obras por 41 mil 500 millones de pesos, a otras constructoras privadas –ICA, Tradeco e IDEAL–, la SCT de Ruiz Esparza les entregó contratos por 9 mil 412 millones.
Además, el negocio de infraestructura más importante de este sexenio, la construcción y licitación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, pasa por los intereses de OHL y de Ruiz Esparza. El total de las obras suman alrededor de 169 mil millones de pesos, incluyendo 20 mil millones en las obras hidráulicas.
La más reciente defensa de Ruiz Esparza a OHL ocurrió en torno a las elecciones del Estado de México.
El líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, acusó en mayo pasado a OHL de formar parte de “una estructura de financiamiento de campañas políticas”. La SCT exoneró a la compañía española y afirmó que en la autopista Atizapán-Atlacomulco la oferta de ésta fue menor “por más de 840 millones de pesos respecto al otro competidor”.
Ahora, tras la muerte de Juan Mena Ruiz y Juan Mena Romero en el socavón de siete metros en la ampliación del Paso Exprés de Cuernavaca, inaugurado apenas en abril pasado, Ruiz Esparza salió a responsabilizar, primero, a la lluvia y a la basura, después a señalar que “no estaba informado” de las protestas de los habitantes, y finalmente defendió la indemnización a los deudos de los Mena “por ninguna cosa más que por el mal rato que pasaron”.
En su carta pública al presidente Peña Nieto entregada el lunes 17, el abogado de Infraiber, Paulo Díez Gargari, sentenció:
“Gerardo Ruiz Esparza, ese esteta de la corrupción, ese maestro en el difícil arte del engaño y la simulación, ese negador categórico de las realidades más evidentes, el valedor de OHL, es el responsable de la muerte del señor Juan Mena y su hijo.”
“EL PASO DE LA MUERTE”
El escándalo del Paso Exprés volvió a abrir la caja de Pandora de la corrupción de Ruiz Esparza: la obra que costó más de 2 mil millones de pesos y con una “garantía” por mala ejecución por 220 millones de pesos, presenta 45 puntos de riesgo, según un informe entregado a la SCT por los vecinos de la colonia Chipitlán; desde el inicio de su construcción, en enero de 2015, suman más de 20 muertes por accidentes viales y de trabajadores en la obra, según diputados locales de Morelos.
Pese a todo, Ruiz Esparza se defendió en entrevistas a distintos medios electrónicos e impresos y afirmó que quienes han pedido su renuncia lo hacen por “motivos políticos”.
“Uno no es dueño del cargo, uno constantemente está en riesgo… Yo estoy a las órdenes de mi jefe, quien me designó y es mi jefe, quien debe decidir si le sirvo o no le sirvo a mi gobierno”, dijo.
Y su jefe, el presidente Peña Nieto, no sólo lo protegió sino lo ha defendido públicamente. El mismo día del 51 cumpleaños del mandatario, el jueves 20, Peña Nieto dejó en claro que no habrá cambios en su gabinete: “No tengo para decir sí, ni para decir no… No es éste el momento para decirles, no lo tengo considerado en este momento”.
Los legisladores del PRD, PT-Morena y del PAN en la Comisión Permanente primero demandaron la comparecencia de Ruiz Esparza y después promovieron un punto de acuerdo para reclamar la renuncia del titular de la SCT. El PRI y el Partido Verde defendieron al funcionario, amigo de décadas atrás de Emilio Gamboa Patrón, líder de la bancada priista en el Senado.
El extitular del Servicio de Administración Tributaria, Aristóteles Núñez, demandó claramente la renuncia de Ruiz Esparza en su cuenta de Twitter, @AristotelesN, poco después del fallecimiento de Mena Ruiz y Mena Romero:
“Secretario Gerardo Ruiz Esparza –escribió–, no es un socavón, no es la lluvia. Es negligencia y corrupción. Deje de hacerle daño al presidente y al país. Renuncie.”
En columnas periodísticas se filtró la versión de que detrás de Aristóteles Núñez está la mano del actual canciller Luis Videgaray. Durante años, el exsecretario de Hacienda sostuvo una clara disputa con Ruiz Esparza por el manejo de las licitaciones y los grandes negocios.
Fuente: Proceso