Después de perder diversas células urbanas que se pasaron al Cártel del Golfo, la nueva dirigencia de Los Zetas se apresura a llenar los huecos para organizar su contraofensiva en todo el noreste del país. Recurre a sicarios muy jóvenes, que envía de San Luis y Tamaulipas a Nuevo León y a Coahuila como refuerzos. No obstante, los gobernadores Rodrigo Medina y Rubén Moreira anuncian que ya consiguieron disminuir la criminalidad.
Reynoso— Los Zetas están distribuyendo a decenas de sicarios por todas las plazas del noreste del país, ya sea para reforzar su control o para recuperarlo. Este es el caso de algunos municipios de la zona metropolitana de Monterrey que les arrebató el Cártel del Golfo.
“En días pasados arribaron a Nuevo León, provenientes de San Luis Potosí, alrededor de 40 camionetas con hombres armados. Se desplazaron por brechas y caminos vecinales para que no las detectaran”, informa a Proceso un agente federal que solicitó el anonimato.
Las autoridades estatales fueron informadas de que los pistoleros pretenden recuperar Santa Catarina y parte de Monterrey, además de Cadereyta, este último municipio de la región rural del sur de Nuevo León, según la fuente consultada.
Otros grupos se trasladaron de Tamaulipas a Coahuila, pero parte del contingente fue capturado por cuerpos especiales de la policía estatal coahuilense, que los detectaron “gracias a trabajos de inteligencia”, confirma el portavoz de Seguridad estatal, Jesús Carranza.
El funcionario precisa que, a finales de septiembre, efectivos del Grupo de Reacción Operativa del Municipio de Saltillo (GROMS) detuvieron a 23 personas, incluidos nueve menores, sospechosas de pertenecer a Los Zetas. Les decomisaron 17 armas largas, 100 mil pesos y 48 mil dólares en efectivo; mil 500 cartuchos hábiles, cargadores y equipo táctico diverso. Los presuntos sicarios almacenaban todo esto en una casa de seguridad.
“Confesaron pertenecer a Los Zetas y haber llegado a Saltillo con el objetivo de dar apoyo a la organización criminal, desarrollando diversas tareas”, decía el comunicado que la procuraduría estatal emitió tras la captura.
Grietas en el cártel
La nueva dirigencia de Los Zetas, encabezada por Omar Treviño Morales, El Z-42, y Ramiro Rojas, El Rama, jefe de plaza en Tamaulipas, así como por el capo que controla Zacatecas, apuntaló a la organización para contrarrestar la pérdida de varias de sus células, que se sumaron al Cártel del Golfo.
La fractura fue evidente desde el pasado 11 de septiembre, cuando aparecieron en puentes peatonales de Nuevo Laredo varias narcomantas firmadas por “Z renegados” que manifestaron su descontento con los cabecillas que sustituyeron a Miguel Ángel Treviño Morales, capturado por la Marina a mediados de julio.
Este es el segundo cisma importante que sufre el sanguinario cártel. El primero lo encabezó Iván Velázquez Caballero, El Talibán o El Z-50, quien acusó a Treviño Morales de manejar el dinero de la organización para beneficio de su familia, a través de su hermano José Treviño, quien permanece detenido en Estados Unidos por lavado de dinero.
Los “Z renegados” iniciaron su ofensiva contra sus antiguos compañeros filtrando a blogs y redes sociales alrededor de 150 fotografías de jóvenes sicarios que fueron enviados de Nuevo Laredo a Monterrey, ciudades de Coahuila y de Zacatecas.
En las fotos se ve a jóvenes, incluso adolescentes, portando fusiles de asalto cuerno de chivo, AR-15, chalecos antibalas, radios y todo tipo de pistolas. Algunos de ellos visten aún las camisas de las secundarias de Nuevo Laredo en las que estudiaban.
La mayoría fueron enviados a reforzar su organización en la zona metropolitana de Monterrey, donde perdieron poder e influencia desde la captura de su estructura de mando después del incendio del Casino Royale, el 25 de agosto de 2011.
Otro factor para que el cártel, también llamado “la última letra” o “la compañía”, perdiera poder y capacidad de fuego en la capital de Nuevo León fue la deserción de algunas pandillas o clicas que controlaban.
Grupos de las colonias Independencia, Tanques de Guadalupe y Risca, entre otras del sur de Monterrey, acordaron dejar a Los Zetas e irse por la libre. Los pandilleros rompieron con Los Zetas por los “tablazos disciplinarios” a los que eran sometidos. Incluso algunas pandillas del sur de la zona metropolitana conformaron el grupo “Mata Zetas”, que se unió al Cártel del Golfo.
El “triunfo” de los gobernadores
Al llegar los mencionados refuerzos zetas se reactivó la violencia en toda el área conurbada de Monterrey, si bien tendió a focalizarse en las colonias controladas por cualquiera de los cárteles.
En la última semana de septiembre volvieron a registrarse ataques a bares, ejecuciones múltiples y descuartizamientos. Sin embargo, en todo el noreste primero levantan a sus rivales para ejecutarlos lejos y posteriormente desaparecerlos. Se supone que los narcos actúan así para no “calentar” demasiado las plazas.
Una consecuencia inmediata fue la reducción de las cifras oficiales de homicidios dolosos, que el gobernador nuevoleonés, Rodrigo Medina, presumió como una muestra de la eficacia de su administración en su labor para erradicar la violencia y la inseguridad. En cambio, Medina oculta que se incrementaron los secuestros y levantones.
En el caso de los homicidios dolosos, que según la procuraduría estatal fueron alrededor de mil 500 el año pasado, en 2013 comenzaron a disminuir desde julio y a la fecha suman “sólo” 590. En contraste, los secuestros se dispararon y el número de denuncias formales implica que están desapareciendo cerca de 48 personas por mes en la zona metropolitana.
En el estudio Percepción y realidad del secuestro en Nuevo León, realizado por la Universidad Autónoma del estado (UANL), se indica que si se consideran los levantones y plagios que no se denuncian, la cifra de personas desaparecidas se dispara hasta cerca de 90 por mes.
Según el documento, más de 25% de los secuestros en la entidad están relacionados con las disputas del crimen organizado, y en la mayoría de estos casos las víctimas son asesinadas.
La redistribución de refuerzos zetas está provocando que vuelvan a ser campos de batalla los municipios de la Frontera Chica de Tamaulipas, donde el Cártel del Golfo ha mantenido un férreo control. Y continúan los choques armados en el sur del estado, al igual que en municipios zacatecanos, como Fresnillo, y los poblados aledaños.
En ciudades de Coahuila, como Saltillo, en la zona de Acuña y Piedras Negras, lo mismo que en la zona metropolitana de Monterrey, se padecen menos balaceras y ataques de alto impacto, pero continúan los levantones y secuestros.
Como su homólogo nuevoleonés, el gobernador coahuilense Rubén Moreira alienta en la población la falsa versión de que están venciendo a la inseguridad. Pocos les creen, ya que en las últimas semanas repuntaron los asesinatos de empresarios y los atentados contra negocios que se niegan a pagar “derecho de piso” a los delincuentes.
Por ahora los levantones y secuestros se difunden sobre todo en las redes sociales; pocos se publican en los medios electrónicos e impresos.
Fuente: Proceso