Contra la impunidad

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Por Epigmenio Ibarra

“La impunidad y la injusticia,
dos caras de la misma moneda”.
Amín Malouf

Si la corrupción mata, la impunidad que con el dinero robado al pueblo se compra, mata más y por más tiempo. Un criminal que se sabe libre de castigo volverá a matar, volverá a robar, volverá a abusar de sus semejantes y contagiará a otros que seguirán su ejemplo. Un crimen que no se castiga es un crimen que indefectiblemente se repite.

Transformar al país pacífica, profunda y radicalmente exige combatir esta amenaza constante y brutal; liberarlo de ese destino manifiesto al que, por décadas, estuvo sometido. Alzarse contra la impunidad, garantizar así el imperio de la justicia en nuestra patria, es la condición primera e indispensable para construir la paz.

Entiendo perfectamente que la tarea de un gobernante como Andrés Manuel López Obrador es —sobre todo— la de mirar hacia adelante, la de convocar a la reconciliación nacional para —entre todos— reconstruir, prácticamente desde sus cimientos, a un México que nos dejaron hecho pedazos.

Sé que, a diferencia de otros que se han sentado en la silla, Andrés Manuel López Obrador no necesita ofrecer una “pieza de sacrificio” a la opinión pública y encarcelar, como hacían sus antecesores, a rivales políticos que, en la mayoría de los casos, eran personajes menores que habían dejado de ser funcionales para el viejo régimen o lo habían traicionado.

Respeto y entiendo su determinación de no perseguir a los ex presidentes. Pero yo, como otros miles de ciudadanas y ciudadanos más, le tomo la palabra y, anticipándome a la consulta ciudadana cuya realización considero urgente y necesaria, me pronuncio por que quienes ocuparon la primera magistratura sean investigados, procesados y en su caso encarcelados, ya.

De Aguas Blancas a Ayotzinapa, pasando por Villas de Salvárcar, Apatzingán, Tlatlaya o Tanhuato, las masacres y desapariciones masivas fueron un recurso habitual del viejo régimen. Los inquilinos de Los Pinos las ordenaron, las toleraron, las ignoraron, les restaron importancia y propiciaron así la “normalización” de la violencia y el horror. Son, por tanto, corresponsables de esos crímenes.

El Fobaproa, el Pemexgate, la Estafa Maestra, Odebrecht, la colusión con el crimen organizado de jefes políticos, militares o policiacos desde el general José de Jesús Gutiérrez Rebollo hasta Genaro García Luna. No fueron excepción; eran la norma. Del saqueo sistemático de la nación fueron también cómplices por acción u omisión los ex presidentes. Sus fortunas deben ser investigadas, incautadas, devueltas al pueblo.

Por sus lujos y excesos, por los negocios que al amparo del poder hicieron sus amigos y familiares. Por la forma en que dispusieron del Estado mexicano como si fuera su hacienda. Por las concesiones otorgadas a parientes, como la de Guardería ABC a una prima de Margarita Zavala que costó la vida a 25 niñas y 24 niños, han de responder ante la justicia.

Presidentes del PRI y del PAN se repartieron el botín. Se cubrieron unos a otros la espalda. Fundieron poder y crimen, hicieron de la política y el delito la misma cosa. Quieren volver y si quedan impunes podrán lograrlo. Contra la impunidad, a la que como a la escalera y parafraseando a López Obrador, hay que barrer de arriba para abajo, te convoco a exigir en los medios, en las redes y en las calles: #JuicioAexPresidentes.

@epigmenioibarra

Fuente: Milenio

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