Conmoción a Argentina tortura a bebé durante la dictadura

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La denuncia de una víctima de la pasada dictadura militar (1976-1986) en un mega juicio contra los responsables de crímenes de lesa humanidad  que se realiza en Córdoba, sobre la terrible tortura a un bebé secuestrado con sus padres, causó conmoción tanto en esa provincia como en todo el país, donde aún se buscan a unos 300 niños nacidos en Centros Clandestinos de Detención y  robados a sus padres desaparecidos, cuando las Abuelas de Plaza de Mayo recuperaron 130 jóvenes que hoy luchan junto a sus familiares por la verdad y la justicia.

El relato de una de las víctimas cuya familia quedó destruida con desaparecidos y muertos  fue publicado por Página 12, enviado desde Córdoba por María Platia. La denunciante  Norma Julia Soulier, de 59 años, y su sobrino Sebastián, de 44 años, es el bebé secuestrado con sus padres y entregado luego, torturado a la familia. El 15 de agosto de 1976 una patota (banda) irrumpió en la casa de Adriana María Díaz Ríos y Juan Carlos Soulier (hermano de Julia) ambos de 22 años, estudiantes universitarios y militantes de las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL). “Los golpearon y se los llevaron descalzos a pesar del frío. Una vecina le contó luego a la mamá de Juan Carlos que Adriana llevaba en brazos envuelto en una colchita al bebé (Sebastián)”.

Al día siguiente el papá de Julia salió en su camioneta a buscar a sus hijos y golpeó la puerta de la casa donde en realidad lo estaban esperando los militares, que lo secuestraron y se lo llevaron a una famosa sede de torturas de la policía de Córdoba (D2). En la noche de ese día golpearon en la casa donde estaba Julia adolescente con su tía Yolanda. Se asomó “aterrada” y vio a dos hombres con un bulto. “Salí y eran dos militares encapuchados y uno me preguntó si vivía ahí la familia Aguirre. Les dije que sí, y ellos que me tenían que entregar un paquete. El paquete tenía la frazadita de la cuna de Sebastián, y el otro militar me dio el colchoncito de la cuna. En la esquina alcancé a ver que se iban en la camioneta de mi papá””

Cuando entró a la casa  se dio cuenta con su tía que el paquete era su sobrino Sebastián, el bebé secuestrado con sus padres. “Tenía la cara muy sucia. En los pliegues de la colcha había una carta de Adriana (la madre del niño) en la que decía que se iba de viaje y que cuidaran mucho a Sebastián”. Entonces vieron con horror que el niño había sido torturado, que no cerraba los ojos. “Tenía las pupilas muy dilatadas y el cuerpo en estado de rigidez. Llevaba un enterito de guata (mameluco) que chorreaba orín (…) tenía la piel toda arrugada y deshidratada y llagas sangrantes detrás de sus rodillas y axilas. Cuando le sacamos los escarpines (zapatitos de lana tejidos), los piecitos estaban morados, apenas se le veían los dedos del pie por la inflamación. Había sido golpeado fuertemente en los pies”.

Julia dijo en su largo relato que abarcó a varios de su familia, desaparecidos, sus padres muertos jóvenes por el terror vivido, que tenía que relatar esta historia junto a Sebastián, quien reivindicó la lucha de sus padres, a los que sigue buscando. “A mi abuelo le quitaron todo, sus hijos su salud, la de mi abuela. Además nos robaron todo. No quedó nada. Lo único que conservo es la colchita en que me devolvieron y a veces la uso para arropar a mi hija”. Este es uno de los casos más perversos, junto con el de algunos otros niños torturados delante de los padres para obligarlos a hablar. Una historia del terror y la perversión humana.

Fuente: La Jornada

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