El papa Francisco llamó el miércoles a los fieles a evitar a los “ídolos” del dinero, el poder y el placer y en su lugar ayudar a los jóvenes a construir un mundo mejor, durante la homilía en la Basílica del Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, la virgen negra que es la patrona de Brasil.
Después de la homilía, el papa dijo a millares de fieles congregados afuera del templo que volvería a Brasil en 2017, aunque no especificó los motivos de esa visita.
Aclamado por millares de católicos que acudieron al templo, principal centro de peregrinación en Brasil, el papa tuvo un momento emotivo que lo dejó con los ojos llorosos al encontrarse de frente con la imagen de la Virgen de Aparecida, a la que tomó en sus manos y abrazó.
“Es cierto que hoy en día, todos un poco, y también nuestros jóvenes, sienten la sugestión de tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el dinero, el éxito, el poder, el placer. Con frecuencia se abre camino en el corazón de muchos una sensación de soledad y vacío y lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros”, expresó Francisco en su sermón, marcado por el tono religioso.
Ante ello, pidió dar aliento a la generosidad de los jóvenes y ayudarles a construir un mundo mejor.
Los jóvenes, dijo Francisco hablando en portugués, “son un motor poderoso para la Iglesia y para la sociedad. Ellos no sólo necesitan cosas. Necesitan sobre todo que se les propongan esos valores inmateriales que son el corazón espiritual de un pueblo, la memoria de un pueblo”.
Tras la misa, el Papa caminó entre los fieles dentro del templo, donde estrechó manos y repartió besos y bendiciones a su paso, además de ser fotografiado por millares de personas con cámaras y teléfonos celulares.
Recibió también saludos de representantes de otras denominaciones, como los cristianos ortodoxos y judíos, que acudieron a la ceremonia religiosa.
Posteriormente salió a un balcón que lleva el nombre de su antecesor, Benedicto XVI, desde donde dio una bendición a los millares de feligreses que lo aguardaban bajo la lluvia helada.
“No hablo brasileño, voy a hablar en español”, expresó.
“Le pido a la Virgen de Aparecida que bendiga a sus familias, a sus hijos, a sus padres, a patria”, antes de lanzar una pregunta a los fieles: “¿una madre olvida a sus hijos?”.
La multitud de más de 100.000 personas respondió en coro “no”, a lo que el prelado les dijo “ella (la Virgen) no se olvida de nosotros, y ahora le vamos a pedir su bendición”. Con la imagen de la Virgen de Aparecida en las manos, el papa extendió la bendición a los fieles.
Pese al clima gélido, los feligreses vibraron con la presencia del carismático pontífice desde Río de Janeiro, donde participa en la Jornada Mundial de la Juventud. Nacilda de Oliveira Silva, una diminuta empleada doméstica de 61 años fue una de las que lo recibió con emoción.
“He estado levantada casi 24 horas, la mayor parte del tiempo en pie y bajo la lluvia y el frío, pero no siento dolor. Me siento bañada en la gloria de Dios por causa del papa. Para mí es lo mismo que ver pasar a Jesús, así de conmovida me siento”, expresó Silva.
El papa tenía previsto ir al Seminario do Bom Jesus donde almorzaría con seminaristas, padres y obispos. Más tarde daría la bendición a unas 50 monjas que viven en tres conventos de clausura en el Santuario de Aparecida.
Francisco llegó en helicóptero a Aparecida y, tras descender, hizo un recorrido hasta la basílica en un vehículo abierto en el que iba de pie saludando a la multitud de fieles que lo aclamaban. Sus agentes de seguridad le acercaron cinco niños a los que besó a lo largo del recorrido.
A diferencia del tumulto provocado el lunes en Río de Janeiro con la llegada del papa, cuando fieles se abalanzaron sobre los dos vehículos en que se movilizó, en Aparecida prevaleció el orden, con barreras que impidieron a los fieles acercarse al auto abierto utilizado, y agentes de seguridad que circularon entre la multitud y el carro.
Al llegar al templo, Francisco se inclinó ante la imagen de la Virgen de Aparecida y permaneció ante ella en silencio.
“Madre, te pedimos permanecer aquí, siempre acogiendo a tus hijos peregrinos y estar siempre a nuestro lado, acompañar a la gran familia de tus devotos, sobre todo cuando la cruz más nos pesa”, expresó.
Después puso la imagen sobre el vidrio que protege a la imagen de la “virgen negra” y se persignó.
La basílica tiene capacidad para 45.000 personas.
Millares de fieles ondearon banderas y entonaron el coro de “Francisco, Francisco” ante la llegada del papa al templo que recibe a peregrinos de todo el país que acuden a rendir ofrendas y rezar ante Nuestra Señora de Aparecida.
“Puede haber lluvia o sol, frío helado o calor sofocante, que miles y miles de personas vendrán a ver a nuestro papa porque esa es la fuerza de la fe del pueblo brasileño”, manifestó Taina Alves dos Santos, una secretaria de 29 años, tiritando de frío bajo la llovizna.
Un frente frío afecta la zona sudeste de Brasil desde la llegada del papa a Brasil el lunes.
De hecho, el mal tiempo obligó al prelado a cambiar su viaje desde Río, que iba a ser en helicóptero hasta Aparecida. Sin embargo, la lluvia y los fuertes vientos lo obligaron a tomar un avión hasta Sao José dos Campos y desde allí continuar el viaje en helicóptero hasta la sede de la misa papal.
En Sao José dos Campos había millares de fieles apostados contra la cerca que rodea la terminal aérea para ver a Francisco, quien los saludó a la distancia antes de abordar el helicóptero.
Fieles en Brasil se mostraron impresionados con el estilo humilde del primer jefe del catolicismo mundial proveniente de América Latina. Ese es el caso de Isabel de Jesús, de 56 años, una devota de San Francisco de Asís que viajó desde la ciudad de Sao Paulo para ver al papa en Aparecida.
“Él es el santo de los pobres, y por lo que veo, el papa Francisco es también el pontífice de los pobres. Es una persona humilde y llena de amor por los pobres. Creo que él va a luchar por los pobres y yo estoy aquí para animarlo a dar esa lucha”, expresó De Jesús mientras se resguardaba de la llovizna helada bajo un alero junto a su esposo.
Otra fiel, Conceicao Carmen de 48 años, estaba tan cansada de esperar que no logró tomar la foto que quería cuando tuvo al pontífice al frente.
“Es una bendición estar aquí en presencia de este hombre santo”, comentó Carmen, sus ojos rojos llenos de lágrimas. “Estoy tan cansada que cuando pasó el Papa quise tomarle una foto pero se me cayó la cámara. Estoy decepcionada con eso, pero llevo una foto de él grabada en el corazón”.
El prelado tiene previsto volver a Río al final del día para visitar un centro de atención de a drogadictos.
Fuente: AP