Los campesinos o pequeños productores agrícolas “son los principales contribuyentes de la seguridad alimentaria en el mundo” así como actores fundamentales en la sostenibilidad social y ambiental. Sin embargo, por negligencia política de los gobiernos han resultado el sector más afectado por la pobreza y los efectos del cambio climático.
Por Susana González G.
Tal es la conclusión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) en su informe 2015 sobre los pequeños agricultores y el desarrollo sostenible de productos básicos que comenzó a difundir hace unos días.
En conjunto, los campesinos concentran apenas 12 por ciento de todas las tierras agrícolas pero generan 80 por ciento de los alimentos del planeta. Esos números, destaca el organismo, “deberían haber justificado una asignación más alta de recursos públicos. Por las amenazas crecientes vinculadas al cambio climático, la creciente escasez de recursos naturales y la exigencia de competitividad en los mercados mundiales, los pequeños productores agrícolas merecen una atención política urgente, tanto a nivel nacional como mundial”.
Sobre todo, abunda, cuando “la pobreza sigue siendo un fenómeno predominantemente rural y el 70 por ciento de los mil 400 millones de personas en extrema pobreza de los países en desarrollo viven en zonas rurales”.
Luego de la crisis alimentaria que estalló en 2008 por el encarecimiento de los productos básicos, los campesinos cobraron mayor importancia en muchos países que reorientaron sus políticas en seguridad. Hasta antes de ese año, la producción nacional de alimentos se había convertido en una preocupación menor para muchos países, salvo excepciones como Estados Unidos, debido a los excedentes en la producción agrícola a nivel mundial.
Para Estados Unidos la producción alimentaria es “parte de su política de defensa nacional” y en la mayoría de los países asiáticos la comida un asunto de seguridad nacional, por lo que la maximizar de la producción de alimentos es una estrategia prioritaria.
LIBERACIÓN DEL COMERCIO, DAÑO DURADERO A LA AGRICULTURA
La mayoría de los campesinos sólo produce en pequeña escala o de plano únicamente para el autoconsumo “con practicas responsables con el medio ambiente”. Tienen una “débil vinculación con los mercados internacionales, pero pese a ello son los más vulnerables a las crisis y volatilidad de los precios de los productos básicos y también los más afectados con el cambió climático.
Obstáculos, desequilibrios y deficiencias en el comercio internacional restringen su participación y, en cambio, favorecen a intermediarios y exportadores de alimentos. La falta de educación, inversión, acceso a las tecnologías de la información, créditos y formación empresarial abonan en la exclusión de los campesinos y la (Unctad) menciona incluso que con “la liberación del comercio en muchos países en desarrollo se ha causado un daño duradero a la agricultura en pequeña escala”.
El sector público ha reducido su participación en la agricultura y los apoyos a campesinos, además de un abandono de políticas públicas agropecuarias que han dejado un vacío que no ha sido ocupado por el sector privado, como se esperaba.
El estudio puntualiza que, en general, los países de Asia, América y África sí incluyen a los pequeños agricultores en sus políticas de seguridad, pero en la realidad sólo algunos han tenido éxito y persisten diversos obstáculos para integrarlos a la economía, el comercio y el desarrollo.
Si bien la (Unctad) aclara que el término de “pequeños agricultores” varía según la región, aclara que en el estudio lo utiliza para referirse a quienes realizan sus cultivos en propiedades (granjas o ranchos) que sólo tienen una extensión aproximada de 2 hectáreas, utilizando fundamentalmente mano de obra familiar, y que tienen una limitada interacción con los mercados comerciales y el crédito.
Hasta principios de este siglo, el 87 por ciento de este tipo de productores agrícolas se concentraba en países de Asia Pacífico, 8 por ciento en África y 4 por ciento en Europa. Menos del 1 por ciento pertenecía a naciones de América Latina, debido a que en estar región “el tamaño de una granja de explotación media es de alrededor de 20 hectáreas”. Además, en el oeste de África y el sudeste de Asia, la mano de obra femenina representa 50.7 y 60.7 por ciento del total, en tanto en América Latina no llega ni al 10 por ciento.
Es un sector con un alto nivel de resistencia pero la (Unctad)destaca que cuentan con la capacidad de lograr mayor productividad y eficiencia para convertirse en un motor de crecimiento económico y reducción de la pobreza, ya que en la medida que transiten de la agricultura de subsistencia a la comercial pueden aumentar sus ingresos.
Sin embargo, persisten Estar atomizados y carecer de poder de negociación, mantiene a los pequeños productores al margen de los mercados internacionales pero eso no impide que los shocks negativos los impacten y no gocen plenamente de sus beneficios.
Fuente: La Jornada