Tras el socavón, los asesinatos de periodistas y la desaparición de estudiantes en Ayotzinapa, el PRI y el presidente Enrique Peña Nieto van en caída libre, escribió Christy Thornton, miembro de la Universidad de Harvard, en las páginas editoriales del diario The Washington Post.
En su texto, recogido por Reforma, refiere que a principios de este mes, un enorme socavón se abrió de repente en medio de una nueva autopista al sur de la Ciudad de México, atrapando un coche y matando a los dos pasajeros dentro, lo que podria ser una metáfora sobre la legitimidad llena de cráteres del presidente de México, Enrique Peña Nieto, y el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
En el contexto de una ola mundial de políticas anti-sistema, agrega, es difícil imaginar un partido más establecido que el PRI, que controló a México con su estructura autoritaria y de partido único durante la mayor parte del Siglo XX. Ahora, el partido está perdiendo rápidamente su control.
Thornton recuerda que Peña Nieto celebró la apertura de la nueva autopista hace sólo tres meses y que enormes carteles fueron erigidos personalmente agradeciéndole por la construcción. Al elevarse por los carriles, los letreros decían: “Gracias, Señor presidente.” Indica que tan pronto como el carro destrozado fue sacado de los escombros por una grúa, los trabajadores fueron enviados para derribar las vallas publicitarias.
El desastre del socavón es sólo el último de una serie interminable de escándalos que enfrenta el presidente, incluidos los estudiantes desaparecidos por la fuerza, los sobornos del contratista del Gobierno, un jefe de drogas escapado, una visita malograda por el entonces candidato Donald Trump, un fuerte aumento en los precios del gas, altas tasas de violencia y asesinatos, y las revelaciones de los asesinatos de periodistas, dice Thornton.
Asegura que lo más revelador son las elecciones gubernamentales del mes pasado en el Estado de México, el más poblado del país, conocido como la “cuna del PRI”, donde el partido ha ocupado la oficina del Gobernador allí por casi 90 años; el Mandatario estatal saliente, Eruviel ávila ganó su asiento con el 65 por ciento de los votos.
Alfredo del Mazo, del PRI -hijo y nieto de ex gobernadores y primo de Peña Nieto-, debería haber continuado fácilmente esta tradición y haber ganado por mayoría, pero a medida de que se aproximaban las elecciones, las encuestas revelaron una carrera más apretada de lo que muchos esperaban.
Resultaba aún más sorprendente que la retadora, Delfina Gómez Álvarez, no estuviera afiliada a uno de los partidos de oposición tradicionales de México, sino con Morena, partido en contra del sistema, izquierdista, fundado por Andrés Manuel López Obrador.
Relata Thornton que Gómez enfrentó una batalla cuesta arriba: haber estado en el poder por casi nueve décadas significaba que el PRI tenía una máquina bien engrasada para ganar las elecciones, y que gran parte de ello operaba fuera de la ley.
En la mañana de la elección, los funcionarios de Morena llegaron a varias oficinas locales para encontrar cabezas de cerdo ensangrentadas en sus puertas. Durante el transcurso del día, activistas y ciudadanos hicieron cientos de denuncias de irregularidades por parte de los agentes del PRI, desde el transporte ilegal a las urnas y la compra de votos, hasta la intimidación y la violencia, algunas de las cuales Thornton observó mientras viajaba por el Estado para observar la votación.
Al final, según la opinión en el WP, estos trucos sucios ayudaron apenas al PRI a mantener el poder. Del Mazo obtuvo menos del 34 por ciento de los votos, una pérdida de casi la mitad del apoyo que el partido recibió en las últimas elecciones. Morena de Gómez casi le igualó, con 31 por ciento. Ante los resultados, indica, los activistas presentaron una petición para un recuento completo, dadas las irregularidades documentadas y la cercanía de la cuenta.
De acuerdo con Thornton, esto fue un revés asombroso para el PRI. Con todos los ojos ahora en la carrera presidencial de 2018, donde López Obrador ya es el presunto corredor principal, nuevas encuestas muestran que el PRI está en caída libre.
Plantea que cuando, después de más de una década de gobierno de oposición, los votantes regresaron al partido al poder en 2012, Peña Nieto prometió que era un nuevo PRI, ya no dominado por los llamados dinosaurios que habían controlado estrictamente el Estado de un solo partido a través del clientelismo, la corrupción y la intimidación.
Pero desde el inicio de su Mandato, cientos de miles de personas han salido a la calle para protestar contra el presidente, y no sólo por sus fracasos de seguridad y escándalos de corrupción, sino también por sus reformas económicas. Los votantes mexicanos, como los votantes de otros lugares, están cansados de la política de siempre, lo que ha traído tanta desigualdad e inseguridad al país. Según Thornton, López Obrador podría capitalizar este descontento y conducir al País en una dirección más justa y democrática.
Concluye Thornton diciendo que a pesar de todas sus promesas de llevar a México a un nuevo y brillante futuro, es probable que al PRI lo trague un sumidero de su propia creación, y aunque las vallas publicitarias pueden haber sido eliminadas, todo el mundo sabe que hay que agradecer al presidente.
Fuente: Reforma