Con espejos, llevan el sol a un pueblo

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Los residentes del pequeño pueblo noruego de Rjukan por fin han visto la luz. Enclavado entre montañas escarpadas, el pueblo suele quedar bajo una sombra durante casi seis meses al año, y sus residentes tienen que tomar un teleférico a la cima de un precipicio cercano para poder asolearse un poco.

Pero el miércoles unos rayos débiles del sol de invierno llegaron por primera vez a la plaza central del pueblo, gracias a espejos de 17 metros (183 pies) cuadrados colocados en una montaña.

Familias felices, algunos con tumbonas para tomar el sol, bebieron cocteles y agitaron banderas noruegas, incluso buscaron sombras cuando el sol apareció detrás de una nube para reflejarse en los espejos hacia los rostros deslumbrados de los niños abajo.

Videos de la develación del sistema mostraban el centro de la plaza atiborrada de gente iluminándose un poco, pero no como si fuera impactada directamente por el sol. Los residentes en cambio dijeron que el efecto era notorio.

“Antes cuando era un buen día se podía ver que el cielo estaba azul y así sabía uno que el sol estaba brillando. Pero no se podía ver. Era muy frustrante”, dijo Karin Roe, de la oficina local de turismo. “Esto se siente cálido, cuando no hay tiempo para ir a la cima de las montañas entre semana será muy agradable venir por una hora y sentir este calor en mi rostro”.

En Italia el pueblo de Viganella tiene un espejo para el sol similar, pero de menor tamaño.

El plan de iluminar Rjukan fue concebido hace unos 100 años por el empresario industrial noruego Sam Eyde, quien construyó el pueblo para que ahí vivieran los trabajadores de una planta hidroeléctrica que instaló al pie de una cascada cercana.

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