Después de dos días de excelente y elegante retórica en defensa de la democracia, la libertad de prensa y los derechos humanos, la Cumbre por la Democracia concluyó con una serie de compromisos generales y sin gran debate y con una cita para una segunda edición en un año.
Entre los compromisos del gobierno de Joe Biden asumidos en la cumbre está redoblar la defensa de la libertad de prensa, pero la Casa Blanca rehusó comentar si cumplirá con ese principio en el caso del periodista Julian Assange cuya extradición a Estados Unidos para ser enjuiciado por su labor periodística es ahora más posible después de un fallo de un tribunal británico este viernes.
El anfitrión Joe Biden agradeció la participación de más de 100 gobiernos invitados (aunque no se confirmó cuántos asistieron), más activistas, defensores de derechos humanos y ONG -y en un acto preliminar los dos periodistas recién galardonados con el Premio Nobel de la Paz María Ressa y Dmitry Muratov- por la labor de “renovar nuestra dedicación a los valores compartidos que están al fondo de nuestra fuerza nacional e internacional”.
Biden resaltó la gama de temas que se abordaron, desde la lucha contra la corrupción a la defensa de los derechos humanos, y la participación de los jóvenes, de las mujeres y de la comunidad gay en el ejercicio de la democracia alrededor del mundo, entre otros.
Afirmó: “los compromisos que hemos tomado entre nosotros, a nuestros pueblos… no sólo fortalecerán nuestras propias democracias al responder contra autocracias, luchar contra la corrupción y promover los derechos humanos para todos -esto ayudará a sembrar el terreno fértil para que la democracia florezca por todo el mundo”.
Biden señaló que estos compromisos también se asumen dentro de su propio país, y subrayó la necesidad de promulgar un par de leyes para garantizar el derecho al voto para todos, “porque lo que es verdad alrededor del mundo también es verdad en Estados Unidos. El derecho sagrado al voto, de votar libremente, el derecho de que se cuente tu voto, es el umbral de la libertad para la democracia”.
Uzra Zeya, la subsecretaria de Estado para Seguridad Civil, Democracia y Derechos Humanos, y una de las organizadoras principales de la cumbre, declaró que ahora se inicia lo que llamó “un año de acciones” para implementar los compromisos y los diálogos que se anunciaron por varios países, incluyendo Estados Unidos.
Entre los temas más destacados de esta cumbre fue, en palabras de Biden, la importancia de “proteger la libertad de prensa”. Poco después, en comentarios con periodistas Zeya, la subsecretaria de Estado para Seguridad Civil, Democracia y Derechos Humanos, indicó que entre los multiples compromisos de Estados Unidos para defender y apoyar la democracia anunciados en este cumbre, está el esfuerzo para “fortalecer los medios libres e independientes” y “ayudar a periodistas valientes a defenderse… contra acciones coercitivas diseñadas para impedir que hagan su trabajo”.
Sin embargo, este mismo día el caso de la persecución judicial de Julian Assange y su organización Wikileaks por el gobierno de Estados Unidos fue noticia principal con el fallo del tribunal británico a favor de permitir la extradición de Assange a Estados Unidos para enfrentar cargos de violacion de la Acta de Espionaje -la primera vez que se aplica esa ley contra periodistas.
Ese fallo fue condenado por Reporteros sin Fronteras que llamó a que el gobierno estadunidense “abandone una vez por todas su caso de una década” contra Assange y se apegue así a su compromiso de proteger la libertad de la prensa. El Comité de Protección de Periodistas, recordando el compromiso hecho por Biden en la cumbre en apoyo del periodismo, afirmó que “podría empezar con remover la amenaza de persecución bajo el Acta de Espionaje que ahora está sobre la cabeza de periodistas de investigación en todas partes”.
De hecho, se preguntó a la vocera de la Casa Blanca Jen Psaki si Biden continuará la persecución de Assange, y se limitó a responder -señalando lo dicho en la cumbre- que el presidente “ha abogado por la libertad de expresión, la libertad de prensa”.
Fuente: La Jornada