La República pasó de ser una democracia parlamentaria en 1923, cuando se fundó, a contar con un sistema presidencial instaurado en 2018 cuando Erdogan asumió la jefatura del Estado y desapareció el cargo de primer ministro.
Recientes sondeos vaticinan una competición muy estrecha mañana y algunas encuestadoras dan mínima ventaja al candidato opositor Kemal Kiliçdaroglu sobre el actual mandatario.
Días atrás la ciudad de Konya, una región conservadora y partidaria del gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP), en el poder desde 2002, vivió jornadas de protestas.
En ese contexto, el mandatario turco culpó a la fuerza política opositora socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP) de los incidentes que culminaron con varias detenciones. De su lado, el ministro del Interior Suleiman Soylu acusó a Occidente de preparar un golpe electoral.
Analistas consideran que Erdogan, tras 20 años en el poder, está debilitado por la inflación y el trauma de la población tras los terremotos de febrero, pero cierto es que cuenta con el apoyo del aparato político interno y demostró en el pasado capacidad para sortear crisis.
De acuerdo con el sistema electoral actual, los ciudadanos eligen por cinco años al Presidente que goza de amplios poderes, pues entre sus funciones puede nombrar y destituir a ministros y altos funcionarios, y también dirige el equipo de su Gobierno.
El jefe de Estado tiene, además, el poder de emitir decretos presidenciales y nombrar muchos cargos en el poder judicial, las finanzas y la educación.
De cara a los comicios de este domingo los opositores de Erdogan utilizan lo que llaman reacción lenta y tardía durante los devastadores terremotos de febrero para descalificar al mandatario que, de su lado, reconoció demoras en el proceso de salvamento y ayuda a los damnificados.
En tanto denuncias por malversación de fondos y mala ejecución de obras arquitectónicas condujeron a la detención de decenas de personas que encararon procesos penales debido a las pérdidas de vidas humanas y grandes daños materiales evitables, según las investigaciones.
Hacia el exterior el más reciente mandato de Erdogan destaca por su papel mediador en el conflicto bélico en Ucrania, pero también es un actor decisivo en Oriente Próximo, el Cáucaso y el Mediterráneo oriental.
En julio de 2022, Moscú y Kiev firmaron un acuerdo bajo el auspicio de Naciones Unidas y Türkiye que describía una hoja de ruta para la reanudación de los envíos desde tres de los puertos ucranianos del Mar Negro.
Respecto a las relaciones con la Unión Europea (UE), analistas consideran que de ser reelecto el jefe de Estado, el país se alejará más del mecanismo comunitario.
Por el contrario, Kiliçdaroglu podría devolver a esta nación a la senda de la integración regional, estiman medios de prensa locales.
Erdogan no cuenta con el apoyo de Occidente, pese a la militancia en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, por sus posiciones, consideradas cercanas a Rusia, y su veto a la entrada de Suecia en la alianza militar por lo que su derrota podría alterar estos equilibrios.
El diferendo con Grecia por el control de los recursos naturales en el mar Mediterráneo no es bien visto por la UE que apoya a Atenas en otros temas de discordia entre los dos países como el migratorio, al ser Turkiye una puerta de entrada hacia territorio comunitario.
Aplaudido por unos y odiado por otros el actual mandatario supo hasta ahora sortear obstáculos para sacar adelante su política con gran respaldo, aunque las más recientes encuestas demuestren una baja en su popularidad.
Resta ver si le alcanzan los votos para vencer en primera vuelta a un oponente que gana adeptos o habrá que ir a un balotaje donde la correlación de fuerzas pudiera cambiar.
Fuente: Prensa Latina