Desde 1512, el cantón de Uri celebra cada año la gesta de Guillermo Tell. Impresionante fidelidad que se conjuga con otras, merced a la vigencia del héroe libertario en diversos escenarios de la Suiza central. Incluso como comedia musical.
El pueblo de Uri sufre. Un centenar de personas se mueven en el desnudo escenario, limitado solamente por dos paredes curvas de más de tres metros de altura, hechas con metal oxidado, que acentúan la sensación de opresión de esta población tiranizada.
¿Lo hiciste… con el hacha? Pregunta el pueblo al unísono a Conrad Baumgarten en su huida. “Le corté la cabeza”, responde el hombre. Todos retroceden y le dan la espalda. Nadie quiere ayudarle por temor a los hombres del alguacil. Solamente Guillermo Tell se apiada de él. Y el resto de la historia es conocido.
En los ensayos del Tellspiele (pieza de teatro de Guillermo Tell) en Altdorf, sentimos la brutalidad de la represión prácticamente en carne propia. Los actores aficionados hacen mueca de dolor y gimen al unísono, como si formaran un solo cuerpo.
El director, Volker Hesse, que logró un gran éxito aquí mismo en 2008 con su versión de Tell, quiere “usar toda la potencia de este vasto colectivo”, como nos lo explica en el vestuario.
En un escenario profesional, no se podría meter a tanta gente, agrega. “Una palabra que utilizo a menudo para esta nueva producción es: ‘pasión’. Trato de mostrar que este grupo vive un calvario, que atraviesa una fase dolorosa de turbulencia política”.
Una “bonita obra de teatro” política
Para el 500 aniversario del Tellspiele en Altdorf, se da una relectura moderna de la versión más conocida de la historia: la de 1804, de Friedrich von Schiller. Antes de esa fecha, y desde 1512, había una versión local intitulada Una bonita obra teatral que sucede en Uri, en la Confederación, sobre el piadoso Guillermo Tell, primer Confederado.
Esta pieza de teatro, derivada de la cultura popular de la Suiza central, era representada en cada carnaval, explica Heidy Greco, historiadora de teatro: “La Suiza de aquella época no tenía un gobierno central. Las regiones se comunicaban entre sí a través de la cultura. Y el carnaval era un canal importante de intercambio y comunicación”.
La “bonita obra teatral” tuvo también este año una adaptación para títeres en Altdorf. Bien podría ser el primer drama político en alemán. Aunque existen piezas de carnaval todavía más antiguas, es evidente que esta versión cinco veces centenaria de Tell es una pieza política. “La idea era formular una posición política común”, dice Heidy Greco.
De acuerdo con ella, las representaciones se convirtieron en una tradición, porque se tenía que reformular siempre esa posición en las diferentes épocas. Y, por supuesto, repetir al filo de los siglos “todo ese mito de la liberación”.
La historiadora estima lógico que Suiza haya conocido tan pronto el teatro político. “A diferencia de los países que la rodean, Suiza tiene una tradición democrática, donde uno expresa su opinión. En otras partes, el teatro en esa época era asunto de cortes principescas o de ciudades, y los poderosos que lo protegían no le habrían permitido expresar posiciones políticas radicales”, anota Heidy Greco.
Héroe a su pesar
Luego viene Schiller. Su obra más famosa la debe a su amigo Goethe, que tenía la intención de escribir un poema sobre la historia de Tell, pero que finalmente le pasó el relevo al pedirle que hiciera una pieza de teatro.
“Me fascina la forma en que Schiller hizo de Tell un personaje que no tiene nada de líder político. Es el extraño testarudo, el hombre que rehúsa tener algo que ver con la política”, señala Volker Hesse. Sin embargo, mata al tirano y desencadena una gran revuelta. “Es el héroe a su pesar”.
El tema es universal, y podría trasponerse a las revoluciones árabes. “Allá, al lado de las multitudes jubilosas, las personas también experimentan la lucha por la libertad en toda su crudeza”, señala el director.
En el siglo XIX, cuando Schiller escribió su ‘Guillermo Tell’, prevalecía un sentimiento nacional, precisa Heidy Greco. Para ella se trata de una pieza ejemplar en la historia del teatro, que fue instrumentalizada por unos y otros con fines políticos. “Y el espectro es muy amplio, de revolucionarios a reaccionarios”.
Hoy sabemos que el héroe nacional suizo no existió. “Es un mito, una ficción, confirma la historiadora. Pero lo importante es que la gente cree en este mito porque es fundador de identidad”.
100 años en Interlaken
Otras presentaciones de la historia de Tell se llevan a cabo este año al borde del Lago de Walenstadt, en musicales, así como en un intercambio de mitos entre Suiza e Irán en Altdorf. Según el diario Neue Zürcher Zeitung de Zúrich, no menos de 90.000 personas asistirán a una representación de Guillermo Tell este verano.
Y no hay que olvidar Interlaken. Este año, Michael Horn, jefe de laboratorio, de 40 años, ocupa el papel de héroe para el centenario del Tellspiele en la ciudad del Oberland bernés. Para el actor aficionado, la historia es atemporal y “buen número de países necesitarían una figura como la de Tell”.
Michael Horn sucumbió al encanto de Guillermo Tell desde muy pequeño. Su padre protagonizaba al personaje en Interlaken, y él tuvo el papel del hijo y de varios otros personajes antes de asumir el rol principal en este escenario efímero bajo los árboles.
Guillermo Tell según Schiller
Guillermo Tell vive en el siglo XIII, en el cantón de Uri. El pueblo es oprimido por los alguaciles de los Habsburgo y debe trabajar para construir una fortaleza. El alguacil Herrmann Gessler hace plantar un poste en la plaza del pueblo, con su sombrero en la parte superior, y todo el mundo debe saludar ese símbolo de poder al pasar.
En 1291, los revolucionarios de los cantones de Uri, Schwyz y Unterwald prestan juramento de alianza en la pradera del Rütli y fundan la Confederación. Tell no asiste. Está detenido porque no saludó al sombrero. Gessler le ofrece la libertad si cruza una manzana colocada sobre la cabeza de su hijo, con la flecha de su ballesta. Tell lo logra pero confiesa que llevaba dos flechas. Una para el alguacil en caso de errar el primer tiro. Gessler lo envía a prisión.
Durante el trayecto, en barco, Tell logra escapar. Poco después, mata a Gessler, en el camino a Küssnacht. El tirano ha muerto, la gente está libre, y Guillermo Tell se convierte en el héroe nacional de Suiza.
La obra de Schiller fue representada por primera vez en la Corte de Weimar en 1804, un año antes de la muerte del gran poeta y dramaturgo alemán.
Claves
Guillermo Tell vive en el siglo XIII, en el cantón de Uri. El pueblo es oprimido por los alguaciles de los Habsburgo y debe trabajar para construir una fortaleza. El alguacil Herrmann Gessler hace plantar un poste en la plaza del pueblo, con su sombrero en la parte superior, y todo el mundo debe saludar ese símbolo de poder al pasar.
En 1291, los revolucionarios de los cantones de Uri, Schwyz y Unterwald prestan juramento de alianza en la pradera del Rütli y fundan la Confederación. Tell no asiste. Está detenido porque no saludó al sombrero. Gessler le ofrece la libertad si cruza una manzana colocada sobre la cabeza de su hijo, con la flecha de su ballesta. Tell lo logra pero confiesa que llevaba dos flechas. Una para el alguacil en caso de errar el primer tiro. Gessler lo envía a prisión.
Durante el trayecto, en barco, Tell logra escapar. Poco después, mata a Gessler, en el camino a Küssnacht. El tirano ha muerto, la gente está libre, y Guillermo Tell se convierte en el héroe nacional de Suiza.
La obra de Schiller fue representada por primera vez en la Corte de Weimar en 1804, un año antes de la muerte del gran poeta y dramaturgo alemán.
– Texto de Christian Raaflaub y Altdorf, swissinfo.ch
(Traducción: Marcela Águila Rubín)
Fuente: Swissinfo.ch