Por David Brooks
El presidente Richard Nixon declaró una “guerra contra las drogas” hace 50 años (se cumplen esta semana), proclamando que eran “el enemigo público numero uno” de Estados Unidos. Medio siglo después, y cientos de miles de millones de dólares, cientos de miles de muertes por la violencia de esa guerra dentro y fuera de Estados Unidos y la encarcelación de millones, hay más drogas ilícitas y más baratas y disponibles que nunca y el país está experimentando otra crisis mortal más de sobredosis de opiaceos.
Por la evidencia que se ha acumulado a lo largo de cinco décadas, esa guerra contra las drogas es un fracaso con enormes costos políticos y sociales.
Esa “guerra”, según admitió uno de los asesores más cercanos de Nixon, tenía otro objetivo, además de una supuesta preocupación por la salud de los estadunidenses. “La Casa Blanca de Nixon… tenía dos enemigos: la izquierda antiguerra y la población afroestadunidense (…) Sabíamos que no podíamos convertir en algo ilegal estar en contra de la guerra o ser negro, pero lograr que el público asociara a los hippies con la mariguana y a los negros con la heroína, y después criminalizarlos severamente, podríamos irrumpir en esas comunidades(…) arrestar a sus líderes, catear sus casas, disolver sus reuniones y vilipendiarlos noche tras noche en los noticieros. ¿Sabíamos que estábamos mintiendo sobre las drogas? Por supuesto que sí”, declaró John Ehrlichman en entrevista con la revista Harper’s en 1994.
El término “guerra contra las drogas” entró al vocabulario político el 18 de junio de 1971 en una conferencia de prensa donde Nixon, quien un día antes envío su iniciativa antinarcóticos al Congreso, declaró que el abuso de drogas ilícitas se había convertido en el “enemigo público número uno” del país.
En 1973 Nixon creó la agencia antinarcóticos conocida como DEA. Pero con el incremento dramático en los presupuestos dedicados a la guerra antinarcóticos, otras agencias ingresaron al juego, incluidas el FBI y la CIA y el Departamento de Estado.
En los años 80, el presidente Ronald Reagan promovió medidas más punitivas contra delitos relacionados con la droga, y con ello empezó un dramático incremento en la encarcelación por delitos relacionados con las drogas que se elevó de 40 mil 900 en 1980, a más de 430 mil en 2019, según the Sentencing Project, impactando sobre todo a comunidades minoritarias y pobres del país.
El enemigo en esta guerra también estaba en el extranjero: intervenciones estadunidenses en países como Panamá, Venezuela, entre otros, se han justificado bajo el rubro de la guerra contra el narco, al igual que los programas de “cooperación” que han permitido la presencia y el “asesoramiento” estadunidense en gran parte del hemisferio americano, incluidos México y Colombia. La CIA usó el narcotráfico para financiar fuerzas contrarrevolucionarias en Centroamérica tal como se documentó en audiencias e investigaciones sobre el escándalo Irán-contras en los 80. Trump usó esa guerra para justificar su muro fronterizo.
Gasto de 50 mil mdd anuales
Hoy día, el gobierno estadunidense gasta casi 50 mil millones de dólares anuales en la guerra contra las drogas, según cálculos del Drug Policy Alliance (DPA). Desde 1971, esa guerra, según algunos cálculos, ha costado a Estados Unidos aproximadamente un billón de dólares.
Dentro de Estados Unidos se realizan más de 1.35 millones de arrestos por posesión de droga cada año. O sea, cada 25 segundos una persona es arrestada por drogas para uso personal; en 2019, 26 por ciento de los arrestados fueron afroestadunidenses, a pesar que son sólo 13.4 por ciento de la población nacional y consumen y venden drogas al mismo nivel que los blancos, reporta el Centro FXB de la Universidad de Harvard y DPA.
A pesar de esta inversión masiva en la guerra de 50 años, se acaba de marcar un nuevo récord de 81 mil muertes por sobredosis de drogas entre mayo de 2019 a mayo de 2020, reportaron los Centros de Control de Enfermedades (CDC).
Hoy día, las autoridades advierten que, junto con la pandemia del Covid-19, hay una nueva epidemia de uso de opiaceos, con un incremento de 38 por ciento en muertes por sobredosis, una crisis que fue generada, en parte, por medio de “narcotraficantes” legales que se visten de traje en oficinas lujosas de empresas farmacéuticas, o que son doctores.
La semana pasada, en la esquina de Broadway y Canal, un joven repite “mariguana, mariguana”. Otro ofrece lo mismo en la entrada noreste de Washington Square, y a veces mucho más –opiaceos, ácido y éxtasis– que han estado a la oferta durante años. A pocas cuadras de donde El Chapo fue enjuiciado en el centro de Brooklyn, uno puede hacer el “conecte” para comprar el mismo producto que el fue acusado de enviar a las calles de Estados Unidos.
Múltiples investigaciones nacionales e internacionales han documentado y concluido que esa guerra ha fracasado. Repiten cada año que después de tantas vidas destruidas aquí y en el extranjero, tantos encarcelados y la inversión de una fortuna, las tasas de consumo permanecen más o menos igual que hace 50 años, y algunas drogas están hasta más disponibles y baratas que antes, en un mercado en que los estadunidenses gastan alrededor de 150 mil millones de dólares al año, según cálculos de RAND Corporation.
Desde hace 10 años, la Comision Global, integrada por ex presidentes y otros ex altos funcionarios, entre ellos George Schulz, Paul Volker, Ricardo Lagos, César Gaviria, Fernando Henrique Cardoso, Ernesto Zedillo, Carlos Fuentes y Kofi Annan (hasta sus muertes), entre otros, ha recomendando un giro dramático en la política antinarcóticos, anulando el concepto de “guerra” y promoviendo un enfoque de prevención y salud pública (https://www.globalcommissionondrugs.org/).
DPA, organización que desarrolló una estrategia exitosa para rechazar la óptica de la prohibición y promover la legalización y el control sanitario de las drogas, subraya en este 50 aniversario que “esta guerra sólo ha logrado los propósitos dañinos que deseaba Nixon. No ha resuelto ningún problema asociado con el consumo…. hemos desperdiciado cientos de miles de millones de dólares sujetando a nuestro propio pueblo a la criminalización y encarcelación masiva que de manera desproporcionada ha dañado a las comunidades minoritarias”.
Iniciativas para despenalizar
Esa organización, junto con una coalición cada vez más amplia de grupos sociales, han logrado impulsar el desmantelamiento de partes de esa “guerra”, con iniciativas locales y estatales para despenalizar las drogas y legalizar la mariguana. Hoy día, el fruto de ese trabajo es que la mariguana para usos recreativos ya es legal en 16 estados y la capital del país (entidades en donde viven más de 43 por ciento de la población nacional), y el uso medicinal del cannabis es legal en 36 (https://drugpolicy.org).
En 2020, votantes en Oregon, en un esfuerzo impulsado por DPA y la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), aprobaron la despenalización de la posesión de toda droga para uso personal –el primer estado en hacerlo– y financiar programas de tratamiento y recuperación de adicción con fondos generados con el impuesto sobre ventas legales de mariguana.
Un 83 por ciento de los votantes opinan que la guerra contra las drogas ha fracasado, y 66 por ciento favorecen despenalizar la posesión de drogas y promover una estrategia de salud pública, según un nuevo sondeo presentado esta semana por DPA y la ACLU.
Algunos creen que 50 años después se está llegando al fin de esta guerra.
Fuente: La Jornada