Cinco de cada 10 niños se encuentran en pobreza en México, pero si son indígenas la situación es peor, ya que ocho de cada decena viven en esa condición, reporta el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Señala que datos a 2016 –los más recientes de la medición de este fenómeno– revelan que 52.3 por ciento de los menores de 11 años vivían en carencia económica, 9.7 por ciento de ellos estaba en pobreza extrema y 42.6 en pobreza moderada.
En tanto, si eran personas de 12 a 17 años, 41.1 por ciento estaba en pobreza y 7.8 en pobreza extrema. Esto significa que hay 20.7 millones de niños y adolescentes que viven en hogares que experimentan algún tipo de precariedad. Este es el panorama de la infancia en el país en este Día del Niño.
De acuerdo con el Informe de evaluación de la política de desarrollo social 2018 del Coneval, la atención a la precariedad económica en la niñez es prioritaria porque existe mayor probabilidad de que se vuelva permanente y sus consecuencias sean negativas e irreversibles.
Esto requiere de esfuerzos mayores para mejorar la situación de los menores en contextos vulnerables, ya que es más probable que se encuentren en situación de pobreza y presenten desnutrición con el consiguiente aumento del riesgo de mortalidad en los primeros años de vida y, en el largo plazo, consecuencias en el desarrollo cognitivo.
En los rubros que se miden para determinar la situación de pobreza, como la educación, el Coneval encontró que 22.3 por ciento de los niños no tenía otras posibilidades de aprendizaje fuera de las proporcionadas en el hogar.
Agrega que pese a que el rezago educativo se redujo en 4.6 por ciento de 2008 a 2016, la deserción escolar se elevó en 2015 debido a que creció el porcentaje de personas que no asistían a la escuela por motivos económicos. La deserción aumentó de prescolar, en el cual era de 4.8 por ciento, a casi 26 por ciento entre los jóvenes de 15 a 17 años. Había 1.3 millones de niños que se llevaban mucho tiempo en trasladarse a la escuela.
En cuanto a alimentación se observó falta de control de los peligros asociados a los alimentos, lo que promueve mayor incidencia de enfermedades gastrointestinales. En 2016, la tasa de muertes por enfermedades diarreicas fue de 7.1 por cada 100 mil menores de cinco años
. En 2015, 12.4 por ciento de los menores de cinco años presentaba desnutrición crónica, y si sólo se considera a los menores que radican en zonas rurales, el porcentaje llegó a 18.9.
Agrega que según cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2015, 2.5 millones de niños y adolescentes entre cinco y 17 años trabajaban, 8.4 por ciento del total de esa población.
El Coneval recomendó dar a niños y adolescentes las mismas oportunidades para el desarrollo adecuado, con políticas públicas que tomen en cuenta las realidades heterogéneas que enfrentan estos grupos poblacionales y eliminar las barreras que privan a los más pequeños de un futuro mejor, así como atender las necesidades de la primera infancia, pues es una etapa crucial para impulsar el potencial de cualquier persona.
Fuente: La Jornada