Por Alejandro Nadal
La pequeña isla en el Mediterráneo oriental es apenas responsable del 0.2 por ciento del PIB de la Unión Europea. Pero la arquitectura del nuevo plan de rescate para Chipre hace renacer el miedo sobre el futuro del euro. ¿Cómo es esto posible?
Adelantando conclusiones, el plan de rescate para Chipre conlleva tres grandes peligros. Primero, destruye las expectativas que se tenían sobre la unión bancaria propuesta para la eurozona. Además de los problemas de supervisión sobre los bancos, la crisis chipriota revela que los banqueros son sagrados, los depósitos no. Segundo, reaviva los temores de efectos de contagio sobre otros países en la eurozona, entre ellos Italia y España, esta vez en el comportamiento de los depositantes. Tercero, abre un nuevo flanco en el teatro de la crisis europea al involucrar a Rusia.
La economía chipriota ha sufrido gravemente por la crisis europea. Sus dos principales bancos sufrieron fuertes pérdidas por la restructuración de la deuda en Grecia y la recesión llevó al colapso la recaudación. El presidente de Chipre, Nicos Anastasiades, regresó el pasado fin de semana de Bruselas con un paquete de rescate. El acuerdo para este pequeño país planteaba grandes dificultades. Primero, la deuda no incluye grandes tenedores de bonos que pudieran ser candidatos en un esquema de restructuración al estilo griego. Segundo, cualquier recorte en el principal de los bonos soberanos significaría la quiebra de bancos chipriotas que son los más expuestos. Así que se optó por otro enfoque.
A cambio de una inyección de 10 mil millones de euros el gobierno en Nicosia se comprometió a establecer un impuesto sobre depósitos bancarios. Según este plan las cuentas de más de cien mil euros deberían pagar 9.9 por ciento, mientras que por debajo de ese monto pagarían 6.75 por ciento. Se esperaba que el monto recaudado alcance los 5 mil 800 millones de euros. Al escribir estas líneas se ha anunciado que el parlamento chipriota ha rechazado el proyectado impuesto y con ello se ha desintegrado el plan de rescate.
Pero independientemente del curso que tomen los acontecimientos (con un nuevo plan de rescate), el drama chipriota ha revelado varios ángulos desagradables sobre la crisis europea y sobre la naturaleza de la unión monetaria.
La base de la economía chipriota está precisamente en los servicios financieros: el tamaño del sector bancario es 8.35 veces el PIB de la isla. Para ser más claros, hace años Chipre se convirtió en un gigantesco paraíso fiscal en el que se pueden abrir cuentas bancarias con rapidez, discreción y bajo costo. La minimización de costos fiscales se acompaña de la posibilidad de penetrar la esfera del euro. Por eso hay más de mil 400 empresas rusas registradas en Chipre, incluídas algunas de las más grandes, como Gazprom, Norilsk y Lukoil. Las operaciones de lavado de dinero también se facilitan, por lo que se piensa que Chipre es un espacio favorito para la mafia rusa.
El gobierno ruso, con Vladimir Putin al frente, ha dejado claro su enojo y desacuerdo con lo que considera un impuesto confiscatorio. Y es que se calcula que los depósitos de personas y empresas rusas en la isla ascienden a unos 30 mil millones de dólares, aproximadamente 40 por ciento de los depósitos. Se dice que en realidad Chipre ha sido desde hace años el caballo de Troya que ha usado la mafia rusa para penetrar la zona del euro. No por nada hace poco Moscú otorgó a Chipre un crédito por 2 mil 500 millones de euros y ya está involucrado en las empresas que han descubierto grandes reservas de gas natural en la ZEE de Chipre.
Desde luego, el acuerdo con la troika iba acompañado de las demás condiciones que han estado hundiendo a Grecia, Italia, España, Portugal e Irlanda. La austeridad fiscal (4.5 por ciento del PIB) y la contracción salarial profundizarían la recesión. Pero el impuesto sobre los depósitos es lo que más llama la atención y destapa el basurero que es el proyecto neoliberal de unión monetaria en Europa.
La troika ha mostrado sus cartas y debe estar furiosa. Se han ensayado muchas opciones en la crisis europea, pero hasta ahora se había evitado imponer un gravamen sobre depósitos bancarios porque estas medidas se consideran confiscatorias. Y es cierto que algo de eso tiene esta disposición. Pero como los bancos chipriotas han estado reciclando recursos enviados por las grandes compañías (y la mafia) rusas, la troika decidió que esta vez los depositantes podrían soportar el costo del ‘rescate’. Al hacerlo mostraron que hasta los depositantes ocupan un lugar secundario en sus prioridades.
El rechazo del parlamento chipriota al plan de rescate servirá para mantener contentos a los grandes ‘inversionistas’ rusos en la isla. Parece que el objeto de rescate de todos, incluidos los parlamentarios, es el status de paraíso fiscal. La troika no sólo castiga a pueblos enteros con tal de salvar a los bancos, también está comprometida con el rescate de paraísos fiscales, aunque tenga que traicionar algunos de sus principios (si es que los tuvo alguna vez).
Fuente: La Jornada