Los millonarios chinos gastan por año 2,000 millones de dólares en bienes de alto nivel. Pero rechazan los productos producidos en su país por la baja calidad de los materiales. Las marcas de lujo ya analizan mudar su producción a Vietnam o Filipinas.
“Los ricos chinos reniegan del ‘made in China’. Según una encuesta de la Asociación Mundial del Lujo, un 86% de los consumidores del gigante asiático no quieren comprar productos fabricados en su propio país. La baja calidad de los materiales utilizados es su principal argumento”, publica Clarín.
“Este dato no pasaría de ser una curiosa paradoja si no fuera porque China es ya el tercer mercado mundial del lujo, tras Estados Unidos y Japón, y avanza veloz hacia el liderazgo global. Según un informe facilitado por la consultora china Adfaith a este diario, se prevé que el país asiático sea ya el primer mercado en 2018. Los chinos gastaron nada menos que 2,000 millones de dólares en productos de alto nivel el año pasado, y la tasa de crecimiento es del 15% anual”, de acuerdo con el diario.
En un reportaje de David Brunat, se afirma que el hecho de los chinos acaudalados detesten el “made in China” tiene en alerta a las grandes firmas del lujo.
El 60% de toda la producción mundial se realiza en China, lo que implica posibles pérdidas multimillonarias. Eso está llevando a muchas compañías a llevarse la producción a países como Vietnam, Camboya y Filipinas, o a enviar sus mercancías de regreso a Europa para darle el último retoque y poder así etiquetar “made in Italy” o “made in France” para deleite de los chinos más adinerados.
“Los más fieles a producir en China optan por colocar las etiquetas en lugares casi invisibles o con letra microscópica”, escribe Brunat.
“Cuando compramos un producto de lujo queremos que sea especial, por eso comprar algo fabricado en China no te permite reflejar esa diferencia respecto al resto de personas”, explica Ye Shiyue, una joven empresaria de Beijing, a Clarín. “A los chinos no les gusta que algunos productos de lujo se fabriquen en China porque les impide relacionar su compra con algo diseñado en Occidente, lugar de donde procede la vanguardia de la moda”, indica Zu Zhenkai, analista de Adfaith.
“Mientras la cultura Occidental sea la dominante en China, la gente querrá identificarse con ella, en lugar de con productos chinos de altísimo nivel como el té o las porcelanas”, prosigue el especialista.
Según la consultora estadounidense Capital Business Credit, un 40% de las firmas extranjeras de lujo ya se están planteando hoy mover sus fábricas fuera de China. El rechazo en su mercado dorado es un factor clave, pero no el único. El constante aumento de los costos de producción, tanto en materias primas como en salarios, está convenciendo a las industrias basadas en el trabajo intensivo, como las textiles, a trasladarse al sudeste asiático.
Incluso aquellas marcas que se declaran “orgullosas de fabricar en China”, como recientemente admitió la estadounidense Coach, reconocen que el futuro de su producción se aleja del gigante asiático. “Debido a razones históricas, va a llevar mucho tiempo que los consumidores cambien su percepción del ‘made in China’ y lo consideren de forma positiva”, indica Au Kin-fan, director adjunto del Instituto de Textiles de la Universidad Politécnica de Hong Kong. “Algunas marcas de lujo aseguran que sus productos están hecho en casa, cuando en realidad el 60% se fabrican en China”, apunta.
“Algunos ricos chinos consideran que los productos de lujo que se venden en su país poseen un estándar de calidad inferior al que pueden obtener en Europa y América. Este año, una inspección del gobierno de Shanghai encontró prendas de firmas de lujo que no superaban los mínimos de calidad exigidos. La mayoría presentaban altas concentraciones de formaldehído (un químico que puede causar cáncer), niveles inaceptables de ácido y tintes muy pobres”, según el reportaje de Clarín.