Por Javier Valero
No podrían ser mejores las noticias y evaluaciones. Después de años de sufrir la peor oleada homicida de su historia, Juárez dejó de ser la ciudad más violenta del mundo. No solamente, de acuerdo al “ranking” elaborado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal, pasó del primer lugar al 19, luego de mantenerse en aquel doloroso lugar.
A su vez, la capital del estado pasó a ocupar el lugar 32 de las ciudades más violentas del mundo. Así, ambas ciudades dejaron de formar parte de las primeras diez, con una caída en las tasas de homicidio que desde días atrás ya se informaba de ella, al pasar de una tasa de 229 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes en 2010, a 56 en 2012, según informó el dirigente de esta organización, José Antonio Sánchez Ortega. (Nota de Martha Elba Figueroa, El Diario, 7/II/13).
Juárez ocupó el primer lugar en 2008, 2009 y 2010. Hoy es San Pedro Sula, Honduras, quien lo ocupa, con 169.3 asesinatos por cada cien mil habitantes, seguido de Acapulco con 142.8. En tanto, la ciudad de Chihuahua presentó una tasa de 43.49 homicidios por cada cien mil habitantes, al ocurrir 367 homicidios durante el año pasado. (Ibídem).
Si bien esas son las cifras del Consejo Ciudadano, la organización local, Observatorio Ciudadano ubicó la disminución homicida en 50.4 por ciento en 2012 respecto del año anterior en todo el estado al “pasar de 4 mil 65 muertes a 2 mil 16 al cierre del año pasado, mientras que otros delitos como el robo a casa habitación, comercio y de vehículos se mantiene en altas y bajas.
Significa, de acuerdo con estas cifras, que la tasa de homicidios pasó de 123 por cada 100 mil habitantes, en 2011, a 61 en 2012. Sin embargo, a pesar de estas notorias disminuciones, Juárez y Chihuahua siguen consideradas como parte de las 8 ciudades más violentas del país, acompañadas de Acapulco, el Distrito Federal, Culiacán, Monterrey, Torreón y Tijuana, al concentrar el mayor número de muertos entre 2011 y 2012, según cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP). (Nota de Reforma, 28/01/2013).
“Durante ese periodo, esos lugares concentraron más de la cuarta parte de los homicidios dolosos cometidos en el país. Otras ciudades o zonas urbanas con altos índices de homicidios dolosos son Culiacán, Mazatlán, Ecatepec y Cuernavaca”.
En 2011, el SNSP reportó 16 mil 269 homicidios dolosos, de los cuales 5 mil 575 ocurrieron en esas ocho ciudades, es decir, el 27 por ciento. Mientras que en 2012, las 32 Procuradurías del País reportaron 20 mil 522 homicidios dolosos. Así, mientras que en el estado de Chihuahua disminuía la ola homicida, en el país se incrementaba ligeramente y en los dos primeros meses del nuevo gobierno federal se presentaron más de dos mil asesinatos, lo que podría arrojar al final del primer año cifras por encima de las alcanzadas en el último año del gobierno de Felipe Calderón, con lo que se fortalece la percepción de que las medidas en el combate a la ola homicida no son diferentes a las de aquella administración.
De acuerdo con la Secretaría de Gobernación, “una de las estrategias para reducir la violencia depende de la prevención del delito, el fomento de la confianza y la participación ciudadana”, además de la creación de centros regionales de combate al crimen organizado, la creación de una Gendarmería Nacional y la instrumentación de un esquema de Policías Estatales Coordinadas”.
Bueno, pero en tanto se instrumenta la nueva estrategia, los dos primeros meses del gobierno de Peña Nieto son para olvidarse pues se presentaron 2 mil 243 homicidios –mil 104 en enero y mil 139 en diciembre– en los que los estados con mayor número son Sinaloa con 245, Chihuahua con 180, Nuevo León con 176, Jalisco con 163 y Coahuila con 148. (Nota de Staff, Reforma, 9/II/13).
Tales cifras motivaron, ante los cuestionamientos de la prensa, una peculiar respuesta del nuevo gobierno: “No se mira al pasado en busca de culpables; la nueva estrategia dará resultados”, dijo el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, quien aseveró que están “trabajando de manera muy cercana con los gobernadores, y creemos y estamos convencidos que las acciones que estamos tomando en la materia van a dar resultados… Miren, yo creo que nos encontramos –el presidente y todo el gabinete– con una situación en este país, y hay que enfrentarla y hay que resolverla, creo que ni debemos estar mirando al pasado ni echando culpas. Este gobierno no está buscando culpables, ahora es nuestra responsabilidad y tenemos que resolverla…”. (Nota de Roberto Garduño, La Jornada, 9/II/13).
Todo ello en medio de la crisis de credibilidad alrededor de la explosión del edificio B2 del complejo de Pemex en la capital del país y del crecimiento de las brigadas ciudadanas de autodefensa en el estado de Guerrero que, como vimos arriba, se ha destacado en los últimos dos años (especialmente Acapulco, pero no solamente) como la entidad con el mayor incremento de los homicidios, a pesar de que, llamémosle normalidad, mantenga cifras por encima de la media nacional pues antes de estas oleadas criminales el estado de Guerrero presentaba tasas de homicidios cercanas a las 40 por cada 100 mil habitantes.
Mientras eso ocurre, en Chihuahua el grupo gobernante presumió el mejoramiento de todos los índices delictivos en la reunión de seguridad celebrada en la capital del estado el jueves anterior, convocada apresuradamente –pensamos algunos– por el incremento de los hechos delictivos, especialmente los ocurridos en el antiguo San Felipe el Real con el homicidio de dos propietarios de bares y el ataque con bombas molotov a otro, además del homicidio previo de otra persona en otro establecimiento de este tipo.
En dicha reunión, el gobernador César Duarte informó que en enero sólo se presentaron 26 homicidios en Juárez, en contraste de los 269 ocurridos en el mes de enero de 2011. (Nota de Jaime Armendáriz, El Diario, 8/II/13).
Además, afirmó que solo se habían presentado 78 robos de autos con violencia, “con relación al mes más alto, 540 en enero de 2011. (Ibídem). La misma tendencia se presenta en el robo de vehículos, sin violencia, que, dijo, disminuyó 73 por ciento respecto al “mes más alto, enero de 2010, con mil 231 vehículos”.
Hasta aquí todo apunta al fortalecimiento de la tendencia que se empezó a apreciar hacia la mitad del año anterior, en lo que todo hace suponer que el nivel del enfrentamiento entre las bandas criminales ha disminuido, de ninguna manera a los niveles previos al 2008,.
Ahora tenemos la criminalidad que obedece a otras dinámicas, algunas de ellas derivadas del enfrentamiento de las bandas, del encarcelamiento de algunos de los mandos (o su ejecución), pero otras con orígenes socioeconómicos, derivados de la disminución de las actividades económicas, tanto las derivadas de los negocios lícitos (afectada, tanto por la ola de inseguridad, como del pasmo económico de Estados Unidos, lo que nos ha llevado a perder más de 100 mil empleos, de los cuales apenas se habrán recuperado 50 mil), pero también de la derrama económica que dejaba en la entidad el tráfico de drogas, que le suministraba a la economía chihuahuense, en versión de algunos, hasta el 15 por ciento del total.
Recuperar los índices de hace 5 años será de manera lenta, muy lenta, más si la recuperación económica tarda. No son muy buenos los pronósticos a pesar de todo.
Fuente: El Diario