Una joven de 20 años que enfrenta un cárcer irreductible ha programado su muerte para el 1 de noviembre próximo. “No quiero morir. Pero estoy muriendo. Y quiero morir con mis propias condiciones”, dice Brittany, quien morirá en su casa de Oregon, ybo de los cinco estados de la Unió America que dispone de un estatuto de muerte digna.
Por Lindsey Bever/ The Washington Post
Brittany Maynard carga una receta en su cartera. Se la escribió un médico de Oregón, uno de los cinco estados con protecciones legales para los pacientes con enfermedades terminales que quieren poner fin a su sufrimiento. Y en tres semanas, ella planea usarla para morir.
Maynard eligió fallecer el 1º de noviembre en su recámara en Portland, Oregon, rodeada de su familia —su madre y su padrastro, su esposo y su mejor amiga, quien es doctora. Dijo desear esperar hasta que pasara el cumpleaños de su marido, el cual es el 26 de octubre. Pero cada vez está más enferma, experimentando más dolor y ataques, dijo a People en entrevista exclusiva.
“Desde hace semanas tengo la medicina”, escribió en un artículo de opinión para CNN. “No soy una suicida. Si lo fuera, desde hace mucho tiempo me hubiera tomado la medicina. No quiero morir. Pero estoy muriendo. Y quiero morir con mis propias condiciones”.
En Año Nuevo, a Maynard, de 29 años, le diagnosticaron cáncer cerebral. Nueve días después, los médicos le realizaron una craneotomía parcial y una extirpación parcial del lóbulo temporal con el fin de impedir que el tumor creciera. Le dieron hasta 10 años de vida. Luego, en abril, los doctores tuvieron conocimiento de que el tumor había vuelto. La diagnosis inicial se elevó a un glioblastoma etapa 4, un tumor cerebral maligno. Y el pronóstico era grave –sólo seis meses más.
Maynard calificó para el suicidio asistido por un médico en Oregón, uno de los pocos estados que lo permiten según el Decreto por una Muerte Digna. Desde su promulgación en 1997, a mil 173 personas se les han hecho recetas para medicamentos mortales en la entidad. Hasta el año 2013 sólo 752 han tomado los fármacos para morir.
Cuatro otros estados –Montana, Nuevo México, Vermont y Washington– poseen leyes similares. En siete entidades adicionales se han presentado proyectos de ley. Maynard estaba radicando en San Francisco con su esposo, Dan Díaz, de 42 años, cuando empezó a sentir debilitantes dolores de cabeza y pronto se enteró de la causa: cáncer cerebral. Los doctores le explicaron sus opciones, ninguna de las cuales le hubiera salvado la vida.
“Los médicos recetaron radiación en todo el cerebro”, escribió en el artículo de opinión. “Leí sobre los efectos secundarios. El cabello se me hubiera chamuscado. El cráneo me hubiera quedado cubierto de quemaduras de primer grado. Mi calidad de vida, como la conocía, hubiera desaparecido”.
También buscó atención en un asilo. Sin embargo, no había garantía de que no sufriera –podría perder su capacidad de hablar o de usar su propio cuero. Y, debido a que es muy joven, físicamente podría aguantar mucho tiempo.
“Después de investigar durante meses, mi familia y yo llegamos a una conclusión que nos partió el corazón”, escribió. “No existe ningún tratamiento que me salve la vida, y los tratamientos recomendados hubieran destruido el tiempo que me quedaba”.
Fue cuando Maynard eligió la muerte asistida por un doctor. Pero California, lo mismo que la mayoría de los estados, no posee ninguna ley que permita a los enfermos terminales poner fin a sus vidas. Por lo tanto, ella y su familia se mudaron este año a Oregón.
Maynard tuvo que encontrar médicos nuevos y una casa nueva. Tuvo que cambiar su licencia de manejo y su registro electoral. Su esposo tuvo que pedir permiso en el trabajo.
“La cantidad de sacrificio y cambio por la cual tuvo que pasar mi familia para darme acceso legal a una muerte con dignidad –cambiar nuestro lugar de residencia, establecer un nuevo equipo de doctores, tener un lugar donde vivir– fue profunda”, dijo a People. “Existen montones de estadounidenses que no tienen la capacidad o el dinero y no creo que sea correcto ni justo”.
Maynard está aprovechando sus últimos días para ayudar a otros que se encuentren en situaciones similares, como voluntaria en Compasión y Opciones, una organización activista para pacientes terminalmente enfermos en California, Colorado, Connecticut, Massachusetts y Nueva Jersey. Inició el Fondo Brittany Maynard con el propósito de luchar a favor de leyes para una muerte digna en otros estados. Este mes, planea grabar en video su testimonio para presentarlo ante los legisladores y electores californianos, informó People.
Fuente: The Washington Post vía El Diario
Actualización: Con un adiós, Brittany se despide
http://hilodirecto.com.mx/con-un-adios-brittany-se-despide-de-la-vida/