Frente a la vertiginosa afluencia de donaciones para la reconstrucción de la catedral de Notre Dame, devastada por un incendio, se han alzado algunas voces que denuncian una generosidad selectiva, en una Francia sacudida desde hace meses por la crisis de los chalecos amarillos.
“Si son capaces de dar decenas de millones para reconstruir Notre Dame, que dejen de decirnos que no hay dinero para satisfacer la emergencia social“, denunció Philippe Martinez, secretario general de la CGT, uno de los principales sindicatos franceses.
Grandes firmas francesas han sacado sus chequeras para financiar la renovación de Notre Dame, cuyo techo y aguja se derrumbaron. Hasta ahora se han reunido más de 800 millones de euros en donaciones.
Entre las donaciones anunciadas por grandes fortunas francesas, destacó la de la familia de Bernard Arnault, propietario del grupo de productos de lujo LVMH, que prometió 200 millones de euros.
La familia Bettencourt, heredera de L’Oréal, anunció una donación de 200 millones de euros, cien a través de la compañía y cien a través de su fundación.
Por su parte la familia de François Pinault, propietario del grupo Kering, que comercializa marcas como Gucci o Yves Saint Laurent, anunció 100 millones de euros a través de su compañía de inversiones Artemis.
Ingrid Levavasseur, una de las figuras de los chalecos amarillos, un colectivo que protesta contra la política fiscal y social del gobierno desde hace cinco meses, denunció “la inercia de los grandes grupos frente a la miseria social, al tiempo que demostraron su capacidad de movilizar en una sola noche ‘una suma increíble’ para Notre Dame”.
Los “chalecos amarillos” manifiestan desde hace meses, inicialmente en contra de una subida del precio de la gasolina, pero ahora tienen una miríada de demandas. El día que se declaró el incendio en Notre Dame, Emmanuel Macron tenía previsto hacer una serie de anuncios para responder a esta crisis. Este discurso ha sido aplazado indefinidamente.
Deducciones fiscales
“Que la oligarquía contribuya para Notre Dame está bien. Pero sería mejor que sean ejemplares a nivel fiscal”, estimó en Twitter, Benjamin Cauchy, otro miembro de este movimiento social de protesta.
Una ley de 2003 prevé que las empresas que invierten en cultura pueden deducir de sus impuestos el 60 por ciento de sus gastos a favor del mecenazgo.
Para intentar sofocar las críticas, el primer ministro, Edouard Philippe, anunció el miércoles que los particulares podrán deducir de sus impuestos el 75 por ciento de sus donaciones a favor de la reconstrucción de la catedral parisina.
Ante la polémica que subía, François-Henri Pinault, dueño del grupo de inversiones Kering y esposo de la actriz mexicana Salma Hayek, anunció que renunciará a esta deducción fiscal.
Varias voces señalan también que la ola de generosidad por Notre Dame llega en un momento en que hay una caída de donaciones a favor de las asociaciones que luchan contra la pobreza.
En Twitter, el ensayista católico Erwan Le Morhedec llamó a aquellos que estiman que sus donaciones serían “irrisorias” en comparación al dinero de las grandes empresas a donar “a las asociaciones que atienden a los ‘templos vivos’ y que sufren una carencia de donaciones”.
La senadora ecologista Esther Benbassa también tuiteó urgiendo a una “ola espontánea y masiva a favor de las asociaciones que luchan contra la extrema pobreza, la exclusión y los sin techo”.
Por primera vez en diez años, las donaciones a asociaciones en Francia cayeron en 2018, en 4.2%.
Fuente: AFP