La celebración del “amanecer cósmico” comenzó con una pifia que hizo caer el fuego sagrado con el que se buscaba honrar la conclusión de un largo conteo en el calendario maya, prevista para el viernes.
Gabriel Lemus, el guardián de la flama, se quemó un dedo con la incendaja, y luego alguien dejó que un tronco se saliera del brasero ceremonial donde se quemaba y cayera en el escenario de madera, aunque lo levantó rápidamente.
Pese a ello, Lemus, de cabello cano y vestimenta blanca, está convencido de que las condiciones son propicias para el buen comienzo de una “Nueva Era”, aproximadamente a las 5:00 de la mañana del viernes (1100 GMT). Lo mismo opinó la mayoría de los 1.000 asistentes a la ceremonia, un público de místicos variopintos, entre chamanes, videntes, astrólogos, yoguis, sufíes, suamis y promotores del uso de cristales de cuarzo para la suerte y la salud, en un centro de convenciones de la ciudad de Mérida, a hora y media de las ruinas mayas de Chichén Itzá en auto.
“Es un amanecer cósmico”, recalcó Lemus. “Vamos a recuperar la capacidad de comunicarnos telepáticamente… y levitar cosas, como lo hacían nuestros abuelos”.
Los asistentes a la “ceremonia de conexión galáctica” levantaron sus brazos bajo el sol matutino.
“Se ha establecido el puente dimensional”, anunció Alberto Arribalzaga, quien encabezó la ceremonia y quien se describe en la página del encuentro espiritual como “uno de los más acreditados e internacionales kinesiologistas en busca de la curación de los cuerpos espirituales”.
Arribalzaga añadió que en estas fechas se están “generando vórtices poderosos que cubren todo el planeta”, y que “en este momento empiezan a entrar espirales de luz” por el centro de la cabeza de las personas.
Los asistentes al encuentro no creen que el mundo vaya a acabarse este viernes. Después de todo, la conclusión de las ceremonias está prevista para el 23 de diciembre.
En vez de ello, dicen los participantes, están aquí para celebrar el nacimiento de una nueva era.
Un visionario indígena mexicano, llamado Ac Tah, que ha recorrido varias zonas de México para construir pirámides pequeñas a las que llama circuitos neurológicos, dice tener grandes esperanzas sobre el 21 de diciembre.
“Nos estamos preparando para recibir un gran campo magnético del centro de la galaxia”, afirmó.
Terry Kvasnik, de 32 años, es acróbata y doble de cine. Llegó desde Manchester, Inglaterra, para atestiguar este comienzo de la nueva era, y tiene un lema para vivir la jornada que transformará la humanidad.
“Estar enamorado, no atemorizado”, dijo Kvasnik, quien no sabe todavía a qué ceremonia asistirá el viernes, pero sí puede garantizar algo: “Estaré en el lugar más feliz que pueda”.
En el encuentro es posible ver desde camisetas con loas a la diosa transformadora hindú Shiva hasta personas que prometen fotografiar el aura con una luz denominada “chi”. En la sala de exhibiciones se puede elegir entre los cristales de cuarzo y los servicios de diversos sanadores.
Violeta Simarro, quien trabaja como secretaria en Perpiñán, Francia, se refugiaba del sol debajo de un toldo, y destacó que la nueva era no necesariamente será miel sobre hojuelas.
“Al comienzo será un poco difícil, porque el mundo necesita una limpieza completa. Hay demasiadas cosas negativas”, dijo.
No todos los videntes apoyan esta celebración.
El autoproclamado “Brujo Mayor” de México, Antonio Vázquez Alba, advirtió a la gente que evite las aglomeraciones el 21 de diciembre.
“En el momento en que hay 1.000 gentes juntas y que alguien diga ‘fuego’, cuidado, ¿no?”, dijo, en relación con uno de los riesgos hipotéticos. “Lo mejor es estar en casa, en el trabajo, escuela y, en cierto momento, hacer ejercicios de relajación”.
Otros consideran que la reunión es un modelo de la era que se avecina.
Participantes de tradiciones chamanísticas en Asia, América y Europa convivieron amigablemente con sus anfitriones mexicanos.
“Todos somos uno”, resumió Esther Romo, promotora de arte de la Ciudad de México.
Pese al optimismo, los organizadores del Festival de la Cultura Maya, una celebración más amplia que se realiza en el estado oriental de Yucatán, han tenido que rechazar públicamente la idea de que los mayas, que desarrollaron un calendario sorprendentemente preciso hace casi 2.000 años, habían previsto de algún modo el fin del mundo. Los mayas medían el tiempo en periodos de 394 años, conocidos como “baktunes”. El decimotercer baktún termina alrededor del 21 de diciembre y el número 13 era considerado sagrado por los mayas.
Pero los arqueólogos han descubierto glifos mayas que refieren fechas muy posteriores a este 21 de diciembre.
El gobernador de Yucatán, donde reside la mayor población de origen maya, dijo que también siente vibraciones positivas.
“Nosotros tenemos un gran optimismo en estos momentos. Creemos que el inicio de un nuevo baktún significa empezar una nueva época, y lo recibimos con un gran optimismo”, dijo.
Fuente: Prensa Asociada