Así la han definido los trabajadores de los servicios sociales rusos que han podido entrar a la vivienda en la que se había instalado una secta musulmana en Kazán, capital de la república rusa de Tatarstán.
Quince niños han pasado allí dentro, privados incluso de la luz del día, diez años. Ni educados, ni atendidos por ningún médico, los menores vivían aislados en zulos construidos en ocho niveles subterráneos bajo la vivienda, en la que vivían también unos sesenta adultos, tal y como explica el jefe policial de Kazán, Ranis Bajitov.
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Los menores de edad han sido trasladados a hospitales de la región en compañía de sus padres, que seguramente serán privados en
breve de la custodia de sus hijos, algo que ya han solicitado a las instancias judiciales las autoridades rusas.
Las autoridades rusas, que investigan a los miembros de la secta por desatención a menores, han acusado formalmente a cuatro de ellos
de maltrato infantil.
Durante el registro de la vivienda de Sattarov, la policía también incautó literatura de contenido presuntamente extremista que será investigada por las autoridades rusas.
Fuente: EuroNews
