En entrevista videograbada con Proceso, Rafael Caro Quintero sostiene que no mató a Enrique Camarena y asegura que estaba “en el lugar equivocado”. Pide perdón a la sociedad mexicana, a la DEA y al gobierno de EU y sentencia: “No estoy en guerra con nadie; El Chapo y El Mayo son mis amigos”. Dice que se dedicó a la siembra de mariguana porque “de alguna manera había que sobrevivir”. La entrevista con el capo se efectuó en la clandestinidad y será transmitida en Proceso TV este lunes a las 12 horas por proceso.com.mx
La espera transcurre en algún lugar del norte de México. Es una tarde que anuncia tormenta. De pronto, como fantasma, aparece caminando, con paso relajado, un hombre de 63 años, erguido en su metro ochenta de estatura. Tiene la tez bronceada y las manos encallecidas. Bajo la gorra azul asoma el cabello corto teñido de oscuro. Muestra una dentadura perfecta y brillante y su cuerpo —delgado, correoso— delata ejercicio.
Es Rafael Caro Quintero, a quien apodan “El Príncipe” o “El Narco de Narcos”. Por su captura, el gobierno de Estados Unidos ofrece una recompensa de 5 millones de dólares y el de México, lo acusa de haberse reincorporado al narcotráfico y desatar una guerra contra el cártel de Sinaloa.
Lleva en el pecho al menos dos escapularios: Uno de la Virgen de San Juan de los Lagos, regalo de uno de sus hijos mayores, y otro con una bendición de su madre. Viste camisa de manga larga, abotonada casi hasta el cuello, y pantalón vaquero azul. En la muñeca izquierda porta un reloj de carátula negra. No hay joyas, lujos ni armas a la vista; su escolta parece estar compuesta sólo por dos hombres. Sus zapatos de goma son negros y están visiblemente desgastados. Parecen la metáfora exacta de alguien que huye de la justicia desde hace casi tres años.
Luego de 28 años de prisión, en agosto de 2013 fue excarcelado del Reclusorio Preventivo de Guadalajara por órdenes de un tribunal colegiado; pero días después, la Procuraduría General de la República (PGR) obtuvo dos órdenes de aprehensión en su contra: Una para extraditarlo a Estados Unidos y otra para que pague 12 años más de prisión que, según la PGR, le quedan pendientes en México.
Caro Quintero, hijo de Emilio Caro Payán y Hermelinda Quintero, nació en octubre de 1952 en el rancho La Noria, en Badiraguato, Sinaloa, fue considerado por el gobierno mexicano como uno de los narcotraficantes más poderosos en los ochenta. A raíz del brutal homicidio de Enrique Camarena (agente de la Administración Antidrogas Estadunidense, DEA), en 1985, el gobierno de Estados Unidos y el mundo, volvieron la mirada para descubrir que en el Triángulo Dorado, donde confluyen los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua, había emergido una nueva casta de capos: Señores de la droga que, 31 años después y según Washington, se convirtieron en los más poderosos del mundo. Él asegura que no fue quién lo mató.
DA SU VERSIÓN
El 26 de junio pasado, Proceso publicó las versiones oficiales que aseguraron que Caro Quintero estuvo detrás del ataque perpetrado por Alfredo Beltrán Guzmán, “El Mochomito”, a la casa de Consuelo Loera, madre de Joaquín “El Chapo” Guzmán, en la ranchería de La Tuna, Badiraguato, localidad de la que ambos capos son oriundos. Días después, el ejército mexicano y el gobierno de Chihuahua confirmaron dicha versión.
A raíz de ese reportaje, firmado por la autora de esta entrevista, gente cercana a Caro Quintero contactó con Proceso; el hombre accedió a dar su versión de los hechos.
La lógica indica que un prófugo no concede entrevistas y menos en video. Menos aun cuando la DEA y las autoridades mexicanas le pisan los talones, al grado de haber estado a punto de capturarlo al menos tres veces los últimos dos años. Sin embargo, para Caro Quintero esta lógica no se aplicó y, desde la clandestinidad y en uno de los momentos más agudos de la persecución, aceptó responder todas las preguntas, ser fotografiado y que la conversación fuera videograbada para ser transmitida en ProcesoTV. No hubo más condición que la de no revelar el lugar donde fue realizada.
Frente a la reportera y al fotógrafo, el apodado “Príncipe” habla sobre la presunta guerra que, según fuentes gubernamentales mexicanas, él desató —en alianza con los Beltrán Leyva y otras organizaciones criminales— contra el cártel de Sinaloa y en particular contra “El Chapo” Guzmán.
Narra también su encuentro con “El Chapo” Guzmán durante un desayuno en 2013, cuando ambos estaban prófugos, y su entrevista con el otro líder del cártel de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada.
“Antes de caer yo preso nos conocimos, éramos buenos amigos”, afirma sobre los dos actuales dirigentes del cártel de Sinaloa. Tanto “El Mayo” como Caro Quintero actualmente son fugitivos, mientras “El Chapo” está recluido en el Cefereso número 9, en Ciudad Juárez, en espera de ser extraditado a Estados Unidos.
En los ochenta, Caro Quintero marcó un antes y un después en la historia del narcotráfico en México.
Éste es Rafael Caro Quintero en sus propias palabras.
La entrevista transcurre en un cuarto de paredes encaladas construido en medio de la nada. Él se acomoda en una silla desvencijada. El mobiliario lo componen, además, un par de camas y una mesa con una imagen de la Virgen de Guadalupe, acompañada de unas veladoras encendidas.
Se le nota ávido de conversar. Si estaba preocupado por el correr del tiempo, por la caída de la noche o por la intensa lluvia que se desató al comenzar la entrevista, nunca lo mostró. No hay alimentos ni bebidas de por medio. Ni un vaso de agua.
En la clandestinidad, tras 28 años de prisión y casi tres prófugo, rompe el silencio.
LA PRESUNTA GUERRA CONTRA ‘EL CHAPO’
Tras la información publicada por este semanario, el comandante de la Tercera Región Militar, general Alfonso Duarte Múgica, y el fiscal de Chihuahua, Jorge González, confirmaron que existen las sospechas de que Caro Quintero inició una guerra contra el cártel de Sinaloa.
“A nivel nacional se ha establecido la posibilidad de una invasión que pudiera tener en el Estado de Chihuahua uno de los narcotraficantes más conocidos del país, Rafael Caro Quintero”, afirmó González el pasado martes 5.
Según el vocero de la fiscalía, Eduardo Esparza, esa información provenía de “Inteligencia tanto Estatal como Federal, en la coordinación que se tiene con el Ejército”.
El miércoles 6, Michael Vigil, ex jefe de Operaciones Internacionales de la DEA, dijo a Associated Press que el Ejército mexicano tiene información de que Caro Quintero se alió con miembros de lo que queda del cártel de los hermanos Beltrán Leyva para quitarle territorio al de Sinaloa.
La primera pregunta a Caro Quintero versa sobre esta acusación:
—El comandante de la Tercera Región Militar, el fiscal de Chihuahua y otras autoridades señalan que usted ha entablado una guerra contra el cártel de Sinaloa…
—La inquietud mía, la preocupación mía es muy grande. Yo me enteré por los medios de comunicación de lo que dijo el fiscal de Chihuahua y lo que dijo el señor general. Es falso lo que les están informando; que aclaren muy bien esta situación, que no hagan declaraciones nomás a la ligera; son declaraciones muy delicadas, muy fuertes para decirlas nomás así.
—¿Usted tiene una guerra contra el cártel de Sinaloa?
—En primer lugar, yo no tengo problemas con ningún cártel. No conozco a la familia Beltrán Leyva y no tengo ningún problema con ellos. Y con la familia Guzmán tampoco. Si ellos traen algún problema es de ellos, mis respetos tanto a los Beltrán como a la familia Guzmán, mis respetos para ambas familias, y no sé cuál fue el motivo, por qué me sacaron a mí ahí. Yo no estoy relacionado con ningún problema de esta índole y menos estoy involucrado en una guerra. Si ando batallando para arreglar mi problema… Imagínese, con casi 29 años que estuve preso, ¿tendría ganas de más problemas?
QUIERO PAZ
—Habrá quienes pudieran pensar que usted ambiciona el poder y el dinero que genera el narcotráfico… ¿Podría ser ésa la razón que lo impulsara supuestamente a iniciar esta guerra?
—A mí no me impulsan ni me llaman la atención ningún poder y ninguna cantidad de dinero, por grande que sea.
—¿Ya no le interesa?
—No me interesa salir en la fotografía, como luego dicen. Quiero paz, quiero vivir en paz, quiero que mi familia viva en paz. Tanto lo que ustedes sacaron (Proceso), como el fiscal de Chihuahua o el general, es falso; son mentiras. El tiempo me va a dar la razón. Reitero: Lo único que busco es paz y le pido perdón a la sociedad de México por los errores que cometí; a la familia de Camarena, a la DEA, al gobierno de Estados Unidos, les pido perdón. Ya pagué mi culpa… Estuve casi 29 años en la cárcel.
—El fiscal de Chihuahua, y perdone que insista en esto, pero me gustaría aclararlo de una vez, dijo a los medios de comunicación que supuestamente habían interceptado llamadas telefónicas y mensajes donde efectivamente lo señalaban a usted como parte de esta supuesta guerra y que pensaba incluso ir a pelear, invadir Ciudad Juárez.
–Dígale que usted ya tiene la voz mía, los centros federales tienen mi voz. Entonces está muy sencillo, ya con mi voz usted dígale: ‘¿Ya tiene usted las llamadas? ¿Por qué no comparamos la voz que usted tiene y la voz que yo tengo?’. Desde el momento en que salí yo no he hecho ninguna llamada, yo no le agarro un pin, yo no le agarro un radio, no le agarro ningún teléfono. Si tiene la llamada y está tan seguro, dígale que vayamos a donde él quiera para que me compruebe, y que si la DEA o el Departamento del Tesoro de Estados Unidos están tan seguros de que yo estoy traficando mariguana, cocaína y anfetaminas, que no las conozco, ¡las pruebas! Pero que por favor no se dejen llevar por pícaros vividores. Esa información que les están dando es falsa; por favor, verifiquen bien.
—¿Piensa que el gobierno de México y el de Estados Unidos están siendo mal informados?
—Mal informados.
—¿Por quiénes? ¿Quiénes pueden estar interesados en afectarlo, en involucrarlo en estas nuevas actividades de narcotráfico o en esta llamada “nueva guerra”?
—Pues no le sé decir, porque no estoy seguro.
FUI, AHORA YA NO….
—¿Tiene usted enemigos?
—Pues a la vista no, pero no podemos saber.
—¿Qué gana el gobierno de México o de Estados Unidos? ¿Cuál puede ser la intención de volverlo a involucrar en una actividad que, según usted, ya no está practicando?
—¡Y estoy seguro! ¡Estoy seguro de que no la estoy practicando y no la voy a practicar! —afirma con molestia.
“Yo fui narcotraficante hace 31 años, y desde el momento que le estoy diciendo que se me cayó lo de los sembradíos del rancho El Búfalo (Chihuahua, donde en 1984 el Ejército le decomisó 10 mil 900 toneladas de mariguana), ahí terminé la actividad ésa, y nunca la he ejercido y no lo voy a hacer. Dejé de ser narcotraficante y le vuelvo a repetir de favor, que me dejen en paz”.
—Han pasado algunas semanas de que esta noticia está circulando. Ha de haber tenido tiempo de pensar, de asimilar, ¿por qué piensa que lo quieren acusar de esto?
—No lo entiendo. Pues habrá algunos intereses, no lo sé, escondidos, que no los sé yo.
—¿Si usted no puede ser extraditado ya por el caso Camarena, piensa que esto es…?
—¿Que están buscando para ver qué más encuentran? Pues no, para qué voy a inventar, para qué voy a andar con mentiras, las mentiras no me gustan, yo hablo con la verdad, no puedo asegurarle nada. Pero de lo que sí estoy seguro es de que no tienen pruebas y no tienen nada con qué juzgarme, ni antes ni después.
“Ahora, este general dice que desde hace tres meses que le informaron que yo estoy reclutando gente. ¡Ni para desmontar cerros, porque no tengo con qué pagarles! ¡Es una injusticia, una tontería lo que están declarando, eh!”
“Yo salí por la puerta, yo no me fugué. ¿Usted cree que yo tengo ganas de regresar a la cárcel con casi 29 años que estuve preso?”
“Para una guerra se necesita mucho dinero, una guerra se hace con dinero, ¿sí o no? Y con armas”, señala.
—¿Usted tiene dinero? —se le pregunta.
—Ando mal económicamente, por desgracia.
—¿Usted tiene hombres?
—Dos muchachos, uno me maneja la moto.
EL ENCUENTRO CON GUZMÁN Y ZAMBADA
A los pocos días de su liberación, Caro Quintero recibió dos visitas inesperadas: Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera e Ismael “El Mayo” Zambada García, los dos líderes del cártel de Sinaloa. En los ochenta, ellos comenzaban en el mundo del narcotráfico cuando “El Príncipe” ya era una leyenda.
Caro Quintero afirma que las dos reuniones fueron amistosas.
—En su momento, Guzmán Loera comentó que se había reunido con usted después de su liberación en 2013. ¿Usted se reunió con Joaquín Guzmán Loera? —se le inquiere.
—Sí es cierto, sí.
—¿Cómo fue este encuentro?
—Él vino a saludarme, me dio gusto saludarlo, mis respetos para el señor, y platicando le comenté que yo ya no quería saber nada de cuestiones ilícitas.
—¿Y cómo fue este encuentro? ¿Fue amigable?
—Amigable, nos conocemos desde chicos, desayunamos juntos y el señor se fue.
—Y cuando usted le dijo “Yo ya no quiero participar en esto”, ¿él qué le respondió?
—Que estaba bien, que había sido muy caro lo que había pasado en la cárcel, mucho tiempo, y terminó la plática.
—¿Se despidieron en buenos términos?
—Sí, sí, le dije adiós, y adiós; no nos volvimos a ver.
—¿Y con Ismael “El Mayo” Zambada usted también se reunió?
—Una vez lo vi. Una vez, e igual, lo mismo. Platicamos y le comenté lo mismo. Mis respetos tanto para una familia como la otra, no tenemos ninguna relación, ellos su vida y yo la mía.
—¿Él le ofreció algún tipo de apoyo, de ayuda?
—No, no, nada, pues él también estaba corriendo (huyendo).
“Ahora que la DEA dice saber que yo siempre he estado en comunicación, desde la cárcel, con narcotraficantes… Conozco mucha gente, me conoce mucha gente, me mandaban saludos, les mandaba saludos, sus actividades no las sé, yo no las he practicado, yo ya le repetí, nada más que ellos (los agentes de la DEA) tienen informantes a quienes les están pagando, y por dinero la gente hace muchas barbaridades.”
—¿Usted piensa que ellos dos, Guzmán y Zambada, creen que usted tiene una guerra contra ellos?
—No, ellos están seguros que no, porque me conocen, nosotros nos conocemos desde chicos. Ellos saben que no, saben que yo los respeto como amigos y como hombres también, y a sus familias también, a todos ellos; a mí no me interesa ninguna guerra, a mí no me interesa ninguna plaza, a mí no me interesa ningún Estado, fronteras… ¿Por qué? Porque yo no trabajo, simplemente así.
—Usted piensa que alguien pueda estar inventando de parte de…
—Mire, lo pueden hacer, yo no digo que no lo pueden hacer, ¿pero sabe qué? El gobierno yo creo que sabe hacer su trabajo y ellos… Puede hablar mucha gente, pero en una detención tienen que decirles la verdad, y el gobierno sabe hacerlo. ¿Qué tengo que ver yo?
—¿Qué piensa usted de este ataque a la casa de la madre de Joaquín Guzmán Loera? Era un punto muy sensible, es una cosa que nunca se había visto, incluso en los peores años de guerra.
–Lo vi en los periódicos. ¡Está mal! Es una señora ya grande, me pongo en el lugar de Joaquín, él está preso. ¿Qué sentiría al saber esa noticia, que llegaron a molestar a su mamá a su casa? Pero como le digo: Mis respetos, yo no sé nada y ellos sabrán sus cosas.
Entrevista que se publica en la edición 2073 de la revista Proceso, ya en circulación.