Cae ministro de Salud de Chile, un fracaso para Piñera

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La caída en desgracia hoy de Jaime Máñalich, amigo personal, médico familiar y ahora ex ministro de Salud del presidente Sebastián Piñera, es sobre todo una derrota de proporciones para el gobernante chileno, quien había apostado todas sus esperanzas de sobrevivencia política a la gestión exitosa de la crisis sanitaria provocada por la pandemia del Covid-19.

Por Aldo Anfossi/ La Jornada

En pocas semanas, Chile pasó de ser el país con menor incidencia mundial en el promedio de muertes por millón de habitantes a colocarse hoy en la cima de esa estadística, con la tasa más elevada entre aquellos que tienen una población de más de 5 millones: 353,47 casos por millón de personas, y a ocupar el quinto puesto global. Además tiene la mayor tasa de contagios diarios, cercanos a 6 mil. A la fecha se totalizan casi 200 mil contagios y más de 3 mil 200 muertos, para un país con casi 19 millones de habitantes, el lugar 61 a nivel mundial.

Máñalich, que se ha curado en salud al decir sistemática y reiteradamente que toda la estrategia en torno a la pandemia proviene “por orden”, “decisión” o “instrucción” del “Presidente de la República”, pareció tirar la toalla desde hace varias semanas, cuando inesperadamente y sin que se lo preguntara nadie, dijo súbitamente que todos sus supuestos y modelos predictivos para controlar la peste, se habían “derrumbado como castillo de naipes”; o que él desconocía los niveles de hacinamiento en el que cohabitan sectores carenciados de la ciudadanía; y finalmente reconocer que no había credibilidad ciudadana en torno al discurso gubernamental.

Las cosas llegaron a extremos cuando apenas ayer, la reputada organización no gubernamental Espacio Público, que hace seguimiento a la pandemia, dijo en su informe diario que “con la laxitud observada en las cuarentenas y las tasas de contagio que tenemos hoy, el escenario más probable es que enfrentaremos varias semanas con miles de muertos, mientras la epidemia seguirá enseñoreándose de las grandes ciudades, desatando una crisis humanitaria inédita en la historia del país. Para salvar las miles de vidas que están en peligro inminente, debemos actuar hoy mismo con audacia y determinación”.

La estocada final se produjo esta mañana, cuando el medio periodístico CiperChile publicó que el Ministerio de Salud ha estado reportando a la Organización Mundial de la Salud (OMS) “un número más amplio de decesos por Covid-19 que el informado diariamente a la opinión pública”, y que formalmente el Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) “ya había contabilizado poco más de 5 mil muertes asociadas a Covid”, cifra muy superior a los 2 mil 870 decesos informados oficialmente a la fecha.

De acuerdo a los expertos, entre otras causales, el fracaso del plan de Piñera para contener el desastre sanitario se debe principalmente a que concentró todos los esfuerzos en reforzar la capacidad hospitalaria para atender a las personas infectadas -reflejado por ejemplo en más que duplicar la disponibilidad de respiradores mecánicos en las unidades de tratamiento intensivo-; olvidando por completo hacer uso de la red de salud de asistencia primaria presente en todos los rincones del país, para identificar a personas infectadas y hacer seguimiento estricto de ellas y de sus contactos, previniendo una mayor dispersión del virus. Durante semanas, incluso meses, expertos epidemiólogos y las sociedades médicas, insistieron al respecto, pero Máñalich hizo caso omiso de las advertencias, incluso despreciándolas.

Piñera, por su parte, caído en desgracia política tras el estallido social del 18 de octubre de 2019, al punto que su nivel de aprobación llegó a apenas 6 por ciento, vio en la contención del Covid su oportunidad de salvación histórica después del desastre de violación de derechos humanos en la represión indiscriminada del alzamiento popular. Emprendió entonces a destajo una campaña comunicacional para destacar su anticipación a las crisis, incluso hoy, al momento de aceptar la renuncia de Máñalich, insistió en que desde el 2 de enero de 2020 se elaboró un plan consistente, algo que no calza ni con los cientos de miles de contagios, ni de miles muertos a la fecha ni de los que se avecinan.

Piñera afirmó cosas como, por ejemplo, haber comprado más de mil respiradores mecánicos en enero, algo que resultó falso (apenas se compró uno entonces); o bien se insistió una y otra vez en transmitir en televisión en directo los traslados aéreos de pacientes críticos de una región a otra del país; o en inspeccionar también en directo las furgonetas en que las personas vulneradas serían trasladadas a los hospedajes sanitarios; y su apuesta mayor, el anuncio sin preparación previa de la distribución de 2.5 millones de cajas con alimentos a los hogares más pobres, una promesa que a casi un mes de ofrecida, está absolutamente cuestionada por inconsistente.

Piñera optó por privilegiar el salvataje de la economía, bajo el supuesto de que eso se lograría manteniendo abiertos niveles de actividad económica, pero olvidó que más de 2.5 millones de chilenos, y sus familias, subsisten por sus propios medios, esto es, salir a la calle cada día para conseguir el sustento diario. Eso error de cálculo ha hecho fracasar las cuarentenas impuestas, porque las personas prefieren arriesgar su salud que someter a sus familias al hambre.

Esta tarde, también en CiperChile, un grupo de expertos publicó una columna bajo el título “El desastre está aquí” donde pronostica que terminar con los contagios en Chile tomará al menos el doble de tiempo de lo que le tomó a Italia, España o Alemania. “Chile -afirman- debiera estar al menos hasta agosto con áreas extensas en confinamiento. Con la insistencia en cuarentenas de áreas pequeñas (“dinámicas”, a nivel comunal o subcomunal), es posible esperar que esta situación se alargue aún más, dado que las cuarentenas para ser efectivas, requieren aplicarse sobre ciudades enteras como mínimo”.

Y agregan que si Piñera no cambia su estrategia y no recurre al consejo de expertos, podría estar hasta ocho meses en confinamientos “lamentando cientos de miles de enfermos, decenas de miles de fallecimientos y con una economía fuertemente debilitada. El germen de una crisis social violenta debe también estar en nuestras mentes”. El presidente Piñera está hoy a las puertas de su peor hora, aquella en que miles y miles de personas van a morir a causa de su estrategia fallida propagandística de supervivencia política y no de prevención de expansión de la enfermedad. Agravada por lo demás por la cesantía endémica que afecta al país -dos millones de cesantes, el doble que apenas hace dos meses- y que repercutirá en un agravamiento de las condiciones de precariedad y de vulnerabilidad social y económica que dispararon el estallido social del 18 de octubre.

Fuente: La Jornada

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