Roberto Flores, presunto asesino de la holandesa Hester van Nierop en 1998, fue detenido en Estados Unidos y deportado a Ciudad Juárez este viernes, reporta El Diario.
“El acusado, identificado como Roberto Flores y/o Ramiro López Adame de 51 años, fue entregado en mitad del puente internacional Reforma de la avenida Lerdo a elementos de la Policía Ministerial”, de acuerdo con la nota de Lucio Soria.
“El deportado enfrentará un proceso penal por la acusación de haber dado muerte a la ciudadana holandesa en un hotel de esta ciudad”, el 19 de septiembre de 1998.
Hester van Nierop contaba con 28 años al ser privada de la vida. Su asesinato es uno de los casos emblemáticos en la historia reciente de la ciudad.
El siguiente texto se publicó en la revista Proceso el 22 de enero de 2011, bajo el título “La lucha de los Van Nierop” (la fotografía del momento de la deportación de Roberto Flores fue tomada por Lucio Soria y publicada en el portal de El Diario):
El 19 de septiembre de 1998 la ciudadana holandesa Hester van Nierop, de 28 años, fue asesinada en un cuarto del Hotel Plaza, de Ciudad Juárez. Había decidido venir a México con su hermana para pasar unos días de vacaciones antes de irse a trabajar a Estados Unidos.
Para sus padres, Roeland y Arsène van Nierop, residentes de La Haya, Holanda, la pesadilla que comenzó ese día aún no termina. A más de 12 años el crimen sigue impune.
Ello a pesar de que las autoridades identificaron al presunto homicida desde diciembre de 1998. De acuerdo con un informe policiaco que recibió Arsène, su nombre es Roberto Flores. De tez blanca, cara cubierta de acné, ojos pequeños, nariz recta, 1.66 metros de estatura y complexión atlética. Tenía un gimnasio en su casa y circulaba en un auto con placas de Nuevo México (Proceso 1494).
La madre de Hester, Arsène van Nierop, no ha cejado en la búsqueda de justicia para su hija. Sus esfuerzos la han convertido en un referente europeo en la lucha contra los feminicidios en México.
Con frecuencia la invitan a impartir conferencias; su asistencia a debates y exposiciones artísticas con temática de la violencia de género es muy apreciada, y los medios europeos la solicitan a menudo para entrevistarla.
La televisión holandesa ha transmitido varios reportajes especiales en torno al drama que han tenido que vivir Arsène y Roeland en sus encuentros con la policía mexicana.
Muchos ejemplos ilustran el activismo de Arsène. Durante 2006 y 2007 apoyó públicamente en Bruselas una importante resolución del Parlamento Europeo sobre la lucha contra los feminicidios en México. Ésta fue aprobada el 10 de octubre de 2007, a pesar del cabildeo en contra realizado por el gobierno de Felipe Calderón.
El 16 de febrero de 2007, Arsène y su marido fueron invitados al festival de Berlín para asistir a la premier de la película Bordertown. Protagonizada por Jennifer López, la cinta aborda los feminicidios en Ciudad Juárez. Una cámara del programa holandés Netwerk los acompañó.
Hace cinco años Arsène creó la Fundación Hester, que cuenta con la simpatía y el apoyo de figuras del mundo político, cultural, académico y empresarial de Holanda. El comité de notables lo integran el alcalde de La Haya, Jozias van Aartsen; la presidenta del Parlamento, Gerdi Verbeet, y la periodista de la radio y televisión pública Fundación de Radiodifusión Holandesa (NOS, por sus siglas en holandés), Marjon van Royen.
El 29 de abril de 2009, en la alcaldía de La Haya, van Aartsen condecoró a Arsène con la Orden Real de Orange-Nassau.
“Es un reconocimiento de muy alto nivel. Es una gran satisfacción haberlo recibido”, dice Arsène a Proceso. Sin embargo, aclara que también es un estímulo para su esposo y para toda la gente “que estuvo conmigo en la creación de la fundación y que me dieron la fuerza para continuar con mi trabajo”.
Cambio de vida
Forzada por las circunstancias, Arsène tuvo que aprender un poco de español. A petición suya la conversación telefónica con Proceso se realiza en inglés. Lo primero que comenta Arsène al corresponsal es el asesinato de Marisela Escobedo.
“La situación en Ciudad Juárez –señala– es terrible. A veces me pregunto: ¿Cómo es posible luchar contra esta situación tan profundamente arraigada? Pero por otro lado creo que si se piensa de manera derrotista, uno deja de esforzarse para que las cosas mejoren.
“Lo que me propuse al crear la fundación fue cambiar la situación de otra forma: ayudando a Casa Amiga Esther Chávez Cano –quien murió el 25 de diciembre de 2009–. Cada año la Fundación Hester le dona 30 mil euros y este dinero sirve para ayudar a cambiar la vida de algunas mujeres en Ciudad Juárez. Las apoyamos para que tomen las riendas de su propia vida y que así ellas mismas la cambien, que salgan fortalecidas.”
Antes del asesinato de Hester, Arsène era la responsable de comunicaciones de una empresa. Ahora, ya jubilada, dedica tiempo completo a la fundación.
–¿Cuándo decidió que se dedicaría a combatir los feminicidios? –se le pregunta.
–Para mí crear la fundación fue una manera de canalizar en un sentido positivo la experiencia del asesinato de mi hija. Me negaba a pensar en mi hija en términos de asesinato, desilusión y otros malos sentimientos. Ayudando a otras mujeres en Ciudad Juárez, a víctimas como Hester o a otras madres como yo, creo que puedo apoyarlas a cambiar la cultura de violencia. Además, así es menos doloroso para mí vivir con el fantasma de Hester. Nunca podré traer de regreso a mi querida hija, pero con mi trabajo nunca la recuerdo de forma negativa.
“Hace dos años escribí un libro. Se titula Gritos de Juárez: una madre habla de su hija asesinada en México. Ahí explico la horrible situación que viví tras el caso de mi hija. La dificultad que representó que la hayan matado en otra parte del mundo, en un país con una cultura diferente a la holandesa. También digo que en México no existe la justicia, narro el arranque de la Fundación Hester y la manera en que su caso fue abordado, por ejemplo, en el Parlamento Europeo.”
–Usted reveló en una reciente entrevista con Radio Nederland que la reina Beatriz la llamó antes de su viaje a México con su hijo, el príncipe Willem-Alexander y su esposa Máxima. La visita tuvo lugar del 3 al 6 de noviembre de 2009. ¿Podría dar detalles de lo que platicaron?
–La reina Beatriz, su hijo y su esposa, junto con el ministro de Relaciones Exteriores de Holanda, estuvieron en México. Antes de ir me invitaron para que les hablara acerca de mi experiencia, el asesinato de Hester y la manera como me trató el gobierno mexicano. Les platiqué, por ejemplo, que hace tres o cuatro años la entonces procuradora de justicia de Chihuahua, Patricia González, había tenido la idea de exhumar el cuerpo de Hester.
“Ella quería examinarlo. ¡Eso es horrible para una madre! Yo le pregunté qué buscaba y me contestó que quería saber si Hester había consumido drogas. Yo pensé: y en el caso de que hubiera consumido drogas, ¿esa era una razón para matarla?”
Arsène hace una pausa antes de continuar su relato:
“Hester estuvo en un pequeño bar antes de que la asesinaran. La princesa Máxima, que es argentina, me comentó que en Argentina es común que las chicas tapen el vaso con la mano para evitar que les sirvan drogas sin que se den cuenta. Pero las muchachas holandesas jamás lo hacen porque nunca pensarían que alguien va a poner drogas en sus bebidas. Así que rechacé que mi hija fuera exhumada.
“También les platiqué que el dueño del hotel donde fue hallado el cuerpo de Hester había muerto. Tras su muerte, los empleados del hotel pidieron rendir sus testimonios. Resulta que no habían querido declarar antes porque el dueño era amigo del presunto asesino de Hester, que se mueve entre El Paso y Ciudad Juárez.”
–¿Y la reina habló sobre su caso con el presidente Felipe Calderón?
–No. Ella sólo pudo hablar del tema con su esposa.
Furia
Arsène había planeado viajar a Ciudad Juárez en noviembre pasado. Sin embargo, el Ministerio de Relaciones Exteriores de su país le recomendó que no lo hiciera.
“El gobierno holandés –explica– me dijo que era muy peligroso ir a Ciudad Juárez. En el gobierno no sabían por qué había tantos asesinatos. Me dijeron que estaban matando mujeres, periodistas, activistas… Me dijeron que no podían garantizar mi seguridad… ¡y el asesinato de un miembro de mi familia ya es suficiente!”
–La solidaridad y la entrega a la causa de las mujeres de Ciudad Juárez marca su discurso. Pero usted también es víctima de la injusticia mexicana. ¿Ocupa la rabia un lugar en su activismo?
–Claro, me he sentido furiosa. Sin embargo, a veces pienso que no tengo claro qué decir al respecto mientras no atrapen al asesino de mi hija y lo enjuicien. En Holanda he hablado con padres que han perdido a un hijo, y para ellos nunca es suficiente que el asesino sea condenado a seis u ocho años de prisión. Yo no puedo hablar de ese sentimiento. Para mí es más fácil pensar en mi tristeza que pensar en mi rabia.
–Y desde 1998 la situación en México ha empeorado –se le comenta.
–En México no hay interés por los derechos humanos. Sólo piensan en términos de poder y en alcanzar la presidencia. Hay una guerra contra las drogas y miles y miles de personas están siendo asesinadas, pero no se resuelve nada. Uno de los problemas más grandes que tiene México es que sus autoridades creen, y dicen, que defienden los derechos humanos. No es cierto. A mí me enseñaron la ley contra la violencia de género: tienen la ley, muy bien, pero no saben cómo ponerla en práctica; y si no saben cómo sostenerla, no sirve.
–¿A veces no le gana el desánimo?
–Siempre pienso que mis esfuerzos no son suficientes. Son un grano de arena en el desierto. Casa Amiga es grandiosa, pero al mismo tiempo no es nada ante los graves problemas que enfrenta México. Es muy duro luchar contra la cultura de la violencia, pero si ni siquiera lo intento, no arreglo nada. Con mi trabajo quiero darle esperanza a la gente… Fuerza.
Cuando se le pregunta acerca de los avances en las investigaciones del crimen de su hija, responde con una anécdota:
–El pasado 28 de octubre me reuní con el embajador de México en Holanda, Jorge Lomónaco, para informarme sobre ese asunto. Él estaba acompañado por Guillaume Michel, consejero legal de la embajada. Durante la cita en la representación de La Haya les recordé que el delito cometido contra mi hija prescribe a los 14 años de ocurrido; es decir, dentro de dos años. El embajador, muy seguro, me dijo que no era cierto. Que eso no era posible en México. Días después me envió un correo electrónico diciéndome que yo tenía razón, que el delito prescribiría en dos años.
Arsène cuenta una última historia ocurrida durante su forzada inmersión en la justicia mexicana:
“Un policía agregado a la embajada holandesa en Washington ha dado seguimiento al caso de Hester. Se ha desplazado a Ciudad Juárez y a la Ciudad de México. Él necesitaba que la oficina de Interpol en México le proporcionara los cinco alias del presunto asesino de mi hija: Roberto Flores. Este individuo es bien conocido por las policías de Estados Unidos y México porque ha estado preso en los dos países. Primero, Interpol México le dijo al agente holandés que no era posible proporcionarle esos alias. Después le dijeron que sí, pero fue muy difícil conseguirlo. ¡El policía tuvo que viajar dos veces a la Ciudad de México!”