Una historia que parece sacada de una compleja novela de espionaje acaba de estallar en la televisión estadunidense: Enrique Kiki Camarena, el policía de la DEA asesinado en México en febrero de 1985, aparentemente no fue víctima del capo mexicano Rafael Caro Quintero sino de un oscuro integrante de la CIA. Este sujeto fue el encargado de silenciar al agente antinarcóticos por una grave razón: había descubierto que Washington se asoció con el narcotraficante y usaba las ganancias del trasiego de estupefacientes para financiar las actividades de la contrarrevolución nicaragüense.
Por Luis Chaparro y J. Jesús Esquivel/ Proceso
Tres exagentes federales estadunidenses decidieron acabar con un silencio de 28 años y confiaron simultáneamente al semanario Proceso y a la cadena estadunidense Fox News una información “bomba”: Enrique Kiki Camarena no habría sido asesinado por Rafael Caro Quintero –capo que purgó una sentencia por ese crimen– sino por un agente de la CIA. La razón: el integrante de la DEA descubrió que su propio gobierno colaboraba con el narco mexicano en su negocio ilícito.
En entrevistas con Proceso Phil Jordan, exdirector del Centro de Inteligencia de El Paso (EPIC); Héctor Berrellez, exagente de la administración antidrogas de Estados Unidos (DEA), y Tosh Plumlee, expiloto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), aseguran tener las pruebas de que el propio gobierno estadunidense ordenó la ejecución de Kiki Camarena en 1985, y además señalan al siniestro personaje cubano Félix Ismael Rodríguez como el asesino.
“Fui yo quien dirigió la investigación de la muerte de Camarena”, dice Berrellez y agrega: “Durante esta investigación descubrimos que algunos efectivos de una agencia de inteligencia de Estados Unidos, infiltrados en la DFS (la mexicana Dirección Federal de Seguridad), participaron también en el secuestro de Camarena. Dos testigos identificaron a Félix Ismael Rodríguez. Ellos eran de la DFS y nos dijeron que incluso él (Rodríguez) se había identificado como ‘inteligencia norteamericana’”.
La historia oficial y la versión que sigue sosteniendo la DEA es que a Kiki Camarena lo secuestró, torturó y asesinó Caro Quintero en febrero de 1985 en venganza porque el estadunidense había descubierto sus enormes sembradíos de mariguana y su centro de procesamiento en el famoso rancho El Búfalo.
Félix Ismael Rodríguez, El Gato, tiene uno de los historiales más turbios de la intervención de Estados Unidos en Centroamérica, principalmente en Nicaragua. A este cubano –quien participó en la frustrada invasión a Bahía de Cochinos y luego en la Guerra de Vietnam– se le atribuye la captura y por ende el asesinato del Che Guevara en Bolivia el 9 de octubre de 1967.
Facilidades al capo
En entrevistas por separado Jordan, Berrellez y Plumlee coinciden en muchos de los detalles de la reconstrucción de los hechos que habrían llevado a la CIA a decidir la eliminación de Camarena.
La historia que describen los tres exagentes se inicia con el señalamiento de que El Gato Rodríguez, además de estar infiltrado en la DFS llevó a México a un hondureño llamado Juan Matta Ballesteros, figura conocida por los narcotraficantes colombianos.
En México, según los entrevistados, la misión de Matta era conseguir droga en Colombia para el Cártel de Guadalajara, dirigido por Caro Quintero en los ochenta. Al narcotraficante mexicano el gobierno estadunidense le daba facilidades para vender cocaína, mariguana y otros estupefacientes donde quisiera. A Washington le convenía, porque participaba de las ganancias.
La parte del dinero que recibía la CIA –representada en México por Rodríguez a través de Matta– se hacía llegar a los contrarrevolucionarios de Nicaragua, La Contra, en forma de armas y otros equipos militares. Así Estados Unidos financiaba la lucha irregular contra el régimen sandinista, encabezado entonces por el actual presidente del país centroamericano, Daniel Ortega.
En sus investigaciones sobre el tráfico de drogas que dirigía Caro Quintero, Camarena descubrió el papel del gobierno de su propio país en el negocio ilícito para financiar a La Contra. Y esto, desde el punto de vista de los entrevistados, fue su sentencia de muerte.
“La CIA mandó levantar y torturar a Kiki Camarena, y cuando lo mataron nos hicieron creer que fue Caro Quintero para así tapar todas las cosas ilegales que estaban haciendo (con el narcotráfico) en México”, subraya Jordan. Añade: “La DEA es la única (dependencia federal) con capacidad de autorizar el tráfico de drogas a Estados Unidos como parte de una operación encubierta”.
El exjefe de la EPIC, el centro de espionaje más grande de Estados Unidos dedicado a vigilar lo que pasa en México y la frontera común, y quien fuera también agente de la DEA y jefe de Camarena cuando éste fue asesinado, resume en una cita lo que significó para la CIA ser descubierta en su involucramiento en el narcotráfico mexicano:
“Lo de El Búfalo no era nada comparado con el dinero de la cocaína que se vendía para comprar armas de la CIA”.
Sin embargo, Kiki Camarena no fue el único ni el primero en descubrir el triángulo perverso CIA-Caro Quintero-contras.
El judicial mexicano
Berrellez y Jordan aseguran que el primero en avisar de esta increíble operación encubierta del espionaje estadunidense a principios de los ochenta fue Guillermo González Calderoni, entonces comandante de la Policía Judicial Federal de México.
González Calderoni huyó de México en 1993; estaba acusado de colaborar con el Cártel de Juárez y se refugió en Estados Unidos, donde la DEA lo convirtió en testigo protegido. En 2003 el excomandante mexicano fue asesinado en McCallen, Texas.
–Lo ayudé, mandé un jet y lo traje a California. Acá, ya protegido por la DEA, se volvió informante y nos fue de mucha ayuda. El gobierno mexicano lo quería extraditar pero hice lo que pude para evitarlo porque sabía que lo iban a matar allá. Luego fue acusado de corrupción y tráfico de influencias y esas cosas, pero le digo: no es cierto –cuenta Berrellez.
–¿Y así fue como le dijo lo de la CIA? –se le pregunta.
–Sí. Me dijo: ‘Héctor, salte de ese tema porque te van a chingar. Está involucrada la CIA en lo de Kiki. Es muy peligroso que andes en eso. Me dio nombres, entre ellos el de Félix, y detalles y todo, pero cuando mis jefes se enteraron me retiraron de la investigación y me enviaron a Washington.
El giro de la historia sobre el secuestro, tortura y asesinato de Kiki Camarena en voz de Jordan “es una bomba”. Lo que no está claro es por qué estos tres exagentes estadunidenses esperaron 28 años para darla a conocer. Rechazan explicarlo.
Plumlee, aunque habla poco, cuenta que a principios de los ochenta pilotó una avioneta C-130 para llevar en ella a gente de La Contra a recibir entrenamiento en un rancho que tenía Caro Quintero en Veracruz.
–Yo volé drogas en aviones de la CIA y conocí al piloto estadunidense que sacó a Caro Quintero del país cuando era perseguido por el gobierno.
–¿Usted conoció a Kiki Camarena? –se le pregunta a Plumlee.
–Él voló, antes de ser secuestrado, de Guadalajara a California a informar de las operaciones de la CIA en México con los narcos y La Contra nicaragüense y yo me acuerdo que le dije: “Estamos en el mismo equipo. No te metas en lo que yo hago”.
–¿Qué otras cosas hacía la CIA en aquel entonces?
–El gobierno de los Estados Unidos estaba en todo. Traficábamos drogas, armas, usábamos el dinero para financiar la operación en Nicaragua.
–¿Cómo era su contrato en todo esto?
–Siempre fuimos subcontratados; por eso la CIA ahora dice que no teníamos dichas operaciones. Pero ahí está todo…
(Reportaje principal que se publica en Proceso 1928, ya en circulación)