Intercambio de tecnologías militares, compra de armamento, abastecimiento asegurado de fertilizantes para la agricultura, voluntad compartida para incrementar el comercio bilateral, cooperación en el ámbito del petróleo y el gas, foto en el Kremlin en abierto desafío a Estados Unidos y, lo más importante, el reconocimiento ruso de que Brasil merece el papel de líder de América Latina es lo que consiguió el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, al aceptar reunirse este miércoles con su colega ruso, Vladimir Putin.
Bolsonaro vino a Moscú pese a las insistentes recomendaciones de Washington de no hacerlo en estos momentos en que el mundo –insiste la Casa Blanca, en medio de las burlas de funcionarios rusos que preguntan que pasó con el “día apocalíptico” que avisaron se produciría este 16 de febrero– se encuentra al borde una guerra.
Como el visitante llegó anoche y no se negó a que los anfitriones le hicieran una PCR, esta vez no hubo una mesa de distancia interminable entre los interlocutores y, en cambio, sí muchas muestras de simpatía.
En ese ambiente de cercanía, Bolsonaro lanzó: “Nos solidarizamos con Rusia”, pero no precisó en qué se solidariza y podría –sostiene por ejemplo el diario Folha de Sao Paulo– “interpretarse (en Washington) como apoyo al Kremlin, en unos momentos en que Rusia está inmersa en una de las mayores crisis de seguridad desde el fin de la guerra fría”.
Sin embargo, el comunicado conjunto de la reunión presidencial, sin mencionar para nada a Ucrania, contiene un párrafo en que ambos “coinciden en que es necesario resolver los conflictos por medios pacíficos y diplomáticos, con base en las normas del derecho internacional, incluida la Carta de la ONU”, lo cual se corresponde con la tradicional diplomacia brasileña.
Bolsonaro dijo también tener “la seguridad de que este paso por aquí es un retrato para el mundo, en el sentido de que nosotros podemos crecer juntos en nuestra relación bilateral”.
El comunicado conjunto ratifica el respaldo ruso a una añeja aspiración brasileña: “El presidente Bolsonaro agradeció al presidente Putin por el apoyo sostenido de Rusia a Brasil como un candidato fuerte y digno a ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU que se está reformando”.
Mientras los mandatarios platicaban cordialmente, distendidos, sus ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa celebraron por primera vez un encuentro simultáneo en el formato 2+2, en el cual los anfitriones expresaron que Brasil “es un importante socio estratégico de Rusia en América Latina” y subrayaron que “el diálogo entre nuestras dependencias de política exterior y de defensa contribuirá a fortalecer la seguridad y la estabilidad en la región”.
El canciller Lavrov volvió a enfatizar: “Hoy confirmamos el apoyo de Rusia a la candidatura de Brasil para ocupar un sitio permanente en el Consejo de Seguridad en el contexto de la ampliación de la composición de ese organismo”.
Entretanto, continuaron hoy los gestos del Kremlin para rebajar la tensión en la frontera entre Rusia y Ucrania. El ministerio ruso de Defensa, informó mediante un nuevo comunicado que los tanques y vehículos blindados de la circunscripción militar rusa Oeste, “habiendo completado sus tareas en las maniobras, están siendo cargados en el transporte ferroviario para regresar a sus cuarteles permanentes, a mil kilómetros de distancia de la frontera con Ucrania”.
El anuncio se acompañó de un video en el que se puede ver un ferrocarril con unidades militares, que cruza el puente que une la península de Crimea, anexionada en 2014, de regreso a la parte continental de Rusia.
Desde Minsk, el canciller de Bielorrusia, Vladimir Makei, aseguró que “ni un solo soldado, ni una sola pieza de equipamiento militar” de Rusia permanecerán en suelo bielorruso al terminar el domingo siguiente las maniobras en que participan cerca de 30 mil soldados rusos, mientras el embajador ruso en Irlanda, Yuri Filatov, declaró a la BBC que “el retiro completo de los militares (que participan en maniobras cerca de la frontera con Ucrania) se llevará de tres a cuatro semanas”.
Y como no podía ser de otra manera, la ultraderecha brasileña asegura que Bolsonaro contribuyó con su viaje al retiro de las tropas rusas. “Bolsonaro evitó la guerra”, proclamó en las redes sociales Luciano Hang, ex ministro y empresario, al tiempo que no faltan quienes consideran, como Ricardo Salles, otro ex ministro, que el mandatario brasileño debería recibir el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos de disuasión que empezaron desde el momento en que su avión entró en el espacio aéreo ruso cuando –según Barbara Destefani, investigada en Brasil por difundir noticias falsas– llamó a Putin para decirle “olvídate de la guerra, Vladimir”.
Antes de retornar a Brasil, Bolsonaro también viajará a Budapest para, como seguramente dirán sus incondicionales, darle algunos consejos al controvertido primer ministro Viktor Orban.
Fuente: La Jornada