Por Jorge Ramos Ávalos
Claro, nadie quiere otro 9/11. Nadie.
Salvo Al Kaeda y otros grupos terroristas. Las encuestas en Estados Unidos son inequívocas; los norteamericanos quieren que su gobierno haga todo lo que sea necesario para evitar otro ataque terrorista como el que le costó la vida a casi tres mil personas hace una docena de años en Nueva York, Washington y Pittsburgh.
Pero una cosa es esperar que tu gobierno te proteja de ataques del exterior y otra, muy distinta, es que se utilice esto como excusa para espiar tus correos electrónicos y tus llamadas telefónicas. El programa de espionaje del gobierno de Estados Unidos -que filtró el ex contratista de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), Edward Snowden, al diario británico The Guardian- es mucho más extenso de lo que se pensó originalmente.
Estados Unidos copia casi todos los mensajes que los estadounidenses envían o reciben hacia y desde el exterior, según la investigación que hizo el reportero Charlie Savage del periódico The New York Times. (Aquí está el linkhttp://nyti.ms/1cxVosO ) Y luego la Agencia Nacional de Seguridad busca entre todos esos correos y números telefónicos, las palabras clave o referencias que pudieran sugerir un plan terrorista.
El caso es que, sin ningún tipo de orden judicial (o warrant, en inglés) se está espiando y recaudando esta información. Cierto, quizás esa información le permitió, por ejemplo, al gobierno de Estados Unidos saber qué Al Kaeda preparaba un ataque contra su embajada en Yemen y así se tomaron amplias medidas de precaución en todo el medio oriente. Pero el problema es que mucha de la información que se está copiando y escaneando es de índole personal, son datos íntimos y confidenciales, y no tienen absolutamente nada que ver con terroristas y criminales.
“Quien nada debe, nada teme.” Me recuerdan este dicho en Twitter cuando hablo de los abusos de los programas de espionaje gubernamental. Pero no se trata de que tengamos algo que esconder. El punto está en que no debemos permitir que ningún gobierno se meta en nuestra vida privada sin justificación legal.
¿Por qué un agente en Washington tiene que enterarse de la persona a quien amo, del dinero que presto o me prestan, con quien me peleo, a dónde planeo ir de vacaciones o lo que de verdad pienso de mi vecino? Esto viola la cuarta enmienda de la constitución de Estados Unidos que, claramente, advierte contra investigaciones injustificadas. (Este artículo del diario The Guardian explica cómo se realiza este tipo de espionaje sin orden judicial http://bit.ly/195OAP4 )
Estamos hablando de espionaje masivo. Les doy un ejemplo. Los documentos que Snowden le filtró a The Guardian indicaron que solo en el pasado mes de marzo la NSA obtuvo 97,000,000,000 de datos producto del espionaje de e-mails y números telefónicos. La mayoría fueron obtenidos de personas en Paquistán e Irán. Pero un tres por ciento de esos datos provinieron de personas en Estados Unidos. Es decir, es como si agentes del gobierno hubieran leídos tres e-mails a cada uno de los 316 millones de personas que vivimos en Estados Unidos.
No sabríamos nada de esto si Edward Snowden se hubiera quedado callado. Hoy sabemos que el gobierno de Estados Unidos tiene un masivo programa de espionaje que incluye a sus propios ciudadanos.
¿Es Snowden un traidor? Obama no lo quiso decir así. Pero en su última conferencia de prensa dijo que “no era un patriota”. Por supuesto que al presidente Obama no le gustó que se supiera que su política de seguridad nacional es casi idéntica a la de George W. Bush, a quien tanto criticó como candidato. Y aunque Obama anunció en su última conferencia de prensa que quiere hacer todo el proceso más abierto y transparente, no ha sugerido que va a detener sus prácticas de espionaje dentro y fuera de Estados Unidos.
Snowden, para muchos, no es un traidor; es sencillamente un whistleblower, un informante o delator de un abuso gubernamental. Es cierto que Snowden rompió su compromiso, firmado, de no difundir información secreta del gobierno. Pero prefirió denunciar lo que para él era un abuso que quedarse callado. Ahora está pagando las consecuencias.
Snowden consiguió un asilo temporal en Rusia. Pero ¿podría tener un juicio justo en Estados Unidos? Obviamente él no lo cree así. Por eso no ha regresado a casa. El soldado Bradley Manning, que hizo algo parecido a Snowden –en el 2010 filtró más de 700 mil documentos secretos a Wikileaks- fue encontrado culpable de 19 cargos en su contra y pudiera pasar hasta 90 años en la cárcel.
No, nadie quiere otro ataque terrorista en suelo norteamericano. Sí, el gobierno debe hacer todo lo posible para evitar que esto ocurra. Pero espiar a todos para ver quien cae no es lo que esperas de la democracia más poderosa del mundo.
Big Brother no es ficción.
Fuente: JorgeRamos.com