Desafiando el consenso de la comunidad internacional de la cual se proclama “lider”, el gobierno de Joe Biden retrocedió a la anticuada retórica de la guerra fría en su política hacia La Habana al subordinarse a Miami.
Por David Brooks
El gobierno de Biden reiteró su posición expresada por el presidente y otros altos funcionarios el lunes, de apoyo de las protestas “espontáneas” en Cuba y “su clamor de libertad” y condenar al gobierno “autoritario” al cual culpó de la crisis económica en la isla -todo sin reconocer que las severas medidas para apretar el bloqueo impulsadas por Donald Trump que Biden ha dejado vigentes tienen el propósito de generar justo esas condiciones y nutrir el descontento.
En Miami, el coro de voces anticastristas inundó los medios y las redes sociales con muchos exigiendo una intervención armada de Estados Unidos en Cuba, incluyendo el alcalde Francis Suárez quien tuiteó que la gente de Miami “está desesperada por la intervención del gobierno [estadunidense} y de ellos en nombre de Cuba”. Poco después, en entrevista con Fox News Suárez sugirió que se contemplará “una acción militar conjunta” incluyendo “ataques aéreos” contra Cuba, usando como ejemplo la invasión a Panamá entre otros.
El Guardacostas de Estados Unidos se vio obligado a emitir una advertencia contra cubanoestadunidenses que amenazan con zarpar en barcos desde Florida hacia Cuba supuestamente para llevar asistencia a los manifestantes en la isla, algunos de ellos indican que viajarán armados para “defenderse” en una obvia maniobra para intentar provocar enfrentamientos con las autoridades cubanas. El Guardacostas afirmó que no emitirá permisos para ese tipo de viajes.
Los legisladores cubanoestadunidenses continuaron expresando su apoyo a las manifestaciones de protesta y no ocultaron su deseo de que esta coyuntura es propicia para intervenir en los asuntos políticos en Cuba.
Nada de eso es sorprendente, pero sí lo es que los estrategas de Biden decidan permitir -otra vez más- que Miami defina la política exterior hacia Cuba. Desde que llegó a la Casa Blanca, Biden y su equipo habían intentado evitar abordar ese tema y sólo comentaron que se estaba “evaluando” pero advirtieron que “Biden no es Obama” sobre Cuba, indicando que no se retomaría la política de normalización como el demócrata había prometido durante su campaña electoral.
Pero los sucesos en la isla han obligado a que Biden defina su política; la declaración del presidente sobre Cuba del lunes pasado en apoyo a las protestas fue la primera vez que abordó el tema de la isla desde que llegó a la Casa Blanca.
Por ahora, la Casa Blanca ha optado por girar hacia el pasado, y ceder la política hacia Cuba a los senadores Marco Rubio, Ted Cruz y Lindsey Graham (todos republicanos) y al influyente jefe del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, el demócrata Bob Menéndez.
Al adoptar la retórica de los republicanos para responder a las manifestaciones en Cuba, Biden aparentemente ha decidido rechazar, por ahora, la apertura hacia la isla y sustituirla con un acercamiento a Miami.
El Washington Post reportó que con sus declaraciones, Biden está tomando “lo que algunos demócratas ven como una oportunidad inesperada para su partido para cambiar el curso sobre Cuba y rehacer su estrategia después de años de ser percibidos por algunos votantes -particularmente en Florida- como acomodando al régimen autoritario”.
Vale recordar que Biden fue aplastado por Donald Trump en Florida en la elección de 2020, provocando daños para los demócratas en varias partes de ese estado, y ahora algunos argumentan que la manera en que se maneje la coyuntura con Cuba podría ayudar a recuperar terreno político tan pronto como en las elección intermedias de 2022.
Para figuras demócratas como Menéndez, “ésta es una oportunidad para que nosotros cambiemos el curso de los eventos en Cuba” y argumenta que eso beneficiará a los demócratas y a Biden en Estados Unidos.
Pero a diferencia de los tiempos de la guerra fría y la nostalgia que provocó en la primera década del nuevo siglo, ya no existe el consenso sobre el bloqueo a Cuba y las políticas de aislamiento de la isla. En las últimas 48 horas se ha multiplicado el número de legisladores demócratas que públicamente expresan la urgencia de modificar y anular medidas impulsadas por Trump para asfixiar a la isla, e incluso retornar a la política de normalización iniciada por el viejo jefe de Biden, Obama.
El diputado federal Jesús Chuy García, reconociendo el derecho a la protesta pacífica en Cuba, declaró que “las sanciones bajo el gobierno de Trump -aunado al embargo estadunidense de décadas- han sembrado desesperación en lugar de democracia. EUA debe terminar el bloqueo”. Varios de sus colegas, incluyendo al jefe del Comité de Asuntos Exteriores de la cámara baja Gregory Meeks, el diputado Jim McGovern y las diputadas Susan Wild y Marie Newman se han expresado a favor de anular las medidas de Trump y reabrir la relación bilateral -vale recordar que unos 80 diputados demócratas habían llamado desde marzo a que Biden anulara las sanciones impuestas por Trump y retomara la política de apertura,
Incluso, hasta algunos republicanos expresaron sus diferencias. El ex secretario de Comercio de George W. Bush, el cubanoestadunidense Carlos Gutiérrez declaró que “la política en Cuba será determinada por los cubanos en la isla. Si el gobierno de Biden desea ayudar al pueblo cubano debería levantar la prohibición sobre remesas y facilitar el acceso a alimento y medicina”.
El profesor William LeoGrande de American University y experto en política hacia América Latina y Cuba, escribió recientemente en La Jornada que si Biden “desea apoyar los derechos humanos en Cuba… puede empezar por aliviar la crisis alimentaria poniendo fin a la prohibición de Trump sobre remesas y restaurando el derecho de residentes estadunidenses a viajar” [https://www.jornada.com.mx/notas/2021/06/05/politica/eu-cuba-el-hambre-como-arma-william-m-leogrande/].
Pero eso no lo ayudaría con los derechistas en Miami.
Mientras tanto, ante temores de un posible éxodo migrante descontrolado de Cuba parecido a otros en el pasado, Alejandro Mayorkas, el secretario de Seguridad Interna del gobierno de Biden, advirtió que “si se van por mar, no vendrán a Estados Unidos”. Al parecer, los que apoyan allá no son bienvenidos aquí.
Fuente: La Jornada