El ex vicepresidente Joe Biden consolidó su ventaja sobre el senador Bernie Sanders al conquistar las elecciones primarias de Florida, Illinois y Arizona.
Estos resultados en los tres estados en juego ayer intensificarán la presión de la cúpula del partido y sus aliados sobre Sanders para ceder la nominación a Biden. “Esto ya se acabó… creo que eso quedó claro”, afirmó anoche David Axelrod, ex estratega de Barack Obama, en CNN.
Al festejar sus triunfos, Biden invitó a los simpatizantes de Sanders a unirse a su campaña: los he escuchado
y sé lo que tenemos que hacer
.
En las próximas horas Sanders dará indicaciones sobre sus intenciones inmediatas. Vale señalar que su campaña tiene ya equipos desplegados en varios estados con primarias programadas hasta abril.
La crisis del coronavirus ha contagiado el proceso electoral. Ohio, estado clave en el mapa nacional de los comicios, suspendió de último momento sus primarias programadas para ayer, declarando una emergencia de salud. Ya son cinco los estados que han postergado las primarias.
También ha infectado el debate y la batalla electoral, y ahora se supone que la evolución de esta epidemia, su impacto social y económico y el manejo de todo este desastre por los políticos estadunidenses podría ser factor decisivo –uno recién introducido– en la elección presidencial.
De hecho, en el sondeo más reciente, sólo 46 por ciento de los estadunidenses opina que el gobierno federal está haciendo lo suficiente para enfrentar el coronavirus, un desplome de 15 puntos comparado con el mes pasado (NPR/PBS NewsHour). Sin embargo, otros analistas señalan que si Trump tiene la suerte de superar la crisis antes de la elección en noviembre, probablemente sería recompensado con la relección.
En parte por eso, varios líderes demócratas dicen que urge un frente unido, o sea, el fin de la pugna por la nominación, lo antes posible.
Con la contienda por la nominación como candidato presidencial del Partido Demócrata reducida a dos (de los más de 20 aspirantes originales), Biden y Sanders ahora representan una pugna por el futuro del partido, entre nuevas generaciones y una vieja alianza de cúpula, con el ex vicepresidente prometiendo un regreso a la normalidad
pretrumpiana, y Sanders invitando a una revolución política
impulsada por lo que llama una coalición multirracial
encabezada por jóvenes.
Todos entienden que el ganador de la pugna interna necesitará de las bases de su contrincante para enfrentar a Trump en la elección general de noviembre.
A pesar de los deseos de los analistas y asesores cercanos a la cúpula política y económica del país, incluidos algunos de los grandes medios, que desde hace un par de semanas cerraron filas en favor de Biden, proclamando que Sanders ya no tiene ruta viable para ganar los delegados necesarios y obtener la nominación, el candidato antiestablishment aún no ha cedido.
Algunos señalan que Sanders ya ganó, aun si no obtiene la nominación, por el hecho de que ha logrado impulsar hacia la izquierda el debate sobre la agenda nacional del partido, obligando a casi todos los candidatos centristas a abordar sus temas de una transformación ecológica de la economía ante el cambio climático, el acceso a la salud como derecho, abordar la deuda estudiantil y la desigualdad económica.
De hecho, Biden elogió ayer a las fuerzas de Sanders, reconociendo que han girado la conversación fundamental en este país
.
Varios observadores consideran que Sanders no ha cedido el paso a Biden no sólo porque cree que aún tiene posibilidades, sino para asegurar que estos temas permanezcan el centro del debate demócrata, y queden dentro sus propuestas electorales.
Pero los intereses alrededor de Biden y su historial no indican que podrá convencer a las bases de Sanders, sobre todo los jóvenes, de que podrá representarlos, y por ahora, aunque se está disputando la nominación, es una pugna por el futuro del partido.
Sin embargo, ambos candidatos han repetido que en una cosa están absolutamente de acuerdo: la prioridad es derrotar a quien consideran uno de los presidentes más peligrosos de la historia.
Fuente: La Jornada