Estando por hacerse anuncios de campaña planeados desde hace largo tiempo, en las primarias presidenciales demócratas para el 2020 ha surgido una amenaza política que pocos contendientes se molestaban en tomar en cuenta:
¿Podría un congresista saliente, con un currículum poco notable y que perdió la campaña para el Senado, echarles a perder sus planes?
El representante texano Beto O’Rourke ha surgido como el comodín entre quienes esperan participar en la campaña de un Partido Demócrata que carece de claro favorito para el 2020. Tras un giro estelar en su reñida contienda contra el senador Ted Cruz, O’Rourke cada vez toma con mayor seriedad ir por el 2020 —suceso que está animando a activistas de los primeros estados en votar, motivando a importantes veteranos políticos del presidente Barack Obama a ofrecer sus consejos y puesto trabas a rivales potenciales que están esforzándose por conseguir a seguidores y estrategas influyentes como parte de su personal de campaña.
Los asesores de otros posibles candidatos demócratas para el 2020 admiten que hay que preocuparse por O’Rourke. Su exitoso récord de recaudación entre donadores pequeños pondrá a prueba la fuerza que progresistas como los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders tienen entre las bases. Su llamado en ocasiones empalagoso competiría con el del senador Cory Booker.
Y su atractivo para algunos consejeros de Obama —y, potencialmente, su coalición electoral con gente joven, mujeres y electores poco frecuentes— podría complicar la posible precandidatura del vicepresidente Joseph R. Biden Jr, quien querría granjearse a muchos de los grupos electorales de su exjefe.
De seguro O’Rourke tendría vulnerabilidades durante las primarias, incluyendo la falta de logros en políticas o algún tema central hasta el momento. Durante su contienda por el Senado, a menudo prefirió no ser negativo, frustrando a algunos demócratas que creen que perdió la oportunidad de derrotar a Cruz, mientras que en ocasiones ha tenido dificultades en ciertos formatos tradicionales como los debates televisados. No es, como él mismo ha admitido, el peleador político que algunos demócratas podrían anhelar enfrente a un presidente a quien aborrecen. Y su candidatura no haría historia como la de Obama ni la de muchos de sus competidores, en una elección donde muchos activistas desean un candidato mujer o que no sea blanco.
Pero el hecho de que O’Rourke siquiera esté contemplando contender refleja la incertidumbre en el Partido Demócrata, en un momento cuando el amplia oposición acumulada existente entre sus filas está chocando con opiniones diversas sobre el sexo, la raza, la ideología y la edad del candidato idóneo.
El principal obstáculo para que contienda, según una persona allegada a O’Rourke, son las consideraciones familiares, después de dos años de pesados viajes en su estado natal. Radica en El Paso con su esposa, Amy, y tres hijos de edad escolar.
El debate sobre las posibilidades que un hombre blanco tiene en el actual Partido Demócrata constituye un indicio de los tiempos, opinó Bakari Sellers, quien fue legislador de Carolina del Sur.
“Hemos pasado de no creer que Barack Obama pueda conseguir la candidatura, ya no digamos ganar la Presidencia, porque un hombre negro no puede ganar”, dijo, “al hecho de que va a ser difícil que gane Beto O’Rourke de El Paso”.
Fuente: NYT