“No abandono la Cruz, sino que me mantengo de un modo nuevo en el Señor Crucificado, en el servicio de la oración permanezco”, ha dicho Benedicto XVI en la última audiencia de su Pontificado ante los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro.
“He experimentado que uno recibe la vida cuando la da. Muchas personas que aman al señor aman también al sucesor de Pedro –ha agregado–. El Papa tiene verdaderamente hijos e hijas en todo el mundo y se siente seguro del abrazo de la comunión porque no pertenece más a sí mismo, pertenece a todos y todos pertenecen a él”. Así, ha dicho que su decisión de renunciar no revoca el hecho de que un Papa no vuelve nunca al mundo privado.
También ha confesado que en estos últimos meses ha sentido que sus fuerzas disminuían y ha pedido a Dios, con “insistencia” en la oración, que le iluminase con su luz para concederle tomar la decisión “justa”, no para su bien sino para el bien de la Iglesia. “He dado este paso en la plena conciencia de su gravedad, y también novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener la valentía de tomar decisiones difíciles, de sufrir”, ha dicho.
Interrumpido en múltiples ocasiones por los aplausos de quienes le escuchaban, el Pontífice ha recalcado, además, que Dios guía su Iglesia, la apoya siempre y, sobre todo, en los momentos difíciles”. En este sentido, ha invitado a no perder nunca esta visión de fe, que es la única verdadera visión del camino de la Iglesia y del mundo”.
“La barca de la Iglesia no es mía”
“El Señor nos ha dado tantos días de sol y brisa ligera en la que la pesca era tan abundante, pero también momentos en que las aguas estaban agitadas y el viento soplaba a la contra, como ha ocurrido en toda la historia de la Iglesia, pero siempre he sabido que en aquella barca estaba el Señor. Siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, es suya. El Señor no la deja hundirse y la conduce a través de los hombre que ha elegido”, ha remarcado.
Al inicio de su última catequesis, el Papa ha improvisado unas palabras para agradecer la presencia de “tantos” fieles y ha señalado que está “verdaderamente conmovido” y que ve a “la Iglesia viva”. A lo largo de su discurso, también ha mostrado su gratitud “a Dios por sus dones, y también a tantas personas, que con generosidad y amor a la Iglesia, le han ayudado en estos años con espíritu de fe y humildad”, al igual que “el respeto y la comprensión con la que han acogido esta decisión importante, que ha tomado con plena libertad”.
“Nunca me he sentido solo al llevar el ministerio. El Señor ha puesto a muchas personas que me han ayudado y que han estado cerca de mi, sobre todo, vosotros, queridos hermanos cardenales, con vuestro consejo, amistad preciosa, empezando por el secretario de Estado, que me ha acompañado con fidelidad”, ha añadido.
La Iglesia es un cuerpo vivo
Benedicto XVI ha subrayado que la Iglesia “no es una organización, no es una asociación para fines religiosos o humanitarios, sino un cuerpo vivo, una comunión de hermanos y hermanas en el cuerpo de Jesucristo que une a todos” y añadido que “experimentar la Iglesia de este modo y poder casi tocar con las manos la fuerza de la verdad y de su amor, es motivo de alegría, en un tiempo en el cual tantos hablan de su declive”.
Además, ha indicado que desde que fue elegido el 19 de abril de casi hace 8 años, ha tenido la certeza de que Dios “siempre lo ha acompañado” y por este motivo, “su corazón está lleno de agradecimiento a Dios”.
Oración por los cardenales y su sucesor
El Pontífice también ha invitado en este Año de la fe a “renovar la firme confianza en Dios, con la seguridad de que Él sostiene y ama, y así todos sientan la alegría de ser cristianos”. “Seguiré acompañando el camino de la Iglesia con oración. Os pido que me recordéis delante de Dios y os pido que recéis por los cardenales llamados a un deber tan relevante y por el nuevo sucesor de Pedro”, ha añadido.
En su saludo a los peregrinos de lengua española, se ha detenido en particular a los grupos provenientes de España y de los países latinoamericanos, que hoy lo han acompañado y ha suplicado acordarse de él “en la oración”, así como pedir por los cardenales “llamados a la delicada tarea de elegir a un nuevo Sucesor en la Cátedra del apóstol Pedro” y ha implorado “la amorosa protección de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia”.
Fuente: Europa Press