El banco central mantuvo su tasa de interés referencial en niveles históricamente bajos (3%) desde medidos de 2014 hasta finales de 2015, y pese la caída del peso frente al dólar que inició a mediados de 2014, no elevó el precio del dinero, ante la expectativa de que esa situación se revertiría, algo que no ha sucedido. De junio de ese año a lo que va de 2017 el peso ha perdido 36% y se cotiza en los peores niveles de su historia.
La expectativa de que el peso se recuperaría limitó el avance de los precios al consumidor ya que tanto empresarios como comerciantes optaron por no elevar precios a la espera de esta recuperación, no así los productores. Mientras que la inflación al consumidor se mantuvo por debajo de 3% hasta septiembre de 2016, la del productor comenzó a crecer a tasas por arriba de 5% desde mediados del año pasado y el mes pasado aumentó 9.8% anual.
“La inflación es un problema monetario, la depreciación del peso, el gasolinazo, el incremento al salario mínimo y lo que le agregues no son las raíces de la inflación, son solo factores que la han agravado”, dijo a Expansión el director de Moody’s Analytics para América Latina, Alfredo Coutiño.
Una política monetaria expansiva implica menores tasas de interés que estimulan al consumo y además implica un exceso de dinero en la economía, sin embargo, este tipo de políticas en economías como la mexicana suelen generar desequilibrios tanto en las cuentas externas como por el lado de los precios.
Por el lado externo, las políticas expansivas generaron presiones en la cuenta corriente (mide la operación de México con el resto del mundo y un desbalance, significa que la economía gasta más de lo que produce) al cierre del primer trimestre de 2015 representó 3.06% del Producto Interno Bruto (PIB) un máximo desde 2001.
Por el lado de los precios los precios al consumidor comenzaron con una tendencia creciente a finales de 2016 y el alza en los precios de las gasolinas y el diesel, asestó el golpe final. En el caso de México, el limitante para las políticas expansivas es el bajo crecimiento potencial, que deriva de una limitante en la planta productiva.
“Definitivamente el no haber subido la tasa antes permitió que se depreciara el peso, que se acumulara una inflación. El tema se agudizó con la liberalización de los precios de la gasolina, pero independientemente de eso hubiéramos tenido una inflación seguramente arriba de la meta de Banxico solo por el impacto que estaba acumulado por el tipo de cambio”, dijo en entrevista Guillermo Aboumrad, director de estrategias de mercado de Finamex Casa de Bolsa.
Banxico inició un ciclo alcista de la tasa de interés de referencia en 2016 para tratar de evitar que la depreciación del peso generara presiones inflacionarias y de acuerdo a los especialistas consultados tendrá que seguir con esta tendencia para que la inflación vuelva a su meta 3% +/- 1%. Algunos analistas ven la tasa de interés referencial hasta en 7.5% a finales de año.
“Ya no hay espacio para permitir la depreciación porque ya tenemos la inflación, ya no es como antes que te podías recargar en que no tenías inflación para no subir la tasa”, dijo Aboumrad.
Coutiño comentó que el alza de tasas es la medicina monetaria adecuada para volver a controlar la inflación, ya que de esta manera el banco central retirará el excedente de dinero en la economía, pero esto tomará por lo menos dos años.
Fuente: Expansion