El asesinato de un niño en la sala de un Cinépolis del Distrito Federal exhibe la falta de aplicación de protocolos de seguridad por parte de la cadena, así como una ineficiente actuación de las autoridades del DF. El menor de 10 años recibió un disparo en la cabeza en plena función. Sin avisar a las autoridades, empleados del cine lo llevaron aún con vida a un hospital, en la cajuela de un auto. El siguiente reportaje del diario La Razón documenta el homicidio, cometido el 2 de noviembre.
Por Carlos Jiménez
carlos.jimenez@razon.mx
La del 2 de noviembre iba a ser una tarde alegre para Enrique Cuacuas y sus dos pequeños hijos, a quienes llevó a Cinépolis por el día de asueto. Sin embargo, dentro de la sala, en Iztapalapa, mientras veían la película, a Hendrik, su hijo de 10 años, le dieron un balazo en la cabeza. Dos días después el niño murió.
A pesar de lo sucedido, la cinta Ralph El Demoledor continuó. Sólo encendieron las luces de la sala para sacar al menor y el personal del complejo de Plaza Ermita siguió dando servicio sin buscar al agresor, cerrar la sala o dar aviso a la Procuraduría capitalina.
Lo único que hicieron dos trabajadores fue colocar al niño en la cajuela de un carro al que le bajaron los asientos traseros y llevarlo al hospital de la Comunidad Económica Europea. Ahí lo abandonaron sin siquiera dar sus nombres.
“Mi hijo estaba herido en Cinépolis y nunca llegó una ambulancia para llevarlo al hospital. Dos trabajadores del cine se lo llevaron sin avisarme a dónde iban. Los tuve que ir a buscar y cuando llegué al hospital ellos ya se habían ido sin más”, cuenta Enrique Cuacuas a La Razón.
Fue hasta la noche del 4 de noviembre —cuando Hendrik perdió la vida— que la Procuraduría capitalina fue notificada de lo sucedido.
El Hospital Dalinde, a donde lo trasladó después su papá, notificó el deceso, el cual quedó registrado en el expediente CUH-7/T3/3642/12-11, que se inició por el delito de homicidio por disparo de arma de fuego.
Fan de los Gigantes de Nueva York, segundo lugar en el concurso literario de su escuela, Hendrik es recordado por su familia como un niño sonriente, travieso y juguetón.
El viernes 2 de noviembre no tuvo clases. Junto con su papá y su hermana, de 13 años, fue a ver la película Ralph El Demoledor.
Cinépolis de Plaza Ermita, en Iztapalapa, es el cine que les queda más cerca de su casa.
Entraron a la sala dos y se sentaron en los asientos 15, 16 y 17 de la fila G. A su alrededor había unas 200 personas más.
La película llevaba 30 minutos de proyección cuando de pronto su papá escuchó que algo zumbó cerca de su oído. En ese instante vio cómo Hendrik comenzaba a convulsionarse.
“Al principio pensé que le habían lanzado una piedra”, recuerda su padre. “¡Qué poca, ya lastimaron a mi hijo!”, recriminó el hombre, y salió a pedir ayuda al gerente del lugar.
El personal de Cinépolis no supo qué hacer. Sólo atinó a subir al pequeño a una camilla y acomodarlo en la cajuela de un auto.
Lo sacaron de ahí y, sin avisarle a su papá, lo condujeron al hospital de la Comunidad Económica Europea.
Enrique supuso que ahí estaría, pues el nosocomio se ubica cerca de la plaza. Cuando llegó, los médicos ya atendían al niño, pero la gente del cine ya no estaba ahí.
La función y las actividades en Cinépolis continuaron como si nada hubiera pasado. La Procuraduría no fue notificada entonces.
Por la gravedad, el pequeño necesitaba ser llevado a otro lugar. Su papá pidió que lo trasladaran al Dalinde. Ahí le practicaron una cirugía en el cráneo. Pero el menor no resistió y dos días después murió.
Hasta ahora el Cinépolis opera sin problema alguno. El personal del lugar no ha buscado ni siquiera al papá de Hendrik para apoyarlo, ni para reportar los hechos.
Personal de Cinépolis ignoró el protocolo de seguridad
Empleados de la cadena desatendieron lo establecido para este tipo de emergencia, explica un ex gerente de estos cines
Por Carlos Jiménez
carlos.jimenez@razon.mx
El personal de la cadena Cinépolis, en donde fue baleado Hendrik, el niño de diez años que dos días después murió a causa de esa agresión, desatendió una serie de pasos que forman parte del protocolo que las cadenas de cine de México tienen establecido para este tipo de emergencia.
Arturo Trejo, quien fuera gerente de uno de estos cines, explicó a La Razón que lo primero que debió hacer el encargado del Cinépolis Plaza Ermita fue pedir el apoyo de personal médico capacitado para atender al menor.
Al mismo tiempo debió solicitar la presencia de una ambulancia, para que ésta llevara al niño al hospital de preferencia del papá, y no trasladarlo en la cajuela de un auto, como lo hizo ese 2 de noviembre.
Trejo detalló que mientras el niño fue conducido al nosocomio el personal de Cinépolis debió comunicar lo sucedido al gerente de distrito para que éste llamara al área jurídica del cine, y así un grupo de abogados se presentara a apoyar al papá.
Pero esto no ocurrió; de hecho, hasta ayer por la noche Enrique Cuacuas, papá de Hendrik, no había recibido ninguna llamada por parte del personal del complejo cinematográfico.
A decir de Arturo Trejo el mismo personal jurídico debió notificar lo acontecido a las autoridades de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, para que iniciara una indagatoria sobre lo sucedido.
Sin embargo en el caso de Hendrik, fue personal del hospital Dalinde, donde murió el menor, el que notificó a la autoridad.
El ex empleado de la cadena de cine también destacó que la capacitación del personal de seguridad no recae en la empresa exhibidora, sino que es a través de compañías externas.
Del mismo modo a los trabajadores no reciben cursos de primeros auxilios que les permitan reaccionar en casos de emergencia.
Otros ejemplos fuera del DF
las medidas de seguridad en cines es un tema cuestionable, pues autoridades han registrado varios casos donde se violan estos factores.
En septiembre de 2011 autoridades de Protección Civil de La Paz, en Baja California, detectaron fallas en las medidas de seguridad de Cinépolis, sobre todo en los sistemas de las puertas de emergencia.
También la observación de capacitar a todo el personal en materia de primeros auxilios y actuación en casos de emergencias, así como formar una brigada interna de Protección Civil.
En junio de 2011, Cancún, Quintana Roo, un complejo de la cadena Cinemex fue clausurado por los mismos motivos, y tuvo que pagar una multa de 30 mil pesos y corregir las fallas en su sistema de seguridad.