Arabia Saudí anunció el domingo que rompió relaciones diplomáticas con Irán en medio de las crecientes tensiones por la ejecución de un prominente clérigo chií por parte del reino suní.
La medida ocurrió horas después de que manifestantes invadieron e incendiaron la embajada saudí en Teherán como protesta por la muerte del jeque Nimr al-Nimr. Adel al-Jubeir, ministro de Relaciones Exteriores saudí, dijo que el personal diplomático iraní tenía 48 horas para salir del país y que todo el personal diplomático saudí en Irán había sido llamado a casa.
La ejecución masiva de al-Nimr y otras 46 personas -la más grande realizada por Arabia Saudí en tres décadas y media- ha puesto al descubierto las fuertes diferencias en Medio Oriente, donde los manifestantes tomaron las calles desde Bahréin a Pakistán para protestar por la muerte del extrovertido clérigo.
Además ilustra la nueva beligerancia del reino bajo el rey Salman. Durante su reinado, Arabia Saudí ha encabezado una coalición que está combatiendo a rebeldes chiíes en Yemen y se ha opuesto acérrimamente a la potencia chií regional que es Irán, aun cuando Teherán llegó a un acuerdo nuclear con potencias del mundo.
El principal líder iraní advirtió el domingo a Arabia Saudí de la “venganza divina” por la muerte de al-Nimr, mientras que Riad acusó a Teherán de apoyar el “terrorismo”, en una creciente batalla de palabras que amenazaba con intensificarse a pesar de que Estados Unidos y la Unión Europea buscaban calmar a la región.
Al-Nimr fue una figura central en las protestas inspiradas en la Primavera Árabe por parte de la minoría chií de Arabia Saudí hasta su arresto en 2012. Fue condenado por cargos de terrorismo, pero negó que apoyara la violencia.
El sábado, Arabia Saudí ejecutó a al-Nimr y a tres disidentes chiíes más, junto con varios milicianos de Al Qaeda. La muerte de al-Nimr motivó protestas de chiíes en todo el mundo, quienes respaldaron su llamado a la realización de reformas y a una mayor libertad política para su secta.
Aunque el rompimiento entre suníes y chiíes se remonta a los primeros tiempos del islamismo y desacuerdos sobre el sucesor del profeta Mahoma, esas divisiones se han intensificado al entretejerse con política regional, con Arabia Saudí e Irán compitiendo por ser la principal potencia de Medio Oriente.
Irán acusa a Arabia Saudí de apoyar el terrorismo en parte porque respalda a grupos rebeldes en Siria que buscan derrocar al presidente Bashar Assad. Como señal de apoyo al terrorismo, Riad acusa a Irán de respaldar en la región al grupo libanés Jezbolá y otros grupos milicianos. Irán además ha apoyado a rebeldes chiíes en Yemen, conocidos como hutíes.
Fuente: AP