El sometimiento de Rousseff a juicio de destitución es la última escala previa a la decisión que a fin de mes podría poner fin al ciclo de más de 13 años de la izquierda en el poder.
La votación es el paso previo a un juicio y a otra votación, donde se decidirá si la mandataria debe retirarse definitivamente de su cargo, algo que se espera a finales de este mes.
El resultado era algo esperado: el Senado votó en mayo para acusar a Rousseff y suspenderla de su cargo por un máximo de 180 días.
Mientras tanto, Michel Temer, quien era el vicepresidente y luego se volvió enemigo de Rousseff, ha asumido el cargo de manera interina.
Rousseff ha negado reiteradamente las acusaciones.
La votación del miércoles revela que las gestiones para destituirla han cobrado impulso a pesar de los esfuerzos de la suspendida mandataria de atraer el apoyo de senadores escépticos sobre la capacidad de Temer para gobernar.
Temer ha sido severamente criticado por designar un gabinete en que todos los ministros son hombres blancos, en un país donde más de la mitad de la gente es de otras razas. Tres de sus ministros han tenido que renunciar bajo acusaciones de corrupción, y a pesar de sus promesas de tener un gobierno más eficaz, no ha logrado que el Congreso apruebe sus reformas.
Rousseff reiteradamente ha negado las acusaciones y ha señalado que sus predecesores tomaron medidas similares al calcular el presupuesto federal. Ha denunciado que los intentos de derrocarla no son más que una trama para entorpecer una investigación sobre multimillonarios sobornos en la empresa petrolera estatal Petrobras.
Fuente: AFP/AP