Los Ángeles— Balaceras, acusaciones de brutalidad y racismo policial, disturbios en las calles, olor fétido de basura quemándose, pedidos de mayor participación política de los latinos y hasta ‘hacktivismo’ de Anonymous son algunos de los componentes de una historia compleja en Anaheim que ha tardado años en desarrollarse hasta llegar la semana pasada a su punto de ebullición.
El domingo pasado, más de 200 manifestantes tomaron las calles nuevamente para manifestar su descontento con la policía de la ciudad. Al menos nueve personas fueron arrestadas.
Tras días intensos de protestas — con la del martes 24 de julio en los alrededores del concejo de la ciudad produciendo 24 arrestos, siete heridos y más de una decena de negocios vandalizados — la policía de Anaheim instaló este fin de semana barricadas cerca de su estación.
El alcalde Tom Tait le pidió a Kamala Harris, fiscal de California, el FBI y la oficina del Fiscal de la Nación que comenzaran investigaciones independientes de las balaceras y del Departamento de Policía. Al mismo tiempo, iniciativas en solidaridad de las víctimas de los tiroteos fatales y sus familias se organizaron localmente y en otras ciudades de EEUU, incluyendo la campaña “Operation Anaheim” del grupo Anonymous, el cual publicó información personal del jefe de policía John Welters.
No es lo que debería ocurrir en la ciudad que Disneyworld, “el lugar más feliz del mundo”, llama su hogar pero a veces la realidad es muy distinta a la fachada. Por diversas razones, los incidentes recientes en Anaheim nos dejan una serie de puntos para reflexionar sobre igualdad, justicia y democracia en California y Estados Unidos.
Acusaciones de abuso y racismo contra la policía
Las tácticas del Departamento de Policía de Anaheim han sido uno de los puntos más debatidos estos últimos días. Varios de sus agentes estuvieron involucrados en tres balaceras (dos de ellas con consecuencias fatales) y, subsecuentemente, emplearon balas de goma, gases lacrimógenos e incluso un perro contra una multitud en la que habían mujeres y niños.
Si bien las acciones de la policía local han recibido el apoyo del alcalde Tait y de la Asociación de Policías de Anaheim, hay una serie de hechos que generan cuestionamientos y preocupación.
Aparte de las quejas de residentes del área acerca de lo común que se han vuelto en la última década los tiroteos en los que hay agentes de policía involucrados, las acusaciones de testigos y familiares de Manuel Díaz — joven latino que fue baleado por la policía luego de una persecución a pie el sábado 21 de julio — sobre la manera cómo, según ellos, se le ‘ejecutó’ con un tiro en la parte posterior de la cabeza es lo que causa más alarma. De acuerdo a sus familiares, Díaz se encontraba desarmado.
“Luego de que le dispararon en la pierna y cayó al piso, el policía siguió disparándole en la cabeza”, declaró Correna Chávez. “¿Qué es esto? Mi hermano ni siquiera tenía un arma”.
En este video se ve cómo una de las primeras personas en acercarse a grabar mientras Díaz estaba en el piso le reclamaba a los policías por el hecho de haberle disparado en la cabeza (Advertencia: el video es explícito):
Diana López, la abogada representando a la familia de Díaz en una demanda por $50 millones, alega que uno de los policías le disparó atrás de la cabeza a Díaz, “estilo tiro de gracia” cuando él ya estaba esposado y tirado sobre el césped frente a un edificio de departamentos.
Son los primeros días de la investigación por la muerte de Díaz pero ya han salido a la luz algunos hechos concretos de la versión oficial. De acuerdo a la Asociación de Policías de Anaheim, dos policías condecorados estaban patrullando Anna Drive a la altura de la cuadra 600 alrededor de las 4 p.m. el 21 de julio. Luego de reconocer a un ‘pandillero fichado’ (Díaz) con quien ya habían tenido contacto en el pasado hablando con otros dos hombres e intentar dialogar con ellos, el sospechoso huyó y presuntamente tiró algo al techo de una residencia.
“(Díaz) huyó mientras sostenía un objeto en el frente de su cintura con las dos manos”, lee un comunicado de la Asociación de Policías de Anaheim. “Los oficiales persiguieron al hombre y le ordenaron que se detuviera. El hombre, luego identificado como Manuel Ángel Díaz, alias ‘Stomper’, un pandillero fichado de una de las pandillas más violentas de Anaheim, se negó. Luego de una breve persecución a pie, Díaz sacó el objeto de su cintura y giró hacia los oficiales. La cintura es uno de los lugares más comunes en los que los pandilleros esconden armas. Sintiendo que Díaz estaba sacando un arma, el oficial le disparó para detener la amenaza. Díaz, de 25 años, fue tratado (por las heridas) y llevado a un hospital local donde murió horas después”.
Díaz recibió, de acuerdo a testigos, balazos en una pierna y la cabeza, lo que genera la pregunta: si la persona está girando hacia ti y por eso es que ves que, supuestamente, sujeta con sus manos un objeto sospechoso en su pantalón, ¿cómo puede la bala entrar por la parte posterior de la cabeza?
“Estos policías deben saber lo que nos hicieron, lo que le hicieron a nuestra familia, especialmente a mi madre”, declaró Lupe Díaz. “Vamos a hablar en su nombre y llevar esto a la justicia”.
Joel Avecedo — un joven de 21 años que murió un dia después que Díaz a tan solo a unas calles de distancia — sí tenía un arma en su posesión. Armado o desarmado, estos tiroteos sucesivos han expuesto la división que existe en esta ciudad del Sur de California caracterizada por una dicotomía de proyectos multimillonarios y barrios humildes cada vez más deteriorados. Tanto Díaz como Acevedo tenían un historial criminal pero eso no minimiza que las circunstancias de la muerte del primero fueron el catalizador que llevó a la comunidad a expresar su molestia por el presunto hostigamiento y racismo que sufren por parte de la policía. Puede ser fácil hacer del latino pelón con tatuajes un ‘sospechoso peligroso’, pero en un estado de derecho indudablemente debe haber un proceso legal justo donde se presenten y analicen pruebas, en lugar del escenario del que muchos se quejan, en el que policías se han convertido en un híbrido de juez y verdugo.
Los dos agentes de policía involucrados en los tiroteos tienen licencia administrativa con goce de sueldo.
Otra de las mayores preocupaciones suscitadas por las balaceras de Anaheim es la conducta de los oficiales después de la muerte de Díaz. Por un lado, se puede apreciar en este video cómo los oficiales se enfocaron más en empujar y bloquear las grabaciones de teléfonos de las primeras personas que rodearon el cuerpo de Díaz que en prestarle atención médica inmediata. Por otro, están las estrategias utilizadas contra los residentes que horas después salieron a protestar a las calles. Entre los heridos hubo niños. Un video muestra un perro policía atacando a un hombre que intenta proteger a su bebé (algo por lo que se ofrecieron disculpas oficiales después).
A lo anterior se han sumado más denuncias: residentes de la zona alegan que agentes de policía intentaron comprar los videos tomados con sus celulares y que incluso se identificó un agitador infiltrado de la policía entre la gente que protestaba.
A la fecha se han reportado siete tiroteos este año en los que han estado involucrados agentes de policía de Anaheim, tres en la última semana. Cinco tuvieron consecuencias fatales, entre ellos:
– Martín Ángel Hernández: joven de 21 años baleado en un callejón de Anaheim
– Roscoe Cambridge: baleado en el estacionamiento del departamento de policía de Anaheim.
– Bernie Cervantes: baleado por caminar con una pistola de balines por la calle.
Anaheim y la fachada USA
Para Gustavo Arellano, editor de OC Weekly, el problema va más allá de brutalidad o racismo policial: es resultado del pobre liderazgo que Anaheim ha tenido el concejo municipal.
“Nací y crecí en Anaheim, así que siempre me ha fascinado cómo el resto del país, todo lo que les importa es Disneyland, los Ducks de Anaheim, el equipo de hockey, el equipo de los Angels”, le dijo a Amy Goodman de Democracy Now!. “Y eso es lo que el concejo de Anaheim quiere. Ellos quieren que el resto del país conozca la fachada de lo que es Anaheim. No quieren que el resto del país sepa de los millones de dólares en subsidios que le tiran a inversionistas hoteleros y cualquiera que tenga dinero, mientras dejan que el resto de la ciudad se desmorone… Es fácil culpar al departamento de policía; no es tan fácil culpar el liderazgo de la ciudad. Yo culpo al liderazgo de la ciudad por todo esto”.
Pero si la misma mezcla peligrosa de falta de liderazgo, aburguesamiento (“gentrification”) y desarrollo marginal está ocurriendo en otros puntos del país, ¿es replicable una situación similar a la de Anaheim? “Everywhere is Anaheim” es coincidentemente uno de los lemas que el movimiento Occupy está utilizando en solidaridad.
Anaheim ha tenido 44 alcaldes y 127 concejales en sus 142 años. Como el resto del estado, esta ciudad a 25 millas al sureste de Los Ángeles ha visto a su población hispana crecer más rápido que otros grupos en años recientes, constituyendo hoy el 53 por ciento de los habitantes de acuerdo a cifras del censo. Pero algunos analistas sugieren que ese incremento demográfico no ha sido acompañado de mayor representación en el ámbito político para los latinos.
“Hay un sentimiento profundo de que su gobierno no los representa, que no trabaja para ellos, de que el gobierno está en contra de ellos”, mencionó Bardis Vakili, abogado de la Unión Americana para las Libertades Civiles (ACLU) al diario La Opinión.
Actualmente el concejo de Anaheim está conformado por Harry Sidhu, Lorri Galloway, Gail Eastman y Kris Murray, además del alcalde Tom Tait. Cuatro de ellos viven en el acaudalado sector de Anaheim Hills, lejos de los vecindarios donde ocurrieron los disturbios. Sin embargo, una revisión de años anteriores demuestra que el concejo tuvo al menos dos representantes latinos desde 2002, cuando Richard Chávez y Bob Hernández fueron elegidos. Posteriormente, Golloway (de ascendencia Filipina) y Sidhu (de ascendencia hindú) fueron elegidos, lo que significa que del 2004 al 2006 había supuesta representación de comunidades no blancas (80%, siendo Tait el único blanco).
Para Benny Díaz, director estatal LULAC (League of United Latin American Citizens) en Anaheim, las protestas y disturbios son producto de años marginalización hacia la comunidad latina.
“Este desmadre pasa cuando no hay representación en el cabildo, cuando la policía no representa el porcentaje de la población latina en sus oficiales, cuando no hay programas para la comunidad y sí hay dinero de la ciudad para corporaciones para que éstas construyan más hoteles”, señaló Díaz a La Opinión.
Entre algunos de los efectos positivos que han surgido de estos días de tiroteos fatales y disturbios están la iniciativas de grupos de derechos civiles para impulsar el registro de votantes y elevar la participación en la política local, así como la capacitación de la comunidad para que pueda identificar violaciones a sus derechos y sepa cómo reportarlo.
“Lo que estamos viendo es que la comunidad le tiene miedo a la policía, en lugar de tenerle confianza”, dijo Lucero Chávez, abogada de ACLU en el Sur de California, al diario La Opinión.
Las opiniones sobre los orígenes de los sucesos recientes en el Condado de Orange pueden variar entre una respuesta adecuada de las autoridades, brutalidad policial, racismo o falta de liderazgo, pero dentro del marco democrático hay maneras más efectivas para propiciar cambios que con actos vandálicos, de acuerdo a algunos activistas.
“Esto no se va a lograr marchando de esta manera y destruyendo, sino que se va a lograr dentro de la comunidad, todos juntos, no importa la edad”, le dijo Blanca Guzmán, activista y maestra, a Univision 34 Los Ángeles.
“Tenemos que organizarnos para tener representación política y dar un mensaje claro que represente a la comunidad”, comentó Ron Gochez, activista Unión del Barrio. “No simplemente gritarle a un policía va a crear un cambio para nuestra comunidad”.
Aunque siempre fundamental, la importancia de la participación ciudadana en la política local y nacional se acentúa en años con grandes competencias electorales, como la de noviembre.
Lecciones de democracia
Los ejemplos de brutalidad policial abundan (como la infame grabación de la golpiza mortal que le propiciaron seis policías de Fullerton a Thomas Kelly), en gran parte ayudados por la cada vez más creciente popularidad de teléfonos celulares con la capacidad de tomar videos o fotos.
El martes 24 de julio, cientos de manifestantes gritaban “sin justicia no hay paz” (“no justice, no peace”) afuera del concejo de Anaheim. Muchos de ellos fueron motivados, además de los dos tiroteos fatales ese fin de semana, por las acciones de la policía en equipo antimotines. Aunque voceros de la policía han dicho a varios medios de comunicación que respondieron a gente tirando botellas, OC Weekly reporta que según sus fuentes fue la policía la que comenzó a disparar indiscriminadamente contra residentes parados afuera de sus casas.
Si bien la libre expresión y el derecho de reunirse para manifestarse están garantizados por la primera enmienda de la constitución, no lo está quemar contenedores de basura y moverlos a la mitad de la calle o atacar a las autoridades con piedras o botellas. Justamente por la violencia que azota la ciudad es que el cambio no puede empezar con más violencia.
“Vi mientras mi hijo respiraba por última vez”, dijo Genevieve Huizar, madre de Díaz. “Vi mientras su corazón paraba de latir por la última vez. Por favor, por favor, por favor, paren la violencia. No va a traer de regreso a mi hijo y esto es lo peor que cualquier madre puede atravesar”.
El alcalde Tait dijo que las autoridades responderán “veloz y apropiadamente” a protestas violentas, pero luego de lo acontecido esta última semana es más corroborable la primera que la segunda parte. Después de todo, fueron las autoridades las que respondieron velozmente contra Díaz, quien estaba desarmado. También fueron las autoridades las que actuaron velozmente contra los residentes del área que reclamaban y grababan videos, o que simplemente estaban afuera de su casa mirando por qué tanta conmoción. Y también respondieron velozmente las autoridades como la Asociación de Policías de Anaheim que, en defensa de las acciones de sus agentes, no dudaron en usar el término de “terroristas domésticos” para describir a Díaz y Acevedo.
Lo que es relevante recordar es que incluso si los sospechosos eran considerados “terroristas domésticos” por las autoridades locales, aún así merecían un proceso legal justo porque ese es uno de los pilares de nuestra democracia.
Algo huele mal y es alarmante en Anaheim pero no son los contenedores de basura quemados en las calles.
Fuente: Univisión Los Ángeles/ Alonso Yáñez