Por Arturo Rodríguez García
Al centro del templete, Andrés Manuel López Obrador llama a un hombre de edad del fondo del presídium, le tiende un brazo y lo presenta: es Fernando Coello Pedrero, de quien dice, no deben verlo sólo como abuelo del gobernador Manuel Velasco.
Coello Pedrero es su amigo, fue amigo de sus padres y lo ha acompañado en sus luchas. Él, sigue López Obrador, siempre tendrá un lugar junto a él en mítines y actos públicos.
Desde un día antes, Coello Pedrero –abuelo materno del actual gobernador de Chiapas, Manuel Velasco– acompaña a López Obrador en la gira iniciada en Tabasco y que hoy pasa por Palenque, donde el presidencial tiene su finca que le permite, aquí, declararse tabasqueño-palencano.
Iniciamos campaña en Palenque con Rutilio Escandón, candidato a gobernador en Chiapas.
En Palenque y Ocosingo cité la estrofa del himno: "Que se olvide la odiosa venganza; que termine por siempre el rencor; que una sea nuestra hermosa esperanza y uno solo también nuestro amor" pic.twitter.com/aPi81efdnt
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) April 29, 2018
Giras y nombres, todo es familiar en sentido literal y figurado: López Obrador está en el templete rodeado de Rosalinda López Hernández, coordinadora electoral en Chiapas, hermana de Adán Augusto, el candidato a gobernador de Tabasco y esposa de Rutilio Escandón, el candidato al mismo cargo en Chiapas que con su conyugue es anfitrión.
A un lado, Josefa González Blanco Ortiz Mena, descendiente de dos linajes del poder en México: es hija del exgobernador chiapaneco y exsecretario de Gobernación, Patrocinio González Blanco Garrido, y ahora secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales en el gabinete que, de ganar la Presidencia, designaría.
En el templete está el más cercano colaborador y amigo, hasta hace poco considerado “delfín” de Manuel Velasco, el candidato a senador Eduardo Ramírez y, finalmente, Manuela del Carmen Obrador, prima del candidato homónima de su madre, que es candidata a diputada federal.
Manuelita dirá más tarde que es candidata por méritos propios; Ramírez afirmará que su candidato es Rutilio Escandón, expresión ésta cargada de significado dada la presencia del que la profiere en el grupo del gobernador actual.
Pero ya en entrevista, Fernando Coello declarará abiertamente que “los de arriba” molestan a su nieto para que no se meta en la elección, pero Manuel Velasco tiene simpatía, amistad y le daría su respaldo al fundador de Morena.
En esta concentración de apellidos hay una ausencia notable: no acudió a la gira Zoé Robledo, hijo del exgobernador Eduardo Robledo Rincón, que quiso contender por la gubernatura en Morena y se quedó en el camino.
No todos parecen satisfechos y aun estando presente, Fernando Coello no aplaude cuando la maestra de ceremonias presenta a Rutilio; no aplaude cuando llaman a Rutilio a dirigir un mensaje, ni aplaude cuando el discurso concluye; no aplaude cuando López Obrador le alza la mano.
–¿Qué opina de la candidatura de Rutilio? –Le preguntan dos veces los reporteros que obtienen evasivas por respuesta.
Al calor de la mañana palencana, López Obrador inserta en su alocución consuetudinaria contra la corrupción una frase:
“Mi amigo del alma, los que nos han acompañado desde hace 40 años, si incurre en corrupción, castigo. No va a haber amiguismo”.
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Dijo el subcomandante Marcos que no lo dejarán llegar a la Presidencia. López Obrador no quiere entrar en conflicto, rechaza la hipótesis y cambia de tema, o en realidad lo reorienta a minimizar la “guerra sucia” y las dudas sobre el documental El populismo en América Latina.
Horas después, en otra altitud, llega a Ocosingo, donde otra concentración multitudinaria lo recibe con una corona de flores y otra para Rutilio Escandón que está eclipsado.
Rutilio avanza con la espalda erguida, intenta articular no siempre con suerte sus ideas, incapaz de coordinar su mensaje con la expresión corporal, que sólo extiende y abre los brazos a la altura de su rostro, un gesto impostado.
Como ayer en Tabasco, López Obrador llega cargado de promesas a Chiapas: sembrar cientos de miles de árboles frutales y maderables; descentralizar el gobierno y como parte de eso, establecer la Comisión Federal de Electricidad en la entidad; construir un tren turístico de Cancún a Palenque para que se conozca el mundo maya…
Cada oferta es un aplauso, cada denuncia también, hasta que llega el momento de hablar sobre lo que él dice, es la fórmula más eficiente para el buen gobierno.
Entonces, habla de la corrupción, de “la mafia del poder”, del avión presidencial y, finalmente, de lo que ocurrirá cuando gane su movimiento: según López Obrador, lo que ocurrirá es que la mafia del poder se va a refugiar en el Congreso para estar… se detiene, “no quiero ofender a nadie”.
Y sigue pidiendo el voto por Rutilio, porque promete regresar pero advierte que no será lo mismo si Rutilio no gana:
“Tal vez invite al que gane, por institucionalidad, ni modo, pero no va a ser lo mismo. Así que ayúdenme votando por él, para que podamos hacer pareja”.
El acto de San Cristóbal reafirma el resultado de una encuesta levantada el día 24 de abril, de la empresa Focus, según la cual en Chiapas tenemos 55% de intención de voto; Meade 15% ; Anaya 12% ; Margarita 2%; Rodriguez 1% y no sabe o no contestó 14% pic.twitter.com/a6V9z03sXw
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) April 30, 2018
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San Cristóbal de las Casas, sitio de encuentro para los pueblos y comunidades indígenas de la zona con la opulencia de los llamados coletos, que como pocos lugares del país han mantenido sus divisiones de clase a través de los siglos.
El mosaico es inusual: hay tostsiles, tseltales, pero sobretodo chamulas y coletos, lo vitorean con todo y Rutilio… aunque ahí, la coalición Juntos Haremos Historia no tiene candidatos indígenas.
Eso tampoco parece estar en los ánimos de la concurrencia ni mucho menos del candidato que una vez más, vuelve a su alocución tradicional, excepto por las propuestas regionales y, aunque avisa que terminará rápido pues está en campaña con compromisos, luego sigue hablando y hablando y hablando, hasta que por fin termina y con él la jornada.
En el templete, sólo unas cuantas mujeres quedan entre el regadero de propaganda y los fierros de hombres que retiran el mobiliario, y ahí, se conforman tomándose una selfie.
Fuente: Apro