Amenazan con violarla y matarla. Las redes sociales se han convertido en un infierno para la periodista Luisa Velázquez Herrera, cofundadora de “Colectiva lesboterroristas”.
Ante el continuo hostigamiento, informa ARTICLE 19, la también activista cerró su cuenta de Twitter “debilitándose el libre debate y difusión de información sobre los derechos de las mujeres”.
De acuerdo con la organización, los ataques a Luisa comenzaron aproximadamente el 16 de mayo cuando un grupo de personas se organizó en un chat público y anónimo llamado Hispachan para hostigar y amenazar a Luisa y a su compañera Nadia Rosso a través de mensajes en redes sociales.
Las acciones llevadas a cabo por el grupo de acosadores incluyen la búsqueda de datos personales de Luisa y Nadia, amenazas de muerte y violación, así como la publicación de fotografías con acusaciones falsas sobre ellas cometiendo actos de pedofilia: “¿Por qué estos tipos pueden tener la posibilidad de cesar mi actividad feminista? ¿Cómo pueden tener el poder de marcar mi agenda?”,expresó la bloguera, citada por Artículo 19.
Esta no es la primera ocasión en la que las integrantes del colectivo sufren agresiones de este tipo. Desde el 2013 han recibido de manera sistemática mensajes misóginos y con connotación sexual, así como amenazas de muerte por su labor de activismo lesbofeminista por los derechos de las mujeres.
Luisa colabora en distintos medios y organizaciones como La Crítica, Djóvenes e Ímpetu A C. En el 2011 creó el usuario de Twitter @menstruadora y es una de las voces más importantes de la corriente lesbofeminista en México.
“Las amenazas a discursos chocantes y la falta de garantías para crear debates públicos sobre derechos, afecta la vida pública y la exigencia de otros derechos, constituye un vacío en la democracia”, dijo Darío Ramírez, director de ARTICLE 19 Oficina para México y Centroamérica.
VIOLENCIA CIBERNÉTICA DESDE DENTRO
La versión de la afectada aquí:
“Hace unos días se desató un bombardeo de trolls en mis sitios, con más amenazas de muerte y más amenazas de violación que nunca. Jugaron a adivinar mi casa. Jugaron a agregar a todos mis contactos para pasarles fotos mías avisando que soy una violentadora e incluso pedófila. El cuento nadie lo creyó, por supuesto. Al principio me dio risa que me definieran como “feminista marxista”, digo, en realidad coincido más con el lesbofeminismo antirracial de la abya yala que si bien retomó en sus inicios las aportaciones de alguna qué otra materialista francesa, pues no es marxista bajo esa categoría, pero bueno, ellos qué van a saber, reí al principio, pero luego la risa dejó de aparecer. Después de leer tanto comentario misógino, tanta violencia, tanta amenaza, la cosa me hizo repensarme”.
Fuente: Clases de Periodismo